Bangkok, más allá de los guetos de turistas

Tuvimos la oportunidad de entrar a la ciudad por la puerta principal, no por la de invitados. Una pareja de amigos de Francesca, ella tailandesa, nos alojaron en su casa y nos enseñaron su ciudad. Y allí, por resumir, todo ganó encanto y realismo respecto al aterrador Bangkok (válido para toda Tailandia en mi opinión) de tanto viajero que acude enloquecido a Khao San Road y alrededores (barrio mochilero).

A Bangkok le sobran defectos y todos son tan evidentes que supongo que ahí está la magia de esta urbe de tamaño gigante, de tráfico colapsado y de vida desparramada por las calles hasta convertir todo en un laberinto interminable de tiendas, restaurantes y templos en los que se confunden los escaparates y las mesas con las aceras y los desagües. Y en toda esa locura descubrimos un Bangkok que nos pareció fascinante.

Lo fue especialmente porque nosotros tuvimos la oportunidad de entrar a la ciudad por la puerta principal, no por la de invitados. Una pareja de amigos de Francesca, ella tailandesa, nos alojaron en su casa y nos enseñaron su ciudad. Y allí, por resumir, todo ganó encanto y realismo respecto al aterrador Bangkok (válido para toda Tailandia en mi opinión) de tanto viajero que acude enloquecido a Khao San Road y alrededores (barrio mochilero).

El ambiente se parece mucho al de algunos lugares de la costa española

Cada uno elige su viaje, pero en la zona mochilera uno accederá a hoteles por 15 euros, muchos masajes, restaurantes semicallejeros, muchos mojitos y discotecas y con algo de valor podrá hacerse un tatuaje del que presumir a la vuelta a casa. Lo cierto es que el ambiente se parece mucho al de algunos lugares de la costa española donde, como allí, el negocio del turismo se hace al peso.

Y nosotros pudimos huir de aquello gracias a nuestros amigos y pasear por ese Bangkok turístico y también fascinante de palacios, monatesrios, paseos en barcas y mercadillos para ir a refugiarnos a la vida de un barrio normal en el que nos enloqueció y sorprendió la vida. Fue en la rutina del barrio de la zona de Langsuan, donde vivía Andrea, que encontramos los mejores momentos, las pausas y las treguas que nos permitía hasta engañarnos y hacernos pasar por habitantes. En los masajes que nos dábamos en Jasmine, un centro cuidado en una cuarta planta de un pequeño centro comercial donde nos quebraron la espalda con sus fantásticos masajes thai. No muy lejos de allí, a unos cien metros, giramos por un callejón estrecho y llegamos a otro centro de masajes en el que los perros descansaban en su puerta y había siempre decenas de locales en un masaje que sabía a especias y humo.

Un masaje que sabía a especias y humo

Cerca, junto a la estación del Sky Train de Chidlom, tropezamos con Erawan Shrine, un templo Brahman en el esquinazo de las calles Ploenchit y Ratchadamri donde van las parejas a hacer ofrendas para quedarse embarazadas o tener un buen matrimonio. Ellos se sientan y un grupo toca música mientras unas mujeres realizan unas danzas detrás de ellos en forma de ritual. Precioso. En esa misma acera, frente al centro comercial Siam Paragon, el más lujoso que haya visto nunca y en cuya planta cuarta hay una buena colección de tiendas de productos tailandeses de calidad media/alta, se instala el domingo un mercadillo callejero junto a una zona de pequeñas tiendas donde los productos tienen más calidad y no se ven turistas. Allí saboreamos uno de los afamados y deliciosos helados de la cadena Mango Tango que a los tailandeses les vuelven locos.

Por último, fue perdiéndonos absolutamente por Bangkok donde pasamos el momento más sorprendente. Íbamos desde la zona mochilera hacía Wat Arun, el Templo del Amanecer. Quisimos ir a pie cruzando el río Chao Phraya a la otra orilla y luego bordeándolo. Lo hicimos y sin darnos cuenta nos fuimos metiendo por un entramado de calles estrechísimas que desembocó en las casas que están encima de las aguas. Pasábamos junto a viviendas muy humildes que iban degradándose. Sorteábamos a veces canales por estrechos pasadizos de madera que evitaban la mugre líquida y fuimos descubriendo un mundo demasiado sucio y cruel si se levantaba la vista y se contemplaban algunos rascacielos cercanos. He vivido cinco años en África y nunca vi una masa de gente viviendo entre tanta basura como allí.

