San Sebastián: la liberación de los franceses, las cenizas de los ingleses

Por: Miquel Silvestre (texto y fotos)
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[tab:el viaje]

San Sebastián me acogió con frío y lluvia, como si se esforzara en recordar oscuros días de su pasado. Tras el Ayuntamiento, un majestuoso edificio Belle Epoque de 1887 que con elegancia y su pasado como casino preside los jardines Alderdi-Eder, comienza la llamada Parte Vieja. Son calles peatonales, edificios de pocas alturas, fachadas de piedra, balcones de forja y sin embargo, posteriores al capítulo que deseaba revivir. Año 1813, en plena retirada francesa, cuando la Guerra de Independencia toca a su fin, un general francés se atrinchera en San Sebastián con 2.600 soldados. Las puertas de la ciudad se cierran y el miedo se contagia cual epidemia entre la población. Mientras me cruzaba con quienes disfrutaban la mañana de domingo con un diario bajo el brazo, niños que no perdían un charco y cinéfilos que conocían la ciudad durante su festival de cine pensaba en las vivencias de sus paisanos en épocas de turbulencias políticas y militares. Los sentimientos donostiarras hacia el invasor quedaron constatados en 1808, cuando José Bonaparte de camino a Madrid para tomar posesión de la Corona pasa por la ciudad y la ciudadanía responde cerrando las ventanas a su paso por lo que hoy es la calle Narrica.

Caminando por la calle Mayor llegué hasta la Iglesia de Santa María, crucé hacia la Plaza de la Constitución, construida tras el incendio de 1813 y que en su momento además de albergar el ayuntamiento fue plaza de toros, hecho por el que sus coloridas fachadas lucen balcones numerados. La historia comienza a tomar forma unas calles más allá. Encontré la calle 31 de agosto, cuyas fachadas aun susurran pesadillas de fuego y saqueo. Aquel día de 1813, las tropas aliadas formadas por soldados ingleses y portugueses emprendieron el asalto final contra San Sebastián. El ejército francés no soportó la embestida y se replegó al Castillo de la Mota, una fortaleza del siglo XII ampliada y reforzada a través de los tiempos. Esa mañana la calle respiraba tranquilidad y sosiego, apenas un puñado de transeúntes la recorrían sin pensar en el horror vivido hace dos siglos. La liberación no fue tal, ya que los uniformados saquearon sin descanso durante seis días, violando y asesinando, y provocaron varios incendios que redujeron a cenizas la ciudad. Tan solo quedó en pie la calle de la Trinidad, conmemorativamente hoy calle 31 de agosto, en la que habían fijado sus residencias los oficiales aliados. Caminaba abstraído, rememorando aquellos sucesos, imaginando la desesperanza los 3.000 que murieron a manos de sus libertadores.

La liberación no fue tal, ya que los uniformados saquearon sin descanso durante seis días, violando y asesinando, y provocaron varios incendios que redujeron a cenizas la ciudad

La lluvia no cejaba en su empeño por detenerme pero tenía otra cita por cumplir. En la zona portuaria nacen unas escaleras que inician el camino hasta el Castillo de la Mota. El camino por el monte Urgull me regaló unas vistas impagables de la ciudad, pescadores con su faena en el puerto, embarcaciones de recreo amarradas y la isla de Santa Clara como testigo imperturbable. Algunos de estos miradores se sitúan en antiguas líneas de cañones, como la Batería del Gobernador, dispuestas a defender la fortaleza frente al enemigo. Una de mis paradas fue el llamado “Cementerio de los Ingleses”, un camposanto de reducido tamaño que sirve de homenaje a los caídos ingleses en un posterior asedio carlista a la fortaleza. Mientras leída los nombre y epitafios pensé en tantos que dejaron sus vidas lejos del hogar, en luchas de las que ignoraban su finalidad, si acaso la tenían, existencias cortadas por la espada del poder, olvidados mientras la vegetación devora sus lápidas.

