En Venecia, la noche del 5 de junio, se escuchaban los lamentos del agua mientras caminábamos, descalzos, por la plaza anegada del agua alta de junio, extraño mensaje de una urbe que no oye. Era esa jornada el reestreno de una ciudad que se creó, en el siglo V, para huir de las conquistas de los bárbaros, y que se cerró hace tres meses por el miedo al virus y sus sombras
Dicen que la diosa Venus-Afrodita surgió de las aguas del Mediterráneo y los griegos situaron su nacimiento en el sur de la península del Peloponeso. Yo creo que se equivocaron: la diosa nació aquí, en Venecia, y aquí se la tragará de nuevo el mar cuando las aguas devoren esta ciudad nacida para morir de un empacho de belleza.