Los fantasmas de la Colonia

Por: Gerardo Bartolomé (texto y fotos)
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¿Cuántas veces habíamos pasado por Colonia? No menos de quince. Es el paso casi obligado para todos los argentinos que, en el verano, buscan las blancas playas de Uruguay. En ferry se cruza ese mar de agua dulce llamado Río de la Plata y así se evita una vuelta de 400 kilómetros. Siempre aprovechábamos para sacar unas fotos en esa ciudad tan especial. En una de esas oportunidades mi mujer y yo nos prometimos visitarla fuera de temporada; cuando pudiéramos saborearla despoblada. Cuando los fantasmas pudieran contarnos su historia.

No es casualidad que Colonia esté ubicada exactamente frente a Buenos Aires ni tampoco es casualidad que se trate, originalmente, de una colonia portuguesa. “¿Portuguesa?”, preguntará el lector. ¡Así es! La historia de esta ciudad está íntimamente ligada a las vicisitudes de los imperios de Portugal y de España.

Elegimos un fin de semana de otoño, cuando ya casi nadie visita Uruguay, para cruzar el mar de agua dulce otra vez

Elegimos un fin de semana de otoño, cuando ya casi nadie visita Uruguay, para cruzar el mar de agua dulce otra vez. Hacía frío pero el tiempo era bueno. En poco más de una hora desembarcamos, dejamos las cosas en el hotel y salimos a caminar. Las calles de empedrado y las casas antiguas querían transportarnos doscientos años atrás, cuando soldados y contrabandistas se agolpaban en sus tabernas contándose las mil y una hazañas.

El Tratado de Tordesillas no había sido claro. España y Portugal discutían sobre el lugar por donde pasaba la línea divisoria en América. Toda una franja, llamada la Banda Oriental del Uruguay, era la disputada. Como tantas otras veces, fue Portugal quien tomó la iniciativa. Fundó una ciudad, Nova Colônia do Santíssimo Sacramento, frente a Buenos Aires para fomentar el comercio ilegal con la ciudad española y al mismo tiempo amenazar el camino alternativo que España tenía a las ricas minas de plata del Alto Perú (actualmente Bolivia). El gobernador español no se anduvo con vueltas Formó una fuerza y atacó el asentamiento. Lo tomó sin dificultades. Portugal se quejó al Papa, éste al Rey de España, éste al Gobernador. Resultado: se le devolvió Colonia a Portugal.

Colonia cambió de mano varias veces. España la tomaba por las armas y Portugal la recuperaba por la diplomacia. Hasta que Napoleón invadió la Península

En el siglo XX la ciudad vieja estuvo abandonada, casi en ruina, hasta que el gobierno uruguayo se decidió a reconstruirla, hace unos cuarenta años. Se trataba de una de las poquísimas ciudades verdaderamente antiguas de América. Por suerte se habían dado cuenta de su valor. De a poco sus casas derruidas fueron restauradas.  Con mi mujer entrábamos a los negocios donde vendedores amables y aburridos nos atendían y nos ofrecían mate.

Apenas Portugal recuperó “su” Colonia la fortificó. Construyó una muralla y una ciudadela. Las idas y vueltas entre los dos países ibéricos tenían sus consecuencias en el Río de la Plata;  así Colonia cambió de mano varias veces. España la tomaba por las armas y Portugal la recuperaba por la diplomacia. Hasta que Napoleón invadió la Península.

La ciudad vieja se puede visitar en un par de horas pero es tan atractiva que nos deteníamos a cada paso a sacar una foto, a leer un cartel histórico o simplemente a disfrutar del ambiente. El sol se ponía. Decidimos ir al hotel. Volveríamos a la noche a visitar los fantasmas de la ciudad.

Con España sin poder reaccionar Buenos Aires tomó ventaja y se rebeló pero la Banda Oriental no se plegó. El Rey de Portugal, exiliado en Río de Janeiro, también aprovechó la oportunidad e invadió todo lo que hoy es Uruguay. Lo anexó con el nombre de Provincia Cisplatina. Montevideo y Colonia pasaron nuevamente a manos lusitanas pero esta vez España no estaba en condiciones de recuperarla.

Un mozo con bigotes “manubrio” y una caja registradora de los años veinte ayudaban a hacernos creer que habíamos viajado en el tiempo a una época no bien definida

Cuando volvimos los faroles tenían a Colonia en una fantasmagórica penumbra. Buscamos un restaurant con ambiente antiguo. Casi no había comensales. Un mozo con bigotes “manubrio” y una caja registradora de los años veinte ayudaban a hacernos creer que habíamos viajado en el tiempo a una época no bien definida. Una buena copa de vino también ayudó.

La Banda Oriental no se rindió así nomás. Las fuerzas imperiales tuvieron que soportar una permanente guerra de guerrillas donde cada pelotón que se alejaba de las murallas caía bajo las armas de los patriotas. La resistencia finalmente se organizó cuando un grupo que se llamó “los treinta y tres orientales” se embarcó en Buenos Aires y tocó tierra uruguaya cerca de Colonia. Cientos de paisanos acudieron a su llamado y el movimiento, con mucha lucha, pudo expulsar al invasor. Colonia y el resto de la Banda Oriental se habían ganado su libertad. Las ruinas del viejo monasterio franciscano de la ciudad atestiguan la ferocidad de la lucha.

Cuando terminamos de comer salimos del restaurant y nos envolvió la noche oscura y un frío intenso. Ahora la ciudad vieja estaba realmente vacía, había caído en manos de sus fantasmas. Con mi cámara y mi trípode intenté capturar esas imágenes de la Colonia del pasado.

Coordenadas: Lat -34gr 28min 21seg, Long – 57gr 51min 6seg

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Comentarios (3)

  • Ana Luisa

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    Todos tus relatos son tan atrapantes como interesantes, no dudes que en algún momento me doy el lujo de regalarme uno de tus libros. Saludos Gerardo.

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  • Gerardo Bartolomé

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    Gracias Ana Luisa. No hay que descartar que haga un libro con todos estos relatos!

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  • Peter Ravenelle

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    Hola Gerardo,
    Muy bueno tu relato. Yo conosco bien a Colonia. Mi Mama nascio ahi. Todavia tenemos uma casa en Colonia y as veces vamos a visitar la Familia.

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