Entonces, el capitán me mira y me dice ¿y tu? Le miré y aún calculando lo que suponen 15 años le contesto: “No sé qué haré los próximos 15 minutos”. Nos reímos y seguimos disfrutando de batir de unas aguas que comenzaban a levantarse por el viento. “A veces llegan a ser de tres metros, me dice.