Los fin de fiesta no son nunca fáciles. La World Cup dejó en Sudáfrica un rastro de nostalgia, de calma nueva. Las calles fueron vaciándose de gente, de ambiente, de noches locas y volvieron, en parte, las sombras.
Es imposible, si no se ha visto antes nada sobre esta ciudad, creer que este lugar es el dedo gordo del pie derecho de África. No es malo ni bueno, he aprendido a aceptar, es una realidad que se te tatúa en los ojos si se pasea por algunos barrios escogidos.