Cuando el caos, la polución y el alboroto de Antananarivo se me atragantaban en la garganta y en los pulmones, decidí irme unos días a explorar alguna de las islas de Madagascar, de las cuales tanto había oído hablar. Ir por carretera durante 15 horas y luego en barco a cualquiera de ellas suponía una ostensible barbaridad. Me fui a una agencia de viajes y me compré un billete a Nosy Be. Nosy significa isla en Malgache.
Un avión de Air Madagascar me llevaría hasta la capital de esta isla, situada al noroeste de Madagascar, frente a Antsiranana, llamada Diego Suárez desde 1975, debido al navegante portugués que la visitó hacia 1543.
Me monté en un destartalado Citroen taxi listo para el desguace, y me adentré en las profundidades de la isla, por una carretera verde y frondosa
El vetusto aparato aterrizó no muy lejos de Hell Ville, estupendo nombre para comenzar una ruta por cualquier lugar. Me monté en un destartalado Citroen taxi listo para el desguace, y me adentré en las profundidades de la isla, por una carretera verde y frondosa. El taxista paraba cada diez minutos a echar gasolina al depósito de una botella de plástico, mientras yo esperaba dentro de esa máquina de calor y humedad que me iba poco a poco derritiendo hasta las ideas. En una situación normal esto me hubiese enojado hasta el desquicie, pero pronto descubrí que enojarse en Nosy be es algo así como imposible.
Nosy be fue ocupada por Francia 55 años antes que el resto de Madagascar, debido a que los barcos podían echar allí el ancla con facilidad. Pronto se convirtió en un lugar estratégico para el comercio y en una gran colonia agrícola: se cubrió de campos de caña de azúcar, café y sésamo entre otros, de los cuales ahora ya no queda nada.
En la isla se cultiva y exporta aceite de Ylang-Ylang, una bonita flor de conocidas propiedades afrodisíacas y depurativas que despide una fragancia exquisita
Desde 1920 y hasta hoy, en la isla se cultiva y exporta aceite de Ylang-Ylang. Esta bonita flor de conocidas propiedades afrodisíacas y depurativas despide una fragancia exquisita. El aroma que impregna la isla se colaba por la ventana del viejo coche y me iba templando el ánimo.
Hell Ville, en el pasado centro de reunión de piratas y corsarios, es poco más que una pequeña aldea con un fascinante mercado rebosante de los más jugosos mangos de todo el índico, tomates de rojo sangriento, guindillas de piel tersa que con solo olerlas te sacan lágrimas, hojas de lechuga tan verdes como algas, esbeltos palos de canela…
Pude explorar la isla de norte a sur y decidí que podría quedarme allí para siempre. Puedo decir que claro que existe el paraíso en la tierra y se llama Andilana
En unos días pude explorar la isla de norte a sur y decidí que podría quedarme allí para siempre, y aunque suene a cliché de folleto de guía de viajes, puedo decir que claro que existe el paraíso en la tierra y se llama Andilana, al norte de Nosy be. Aunque en realidad debería decir “existía”, porque cuando yo pisé por primera vez Andilana, en 2001, era muy diferente a lo que es hoy.
Un par de sonrientes malgaches habían plantado cuatro mesas en la arena, cubiertas de pétalos de buganvilla, y asaban pescados recién sacados del mar
Esta largísima y serena playa de arena fina y suave, acogiendo a un mar esmeralda y plácido, era realmente un regalo para los sentidos. Lejos del bullicio de Hell Ville y de otras playas que ofrecen placeres más exuberantes, como la de Ambatoloaka, con sus hoteles trasnochados, la calma solitaria de Andilana era un obsequio para quien busca tranquilidad. En medio de este aislado deleite, un par de sonrientes malgaches habían plantado cuatro mesas en la arena, cubiertas de pétalos de buganvilla, y tras una endeble cerca de madera asaban pescados recién sacados del mar.
Por suerte para los italianos, pero para desgracia de los demás seres del planeta en busca de paraísos perdidos, este recóndito lugar del mundo ya no es el secreto paraíso desde hace unos ocho años. Una importante compañía italiana de hoteles de lujo plantó un opulento hotel sobre sus sedosas arenas. En las esponjosas orillas donde antes descansaban los moluscos con la panza al sol, se solazan ahora los turistas italianos, mientras esperan su turno para comer el mejor proscruitto traído directamente de la madre patria.
Nosy be sigue siendo una isla gloriosa en el Índico, donde camaleones y tortugas conviven felices al ritmo lento de su hábitat
A pesar de esto, Andilana sigue manteniendo parte de su magia. Nosy be sigue siendo una isla gloriosa en el océano Índico, donde camaleones y tortugas conviven felices al ritmo lento de su habitat, ignorando a los occidentales que chocamos hasta con el paisaje.
Nosy be está a su vez rodeada de pequeños islotes que flotan en su mar transparente como apetitosos pedazos de nata y que la hacen aún más interesante. Pero eso es para otro capítulo.