He viajado dos veces en cruceros y las dos me he prometido no volver. No sé si picaré en una tercera ocasión. Pero existe hoy un modo de cruzar los océanos que se asemeja en cierta forma al de antaño. Me refiero a los mercantes.
Hoy New Bedford y la isla de Nantukett son dos bonitas localidades marineras en donde ya no atracan buques balleneros.Y, por supuesto, quedan rastros de las palabras de Melville en algunos lugares.
¿Qué nos impulsa a movernos cuando la televisión nos ofrece a la carta los paisajes de todos los rincones del mundo? Mi respuesta es sumamente sencilla: viajamos empujados por la sensualidad y por el afán de aventura.