Cada día tengo delante una foto que poner en esta revista y que supongo sorprendería a muchos de los que me leen desde tan lejos. Cada día ando por un mundo de mercados que huelen a pez seco y en el que una extraña vida se desparrama ante mi vista.
En el sudeste de Marruecos, en la frontera con Argelia, está una de las puertas del Sahara, tierra de bereberes. Es sin duda uno de los lugares más bellos de los que he tropezado en el planeta. Un atardecer perfecto, sentado sobre las dunas. Las fotos hablan por sí solas.