Tenían historias tristes, muchas -familias separadas, padres muertos, aldeas quemadas, años viviendo escondidos en el bosque-, pero las explicaban con la naturalidad del que está hablando desde y sobre su propia vida. Estaban acostumbrados a ello aunque para nada resignados. A la inversa: aquel es un lugar en el que, por encima de todo, perdura la esperanza. No es un lugar triste ni derrotado.