Cuando visito Kathmandú, la capital de Nepal, el rey Gyanendra está todavía tambaleándose y la ciudad está cercada por los rebeldes maoístas. La carambola que le sentó en el trono fue una matanza que dio la vuelta al mundo en 2001. El príncipe heredero mató a tiros a sus padres, los reyes, y a lo más granado de la familia real. Tras el regicidio, la corona sólo podía reposar en la cabeza de Gyanendra.