Salar de Uyuni: la lucha del litio y los indígenas

Por: Enrique Vaquerizo (texto y fotos)
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Renato Chumbiarca deja por un momento la azada y descansa  su mirada en la planicie infinita. “Cambiará la vida pero aquí seguiremos mientras la Pachamama quiera”.  A los setenta años de vida, sus ojos gastados y oblicuos como cuchillos no han contemplado otro paisaje: sal, sal y quínua, quínua y sal. El horizonte reverbera en un millar de sombras esquivas que se desvanecen a medida que se acerca el sonido de un jeep.  Renato escupe su bolo de coca,  “Cambiará la vida pero aquí seguiremos mientras la Pachamama quiera”, murmura obstinado mientras se repliega como un galápago escondiéndose en las profundidades de su poncho. El océano blanco que nos rodea parece darle la razón y con un exabrupto feroz rasga en relámpagos un cielo que en este extraño lugar parece querer abrazar la tierra, asfixiando a sus esforzados habitantes.

El océano blanco que nos rodea parece darle la razón y con un exabrupto feroz rasga en relámpagos un cielo que en este extraño lugar parece querer abrazar la tierra, asfixiando a sus esforzados habitantes

Uyuni  no es un lugar especialmente agradable, no hay muchos hoteles y la polvareda parece perseguir tenaz hasta el último de sus rincones. Un inequívoco y lánguido aire de Far West recorre un pueblo en el que sus habitantes se asoman por las rendijas de sus casas como gárgolas mustias y el cementerio de trenes de las proximidades parece querer transportar cuatreros de otro tiempo. Por momentos parece que el aire recalentado se va a arrancar con la banda sonora de una peli de Sergio Leone y que un matojo rodante hará una señal  de claqueta para que las cholitas indecisas elijan entre  ponerse a bailar Can-Can o desencadenar un tiroteo.

Sin embargo las bandas de forajidos aquí han sido sustituidas por rehalas de jeeps cargados de turistas procedentes de las agencias de viajes de La Paz que pasan por el villorrio como alma que lleva el diablo. Uyuni es apenas la puerta de uno de los principales atractivos turísticos de Bolivia, el gigantesco Salar, custodio de ingentes cantidades de oro blanco. La Laguna verde, el desierto de Siloli o la isla de Inkawasi son algunas de las joyas de estos cerca de diez mil kilómetros cuadrados  que justifican por si solas más de una semana de viaje y las cerca de doce horas de autobús por un camino tortuoso e infernal desde la ciudad de La Paz.

Uyuni es apenas la puerta de uno de los principales atractivos turísticos de Bolivia, el gigantesco Salar, custodio de ingentes cantidades de oro blanco.

Sin embargo en los últimos años este lugar único en el mundo ha dejado de ser noticia por sus encantos turísticos y se debate en una encrucijada que es también la de toda Bolivia. En ella se mezclan, intereses financieros y necesidades energéticas a nivel mundial, impacto medioambiental, un país aferrado a su única oportunidad para salir de su subdesarrollo y sus comunidades indígenas dispuestas a resistir hasta las últimas consecuencias. Complicado cóctel revoloteando alrededor de un tesoro que se esconde en las entrañas del Salar, el preciado litio, mineral imprescindible para la construcción de las baterías del coche eléctrico, quimera del futuro al que el agotamiento de los combustibles fósiles parecen hacer una realidad cada día más cercana.

El Salar de Uyuni posee  cerca de  50% de las reservas totales de litio del planeta lo que convertiría a Bolivia en propietaria de un manantial de riqueza  comparable al de Dubai o Arabia Saudita con el petróleo. Problema: hablamos de un panorama comercial para un mercado que es aún una entelequia y el país carece de la tecnología necesaria para extraer y comerciar el mineral. Las grandes multinacionales de la automovilística General Motors, Mitsubishi, Bolloré, coreanas, japonesas, chinas no han cesado de acosar en los últimos años al gobierno boliviano para obtener la concesión a la explotación del Salar. El Gobierno de Evo Morales hasta el momento se ha mostrado inflexible, el litio se fabricará y comercializará desde Bolivia, la intención es buscar socios minoritarios que aporten la tecnología necesaria, no corsarios que esquilmen la riqueza del país.

Alrdedor de el Salar viven cerca de siete mil aimaras repartidos por diversas comunidades

Más problema: la constitución boliviana y su carácter original, que reconoce el derecho a las treinta y seis  etnias indígenas del país a ejercer la soberanía sobre sus territorios ancestrales y la explotación de sus recursos. Alrdedor de el Salar viven cerca de siete mil aimaras repartidos por diversas comunidades que como Renato advierte no están dispuestos de renunciar a sus formas tradicionales de vida, cultivo de quinua y pastoreo de llamas y alpacas aunque los cubran con montañas de dólares. De momento la ley les ampara y con una tozudez a prueba de bombas niegan su voto definitivo para hacer el acuerdo.

