Bailar para no matarse

Esta es TU SECCIÓN. Queremos que nos envíes tu rincón preferido del mundo, con tres premisas: un minuto de duración, una cámara fija y un breve texto explicativo. Comparte ese momento, ese lugar, ese recuerdo inolvidable de tu viaje. Esta es una ventana abierta a las esquinas del mundo. Mándanos tu vídeos a: vap@viajesalpasado.com

Es una coreografía, un baile. Una fiesta para olvidar el horror de una guerra, para que el odio se convierta en palmas. No hace mucho por esa frontera pasaban trenes que cargaban cadáveres. India y Pakistán eran un mismo país, hasta que Inglaterra concedió la independencia, y los unos y los otros descubrieron que se odiaban como se odian los hermanos. Musulmanes e hindúes se masacraron durante muchas noches sin días. Olía a muerte por todas partes. Las crónicas de lo ocurrido estremecen.

Y el odio se hereda. Es curioso la facilidad con la que se desvanece el amor frente a la resilencia del odio, que pasa de padres a hijos. India y Pakistán son dos enemigos íntimos. Fuimos a la frontera de Wagah, en el Punjab indio, a contemplar la famosa ceremonia de la bajada de bandera. Es un espectáculo difícil de describir. Del lado indio es una producción de Hollywood. Del lado Pakistaní parece una fiesta religiosa donde los hombres se sientan a un lado, las mujeres a otro.

En ambos sectores han construido un estadio para ver la ceremonia. En el lado indio se vendían banderas, souvenires, snacks… La patria convertida en espectáculo. Un “partido de cricket” que se juega cada tarde a la misma hora entre soldados.

Llama la atención la diferencia de colores, que enseñan la diferencia de religiones, el origen de ese odio eterno, de esa herida incurable. La grada india es una explosión de color, la pakistaní es más sobria, predominan los negros y blancos.

Todos gritan, chillan, enloquecen ante las extrañas coreografías de sus militares. Ellos, vestidos con sus galas, se retan con sus bailes. Entonces bajan las banderas, el pueblo enloquece porque ahí terminan los últimos saltos, las cabriolas, y se corre la verja que separa de nuevo dos países partidos por sus  dioses.

Bailan como signo de paz, bailan para que el reto sea una danza y no, de nuevo, una orgía de puñales. 

Vídeo: Francesca Blasone

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