Y Abdul enrolló el lienzo, lo entregó y pidió a cambio una única cosa: “Te regalo este lienzo con una única condición, que si ves en algún lugar a esta mujer le digas que la ando buscando. Tienes que prometerme que lo harás”
Su harén del fornicio se multiplica al mismo ritmo que sus vomitivas finanzas. Mswati, señor de un cortijo llamado Suazilandia, país enclavado en Sudáfrica y fronterizo con Mozambique, atesora una fortuna que cifran superior a los 100 millones de euros .