De nuevo el espectáculo de los ñús cruzando el río, de nuevo los cocodrilos al acecho, de nuevo uno de los momentos más excitantes que los grandes documentales de vida salvaje deparan. Y allí junto a ellos, posicionamos nuestro coche.
De pronto, miro a derecha e izquierda, y veo otras inmensas tortugas baulas volviendo al mar o remontando la playa. Parecen espectros que se arrastran por la noche. Da igual la performance para los turistas, aquel momento es inolvidable, real.