De copas, ¿con Busquets o con Arbeloa?

Al entrar, un amigo que vive aquí muy divertido, Borja, nos dice que media selección está allí pasándoselo en grande. Vamos al baño y Borja le empieza a saludar a gritos a uno de los nuestros: “Busquets, que grande eres, eres el mejor”

De mi primera experiencia española “mundialística” he sacado dos conclusiones: Arbeloa se parece a Busquets y la conjunción vuvuzela y alcohol empeora la denostada conjunción, lo saben quienes la han sufrido, Brandoli-karaoke. Del resto, me he pasado años viendo por la tele partidos de España en los mundiales que, por desgracia, me han dejado toda una colección de decepciones al estilo nachos con guacamole, pizza regina o sushi a la coreana. Entré al estadio con el miedo de que me pegaran un fado en la cara y me volviera a casa con cara de bobo e intentando explicar a mis amigos extranjeros que nuestros bajitos la tocaban de lujo, que si Del Bosque, que las bandas y que Nadal, sin embargo, es un fiera…No pasó y me quedé con una noche llena de anécdotas.


Bien, iré por partes. Tras acabar la fiesta futbolera, la hinchada española local nos reunimos en un bar de copas frente al estadio. La noche se alargo más habitual por estas tierras y a eso de las cuatro de la mañana acabamos en un bar que se llama el Cubaña y que se caracteriza por tener entre su clientela femenina a alguna morena y de pago (cuando busco eufemismos me salgo). Antes, eso sí, mi noche de celebridades comenzó en el bar Bronx, un garito de ambiente gay que estaba hasta los topes, y donde vimos a Guillermo Amor con cara de qué pelotas pinto yo aquí, pegado a la puerta, con ese fácil lenguaje corporal que indica “en cuanto pueda me voy a la francesa (en este Mundial esa expresión ha ganado sentido).

Volvamos al Cubaña. Al entrar, un amigo que vive aquí muy divertido, Borja, nos dice que media selección está allí pasándoselo en grande. Vamos al baño y Borja le empieza a saludar a gritos a uno de los nuestros: “Busquets, que grande eres, eres el mejor”, lo que no hubiera tenido nada de particular sino fuera porque el tipo era Arbeloa, que andaba con prisa de pillar urinario. Entre los nuestros estaban también Llorente, Xabi Alonso, Javi Martínez, Reina y algunos otros que no recuerdo, que yo por entonces estaba para confundir a Drogba con Butragueño. Era curioso ver a Xabi Alonso mirarse asimismo en una pantalla del garito, que en ese momento repetía el partido contra los portugueses. Uno de mis amigos periodistas me indica que junto a los jugadores está el preparador físico, cuyo cometido debía ser el de sujetar las copas para que no hubiera ningún esguince de codo. Juergón, felicidad y vuelta a casa (Al salir del local estaba aparcado un autobús que parecía de la selección, lo que me hizo pensar que si aguanto un poco más veo a Del Bosque bailando subido a la barra).

Era curioso ver a Xabi Alonso mirarse asimismo en una pantalla del garito, que en ese momento repetía el partido contra los portugueses.

Del partido, diré que llega a ser agobiante lo de las vuvuzelas. Uno está concentrado en ver como Iniesta, Xabi, Xavi y Busquets se pasan la pelota en corto 374 veces seguidas y de repente empiezan a atronar a coro al ritmo que marcan los avezados trompetistas. Si por la tele suenan, en el campo te limpian las orejas. Al final, en una esquina del campo, nos juntamos parte de la hinchada, muy numerosa por cierto, durante más de media hora. Tras el mítico “alcohol, alcohol, alcohol… hemos venido a emborracharnos el resultado nos da igual”, la Policía sudafricana decidió que era hora de que nos marcháramos a dar por saco a los bares. Así lo hicimos y así disfrutamos de una divertida noche en Ciudad del Cabo. Ahora, me salto Joburg pero espero, si ganamos, reencontrarme con los nuestros en la semifinal de Durban.

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