El mundo en el fin del mundo

Estos son los lugares en los que he sentido una intensa y exultante sensación de libertad. Nunca quise conquistarlos, fueron ellos los que me han conquistado.

El periodista, montañero, aventurero y, sobre todo, curioso viajero, Sebastián Álvaro, nos dejaba en 2012 esta oda al viaje y a descubrir los lugares más apartados y escondidos de este globo. Entonces estaba a punto de estrenarse en Madrid su exposición «El mundo en el fin del mundo (instantes de una vida al filo de lo imposible)». Merece la pena releer este texto.

El mundo en el fin del mundo

Hubo un tiempo en el que todo el mundo fue así: grandioso, salvaje, bello, desolado. El mundo de antes y después del hombre. “Desolado” siempre ha sido una palabra hermosa, que me evoca los paisajes que más me atraen: espacios ajenos a la domesticación y al control del hombre, lugares donde te sientes como si contemplases la Tierra por primera vez. Donde siempre estas de paso, donde eres diminuto y vulnerable, donde sólo estar supone, muchas veces, arriesgar la vida. Todo en ellos es desmesurado: la luz, las distancias, la soledad, el silencio, el poder de los hielos, los mares y sus cielos, ya sea en forma de furiosas tormentas o de soles incandescentes, o la singularidad de los pocos seres humanos que han logrado adaptarse a vivir en algunos de ellos.

A esos lugares que parecen rechazarte con todas sus fuerzas, que son muchas, he dedicado la mayor parte de mi vida

Son lugares que parecen rechazarte con todas sus fuerzas, que son muchas, pero que siempre me ha merecido la pena recorrerlos. A ellos he dedicado la mayor parte de mi vida. Esta exposición es un homenaje a algunos de esos lugares que cambiaron mi vida, y que ahora quiero compartir con los soñadores de la libertad y los peregrinos de la soledad; con todos aquellos que sienten la fascinación por la belleza de nuestro planeta…

Echando la vista atrás, me doy cuenta de que ellos han modelado, en buena medida, la esencia de lo que soy

Ahora, echando la vista atrás, me doy cuenta de que ellos han modelado, en buena medida, la esencia de lo que soy. Cuando sonrío brillan en mis pupilas las montañas del Karakorum, cuando estoy triste, me afligen tormentas de arena que nublan el corazón, cuando sueño me llegan reflejos de la Antártida, vientos de la Patagonia, luces del Tíbet. Para mí es la belleza del mundo, el silencio, la soledad del mundo. Justo aquello que está amenazado y que necesitamos tanto como el aire que respiramos. De ellos sólo me he traído estas imágenes y los sentimientos que me han provocado. A lo largo de estos treinta años de expediciones, en todos ellos me he sentido feliz y por eso ya forman parte de mi paisaje interior. Espero que, igual que a mi, cada imagen les evoque un sentimiento y les susurre una historia. Estos son los lugares en los que he sentido una intensa y exultante sensación de libertad. Nunca quise conquistarlos, fueron ellos los que me han conquistado.

Sebastián Álvaro (Madrid, 1950) es el creador y director, hasta 2008, de “Al filo de lo imposible”, uno de los programas con más prestigio y permanencia en antena de la historia de la televisión española. Desde hace 30 años lidera diferentes equipos que han llevado a cabo y filmado las aventuras más arriesgadas, desde la ascensión a los 14 ochomil hasta la travesía del Gran Mar de Arena o el del Taklamakán. Ha llevado a cabo más de 200 expediciones y 300 documentales, y, por tanto, es una de las personas que más viajes de aventuras y exploraciones ha realizado. Entre sus numerosas distinciones se encuentran las medallas al mérito militar, y el Premio Nacional de Deporte 2006. Es autor de 15 libros de viaje, aventuras y montaña y uno de los conferenciantes más reclamados de España. Es articulista en el diario AS y colaborador de El País, El Mundo y la Cadena Ser.

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