Esta escena tuvo lugar en Camerún, pero podría haber sucedido en Sudán, Angola o Tanzania, en este año, en el anterior o hace seis siglos. En esa hora de la mañana en la el continente ya es un avispero de motos, mercados, niños corriendo y chanclas por caminos de tierra, las mujeres africanas preparan el desayuno, o el almuerzo o todo a la vez, en cocinas donde la luz se cuela por las rendijas. África habita en la calle pero hasta en el interior de las casas irrumpe el sol para iluminar las mañanas, de esa forma tan tajante, sin sutilezas. Los calderos llenos, la mujer que se afana y esa luz sin contemplaciones.
Babilonia es sólo un sueño
La grandeza de un país saqueado por miserables, radicales y oportunistas