La cima de Urgull está coronada por el Castillo de la Mota, el lugar en que se rindieron las tropas francesas el 8 de septiembre. Se construyó por orden del rey de Navarra, Sancho El Grande y su último cambio de imagen data de 1950 cuando se le instaló en lo alto una enorme imagen del Sagrado Corazón visible desde toda la ciudad. Hoy acoge la interesante exposición “Mirando a San Sebastián” que nos acerca a la historia de Donosti. Me pareció una muestra interesante para quien ama conocer el pasado de los lugares visitados.

Lentamente emprendí el camino de regreso. Uno no deja de maravillarse por tantos sucesos que han modelado nuestras urbes y a quienes las habitan, dando lugar a lo que hoy conocemos. Ya de vuelta en la Parte Vieja, me asomé a los bares con sus interminables barras repletas de mil y un pintxos. Comprendí que era hora de paladear y disfrutar el presente donostiarra.

Eduardo De Winter
www.blog.infoviajero.es
info@infoviajero.es

[tab:el camino]

La forma mas cómoda de viajar a San Sebastián probablemente sea en automovil o autobús. La ciudad cuenta con aeropuerto aunque éste se ubica en Hondarribia a unos 20 km.

[tab:a mesa puesta]

-Muchos son los bares destacables en la Parte Vieja dara disfrutar de los tradicionales pintxos. Entre los mas clásicos, sencillos y de mejor precio encontramos La Mejillonera. Situado en la calle Puerto, 15 este local ofrece tapas de mejillones en varios estilos y fantásticas patatas bravas. En la misma calle Puerto, pero en el número 8 escontramos el Bar Portaletas, otra cita tradicional para los donostiarras donde con suerte podremos conseguir mesa y disfrutar de las variedades de pintxos que ofrecen.

-La calle Múnstergasse está llena de pequeños restaurantes en los soportales con precios más módicos y posibilidad de menú al medioía.

[tab:muy recomendable]

-Lo ideal es realizar el recorrido descrito un domingo por la mañana, para acabar disfrutando del ambiente de pintxos de la Parte Vieja a mediodía. Es en ese momento cuando se le toma el pulso a la ciudad y a su vida gastronómica, al menos en cuanto a tapeo se refiere.

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Comentarios (6)

  • Nuevo relato en Viajes al Pasado | Blog Infoviajero

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    […] Hoy publicamos un nuevo relato de nuestra colaboración con Viajes al Pasado. Se trata de un paseo por la historia de San Sebastián, mas concretamente por la Parte Vieja y el Castillo de la Mota. esperamos que os guste. Con este relato iniciamos una sección propia, denominada “Postales Ibéricas“, trataremos de ir dejando pequeños retazos de la historia de nuestras ciudades y pueblos. Os dejamos con “San Sebastián, la liberación de los franceses, las cenizas de los ingleses.” […]

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  • mares

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    ¡magnifico!,te dejas llevar por la imaginación y te encuentras allí,»defendiendo»? la ciudad.
    Sin duda, un lugar favorito para nosotros y al que acudimos muchos domingos por la mañana como aconseja eduardo,donde respiras tranquilidad y vuelves al pasado.
    Me encantan tus relatos,me transportan automáticamente al lugar sin haber estado nunca allí.
    ¡enhorabuena!

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  • Eduardo

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    Muchas gracias por vuestros comentarios. Como menciona Noeli, disfrutar de la gastronomía vasca en la Parte Vieja siempre es una buena idea y muy reconfortante. Te agradezco enormemente tus palabras Mares, especialmente al notar que es lugar que conocéis. Con lectores así, siempre hay ganas de escribir mas. Saludos

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  • Josetxo R.

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    Si me gustó el del Congo y otros que te he leido que decir de este sobre mi ciudad y (tuya también) me gusta el sentimiento que le pones a tus descripciones.
    Saludos.

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  • Eduardo

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    Una alegría enorme saber que te gustan los relatos Josetxo. La verdad es que la Parte Viaje me trae muy buenos recuerdos, muchas tardes lluviosas y chocolate con churros….
    Saludos

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