Miquel Silvestre

Miquel Silvestre nació en Denia en 1968. Su motorista padre le regaló una Montesa Cota 25 cuando tenía siete años. Con esa edad terminaría su primera lectura de la Odisea.

La épica de Homero y la mini moto influyeron decisivamente en un crío tímido que acabó refugiado en la lectura, la música punk rock y las escapadas en una Yamaha XT 350.

Tras cuatro novelas se dio cuenta de que el mundo visto de cerca es mucho más interesante que cualquier ficción. Cruzó entonces África en una vieja BMW y publicó Un millón de piedras, el libro de viajes más irreverente del panorama.

Desde entonces anda persiguiendo historias de exploradores olvidados por los cinco continentes.

43 artículos

Diario de un Nómada “toca tierra”

Todos los continentes tienen algo que los hace únicos. África ofrece los animales salvajes, Europa y Asia la riqueza monumental que se hunde en una historia milenaria, pero América es sobre todo sinónimo de grandiosidad. Los paisajes que aquí se contemplan son tan inmensos que te dejan boquiabierto

La emoción del nómada

“Cada vez que despierto en una cama nueva, en una ciudad diferente, cada vez que escucho distintos sonidos a los de ayer, pienso por un instante que aún tengo que despertar, que no puede ser cierto".

Canada: el conductor elegido para las noches de borrachera

La circunnavegación del globo sobre dos ruedas ya se ha hecho muchas veces y muchas más se hará. Como experiencia personal es de las más intensas que conozco, pero como empresa literaria está ya algo vista, puede que incluso demasiado. Actualmente se corre el riesgo de que se banalice y llegue a cansar por saturación a fuerza de lanzarse viajeros a la carretera con el único fin de contar sus experiencias en las redes sociales para devenir famosos o tener seguidores.

Alaska: encuentro con un oso

Ya pueden ser bestias feroces, paramilitares o terribles tormentas de truenos o de arena, pero quien dispara no soy yo. No estoy ahí. En realidad he desaparecido de la escena y es como si nada pudiera tocarme salvo la emoción de encontrarme a solo dos días de viaje de Valdez después de un año en la carretera.

El vuelo de “Atrevida”

No me gusta volar. Odio los aviones, los aeródromos, las compañías aéreas y sus procedimientos. No es miedo sino rebeldía ante los irritantes cauces organizados del consumo en masa y el transporte colectivo. Los aeropuertos son fábricas de incomodidades y retrasos
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Bangkok: sueños en el catre

Está borracha como una cuba. Dice que quiere ser mi amiga. Se disculpa porque solo habla Thai, pero por sus gestos entiendo que quiere decirme que le gusto mucho, mucho. Se golpea el corazón con el puño. Efectivamente, siente algo por mí. Yo también siento algo. Mucho calor

Etiopía (II):la tumba olvidada de Pedro Páez

(...) Una vez alcanzada una meseta, me admiran las asombrosas vistas. El lago estará a unos 10 kilómetros sobre los que se extiende una sucesión de suaves y fértiles colinas exuberantes en sembrados, bosques y granjas. Campesinos y vacas recorren este idílico horizonte. Este escenario es lo más parecido que he visto nunca al Jardín del Edén (...) Por Miquel Silvestre.
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