Nos cruzaron ratas que salían y entraban entre bolsas de basura olvidadas

Bajo las casas flotaban toneladas de residuos. Varias veces nos cruzaron ratas que salían y entraban entre bolsas de basura olvidadas. Y entonces veíamos ancianas tomando un té en casas casi vacías y hombres que cuidaban sus gallos de pelea con una mirada distante hacia la vida. Todo en medio de esa calma oriental capaz de sobrevivir al infierno. Y así fuimos girando a derecha e izquierda, sin sentido, en un laberinto de vida entramada y de pronto, tras dos horas, siguiendo el rumbo que nos marcaba un rascacielos llegamos a una gran avenida tan distante del lugar del que veníamos que pareciera que atravesamos una puerta entre dos mundos. Dejamos atrás un Bangkok duro que nos cautivó y por el que andábamos en un cierto silencio para contemplar las vidas de aquellas gentes sin importunarlos.

Por último, en este primer capítulo de Bangkok, ofrezco una guía de restaurantes buenísimos para todos los bolsillos que es obra de la encantadora Araya, una tailandesa que por su buen gusto culinario mereciera un monumento o ser embajadora de mesas y tabernas. Francesca y yo se lo hicimos. Menciono los sitios buenos, que fueron todos a los que nos llevó ella, y olvido los lugares malos, especialmente en las zonas muy turísticas, que también hubo. Tampoco hablo del placer que es tomar algunos pinchos de pollo o salchichas que se hacen en las calles por evidente. Pruébenlos, como la sopa de noodles, mientras caminan por las avenidas y callejuelas de esta fascinante urbe.

 Caros

Patara, sin duda alguna el mejor tailandés en el que comimos. Una maravilla, fantástico muy bueno, muy bien decorado y muy bien atendido. Nuestra gurú nos dijo que era el mejor tailandés de Bangkok.

http://www.patarathailand.com/

Gyu Kaku; un restaurante enclavado en el  barrio japonés de Thaniya, en Bangkok. Te ponen en medio de la mesa unas brasas de carbón y te haces la buenísima carne japonesa tú mismo en la mesa. Hay también ternera de Nueva Zelanda, Australia y Tailandia. En la planta de arriba hay una zona para comer con cojines en el suelo. La carne es deliciosa.

www.gyu-kaku.co.th

The Verandah at Mandarin, un restaurante dentro de un hotel junto al río. Romántico, con buenas vistas y comida tailandesa de alta calidad.

http://www.mandarinoriental.es/bangkok/fine-dining/the-verandah/

Scirocco at State Tower, un restaurante y bar de copas que presume de ser el más alto que existe en el mundo a cielo abierto. Por allí pasan decenas de turistas y mucha de la gente guapa de Bangkok. Pijo y caro merece una visita por sus vistas y por ver su ambiente cool. La barra del bar está en el centro de la azotea. En todo caso preparen las carteras porque un mojito cuesta más de 20 dólares. Para los amantes del cine, decir que allí se grabaron imágenes de Resacón II. Parece un buen lugar para una película con ese título.

http://www.lebua.com/sirocco

 

Baratos

Soi Polo Fried Chicken. Un pequeño y cutre restaurante tailandés de buena comida. Se comparte mesa, las jarras son de plástico y hay sólo cervezas, pero el sabor de los platos es maravilloso y el ambiente especial. Está al lado del bonito Lumphini Park. Nada turístico.

http://www.tripadvisor.es/Restaurant_Review-g293916-d1128744-Reviews-Soi_Polo_Fried_Chicken-Bangkok.html

Restaurante en la calle Th Yaowarat., Barrio chino. En la calle principal de este famoso y concurrido barrio chino hay decenas de restaurantes en la calle. Incómodos, en medio del tráfico y por la noche bajo una cúpula de neón, tuvimos en una esquina una cena fantástica. La comida era excelente, el precio muy bajo y el ambiente divertido y movido aunque aquí sí que hay cientos de turistas. No recuerdo el nombre de nuestro restaurante, no sé si lo tenía, pero todos son parecidos.

Shornthong Pochana Seafood. Un restaurante de los tailandeses de origen chino. Su aspecto es cutre, lleno de pequeñas mesas llenas de familias chinas, pero su comida, especializada en pescado y marisco, deliciosa. En la zona, fuera del barrio chino, hay otros restaurantes similares especializados en Seafood.

http://bumres.blogspot.it/2012/07/sornthong-pochana-seafood-rama-iv.html

 

 

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