Fremont Street: el viejo corazón de Las Vegas

En una país con tan breve historia a sus espaldas, los 111 años de la calle Fremont es una eternidad. El pleistoceno de Las Vegas es, por tanto, Fremont Street, allí donde Las Vegas fue Las Vegas por primera vez.

Ocho kilómetros al norte del Strip, el bulevar repleto de casinos que es la imagen más universal de Las Vegas, late el viejo corazón de esta ciudad donde todos los días el pasado es engullido por el presente. Quienes hagan un viaje exprés a esta Gomorra del juego y la diversión seguramente no tengan tiempo, ni ganas, de acercarse a Fremont Street. Y se equivocarán, sin duda, porque resulta imposible entender una ciudad tan excesiva, en la que cualquier contención arruina su verdadera dimensión, sin pasear por una de las calles más antiguas de Las Vegas en busca del espíritu que convirtió una pequeña población perdida en el desierto de Nevada en la megalópolis mundial de la ludopatía.

En una país con tan breve historia a sus espaldas, los 111 años de la calle Fremont es una eternidad. El pleistoceno de Las Vegas es, por tanto, Fremont Street, allí donde Las Vegas fue Las Vegas por primera vez. Aquí se levantaron los primeros hoteles (el Nevada Hotel, en 1906) y abrieron sus pioneros casinos. Ya en 1925, se convirtió en la primera calle asfaltada de Las Vegas (desde Main Street a Fifth Street). Y no sólo eso. Aquí sonó el primer teléfono de la ciudad, se instaló el primer semáforo en 1931 (quizá para celebrar la legalización, ese mismo año, del juego en Nevada, prohibido desde 1910) y se construyó el primer ascensor, en el Apache Hotel.

El pleistoceno de Las Vegas es Fremont Street: aquí se levantaron los primeros hoteles y abrieron sus pioneros casinos

Y, pese a toda esa sucesión de hitos, la calle Fremont (durante muchos años escenario de múltiples películas) estuvo a punto de morir de éxito cuando Las Vegas Boulevard, la flamante nueva arteria de una ciudad que tenía que dar rienda suelta a su alma expansiva, fue desplazándola progresivamente al olvido a medida que se levantaban a su vera un casino tras otro, a cual más espectacular y desmedido.

Para acercarse hasta el Downtown se puede optar por el autobús (The Deuce Bus, que recorre el Strip), aunque nosotros preferimos hacerlo en taxi (como éramos cuatro, nos salía prácticamente por el mismo precio). Quien espere encontrarse con una vieja calle salpicada de edificios históricos alumbrada por la luz tenue de las farolas muy pronto saldrá de su error. Esto es Las Vegas y aquí la historia la han escrito los casinos. En Fremont también abundan y la profusión de luces y neones es apabullante, pese a que sus dimensiones (ahí su pasado le delata) no son, desde luego, las del Strip.

La centenaria calle estuvo a punto de morir de éxito cuando la flamante avenida The Strip fue desplazándola al olvido

El ambiente que se respira es menos extravagante, más auténtico, por lo que ésta es una opción más que recomendable para buscar hoteles en Las Vegas. Peatonal desde 1994, la calle Fremont es un jolgorio amable frente al superlativo jolgorio que es el Strip. Donde hoy se levanta el Coin Castle abrió sus puertas en 1912 el Northern Club, donde la cerveza American Beauty de cinco centavos era la estrella. Con la Ley Seca, su propietario, Lon Groesbeck, sufrió tres meses de arresto cuando los agentes le sorprendieron con 23 pintas de cerveza.

A la salud de la Ley Seca, lo primero que hacemos nada más pisar Fremont St. es comprar un par de litros de cerveza, que nos sirven en un gran balón de rugby de plástico que todavía conservo. Lo malo es que va acompañado de varias pajitas, como si se tratase de un zumo tropical. Así, con un balón de rugby en la mano, recorremos la vieja calle, donde se encuentra uno de los principales iconos de Las Vegas, sino el que más: el cowboy de neón del Pioneer Club, que lanza sus destellos a los visitantes desde el lejano 1951.

A la salud de la Ley Seca, lo primero que hacemos nada más pisar la calle Fremont es comprar un par de litros de cerveza

Pero no ha sido la nostalgia ni el amor por la historia lo que ha salvado a Fremont Street de convertirse en un pueblo fantasma. En un país tan entregado al espectáculo a pocos podrá extrañar que la que fuera arteria principal de Las Vegas haya renacido, precisamente, gracias a un espectáculo superlativo impulsado por el consorcio de hoteles y casinos Fremont Street Experience: VivaVision.

Cada noche, de seis de la tarde a doce con intervalos de una hora, las luces y la música se adueñan de la calle, magnificadas por una pantalla luminosa, la más grande del mundo, de 400 metros de largo (un artilugio en permanente lucha con la implacable erosión de la arena del desierto), una de esas cosas que hay que ver una vez en la vida. Atruena la música y refulge la luz sobre nuestras cabezas y uno vive durante varios minutos una eclosión de ritmo y diversión que convierte en un pecado venial la atrocidad de estar sorbiendo cerveza con una pajita.

Cada noche, de seis de la tarde a doce con intervalos de una hora, las luces y la música se adueñan de la calle

Pero al margen de ese festival de destellos y vatios, la calle Fremont resulta a cualquier hora de la tarde (las mañanas no existen en una ciudad que vive de noche) un visita muy animada, con sus conciertos callejeros donde se respira el american way of life sin las estridencias del Strip.

Ahora, los trabajadores del ferrocarril y de la cercana presa Hoover que la vieron desarrollarse en la primera mitad del siglo pasado (vivieron aquí durante años mientras duraban las obras), las paradas militares de las grandes guerras que desfilaron por su pavimento, el desfile de mafiosos y de estrellas de cine, han sido sustituidos por los miles de turistas que contribuyen a que la memoria de Las Vegas no quede enterrada en la arena del desierto.

Cualquier visita a Las Vegas debería comenzar por Fremont Street

Cualquier visita a Las Vegas debería comenzar por Fremont Street (que lleva el nombre de un militar del siglo XIX, John C. Fremont, que exploró durante años y cartografió estas tierras entonces inhóspitas). Y, antes de encarar un recorrido por los inevitables The Mirage, The Venetian, Excalibur, New York-New York, Mandalay Bay, Bellagio, etc., es una buena idea acercarse desde aquí hasta el cercano Stratosphere, el rascacielos de Las Vegas y del Oeste de Estados Unidos, desde donde disfrutaremos de unas vistas inigualables de la ciudad.

En el piso 108, con una cerveza en la mano, quizá nos sobresaltemos al darnos de bruces con un grupo de turistas de rostros desencajados colgados sobre el vacío.Y es que el edificio está coronado por un pequeño parque de atracciones sólo apto para apasionados de las emociones fuertes. Desde el Stratosphere hacia el sur, The Strip abajo, la sucesión de hoteles y casinos hasta el Mandalay Bay es interminable, tan interminable como la historia de Fremont Street.

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