Por último la construcción de una planta en el Salar causaría un impacto medioambiental bastante dañino y acabaría con una de las gallinas de los huevos de oro del turismo boliviano. Numerosas variantes para una situación complicada y con intereses encontrados. De momento el Gobierno ha instalado una planta piloto para producir carbonato e litio que estará lista en unos meses con la aportación tecnológica del consorcio coreano Kores Pasco. En unos cinco años la producción de litio en el país podría ser una realidad.

Al frente aparece la isla Inkawasi como  un navío desamparado en plena tormenta, vigilando su colección de  bellísimos cactus

El jeep recorre la gran explanada a toda velocidad, el paisaje se torna irreal. Nos sumergimos en un mar de sal, infinito, absoluto, de una pureza nívea apabullante. Al mirar a todos lados la luz rebota en los montones  salinos despidiendo rayos cegadores que se desparraman juguetones en todas direcciones. La sensación es casi espiritual al fundirte con una naturaleza que aquí se muestra minimalista y terrible, despojada de todo artificio. Al frente aparece la isla Inkawasi como  un navío desamparado en plena tormenta, vigilando su colección de  bellísimos cactus. Apenas un par de horas para parar, relajarse y seguir trayecto hacia el desierto de Siloli, y la Laguna Colorada. Allí al anochecer un grupo de aimaras recogen sus aperos de labranza  abandonan los campos de quinua y se dirigen macilentos al racimo de casas desperdigadas que componen su comunidad. Al cruzar el jeep uno de ellos ya anciano  levantan apenas la vista del suelo para lanzar una mirada furtiva y desconfiada.

Por un momento recuerdo a Renato y pienso  que en estos hombres resignados y duros, con un destino forjado a  base de siglos de afrentas y desdichas, se encuentra la llave para preservar uno de los pocos paraísos intactos que quedan en el mundo. Resistiendo aun al acoso de gobiernos y multinacionales  como aquella pequeña aldea gala, empecinada,  ahora y siempre frente al invasor, pese a que nadie más que ellos merece el derecho de claudicar y cubrirse de dólares. Sin embargo en los ojos duros del anciano que empequeñece ya a toda velocidad en el polvoriento espejo retrovisor me ha parecido percibir una determinación furiosa  e inequívoca “Cambiará la vida, pero aquí seguiremos mientras la Pachamama quiera”.

El camino

12 horas en autobús desde La Paz por un camino duro y difícil, sobre en todo en su último tramo sin asfaltar.
Viaje en autobús desde La Paz a Oruro unas tres horas y media de viajes y tren de Oruro a Uyuni, siete horas.
Para recorrer el Salar imprescindible contratar una agencia de viajes desde La Paz, precios bastante económicos por tres días menos de 200 dólares por persona.

Muy recomendable

Laguna Colorada
La laguna más espectacular del Salar singular por el color  rojizo de sus aguas, variable en función de la hora del día. Excelente para la observación de flamencos y se constituye en un sitio de singular interés por la coloración de sus aguas; los mamíferos más representativos de la región como la vicuña, la vizcacha y la llama. Hotel precario y terriblemente gélido en sus proximidades. Disfrute y congelación asegurados.

Laguna Verde
Ubicada en el extremo sur de la Reserva, De color  verde esmeralda debido al alto contenido de magnesio de sus aguas. Próximo a esta laguna se encuentra el volcán Llicancabur con una altura excelente para hacer trekking . Próximo a la frontera con Chile.

Isla Inka Wasi
Uno de los elementos más peculiares del parque. Isla Rocosa que emerge solitaria de las profundidades del Salar, con una forma parecida a la de un pescado .Poblada por un ecosistema de fósiles de aguas marinas y cactus con alturas que llegan a alcanzar los 8 metros. Uno de los paisajes más extraños y bellos del mundo.

Desierto de Siloli
Desierto de gran belleza con caprichosas formas rocosas, como el conocido árbol de Piedra. Extensísimo y sorprendente constituye la puerta de entrada a la reserva de fauna andina de Eduardo Abaroa.

Sol de Mañana
Cerca de Laguna Colorada en el camino hacia el Salar de Chalviri. Zona con intensa actividad volcánica. En los cráteres se pueden observar lava hirviendo intensamente;,, las fumarolas emiten vapores mixtos de agua y vapor caliente que alcanzan alturas de 80 a 100 metros; Posibilidad de tomar un relajante baño en las piscinas naturales que forman los geiseres.

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Comentarios (6)

  • ricardo coarasa

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    Espectacular reportaje, muy literario y con calado social. Fantástico el comienzo, me ha encantado. Enhorabuena Enrique!! Un placer leerte en VaP

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  • enrique vaquerizo

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    Gracias Ricardo, el placer es para mi al escribir aquí. Uyuni merece una visita tanto a nivel turístico como por la interesante situación política que lo rodea. Esperemos que sepan conjugar naturaleza y desarrollo aunque lo dudo.

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  • Noeli

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    Me ha encantado este post Enrique!!
    Bolivia es uno de los lugares donde me encantaría viajar.
    Un saludo.

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  • Enrique Vaquerizo

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    ¡Gracias Noeli!, Bolivia es un país increíble para mi el que mejor guarda la esencia indígena de toda Latinoamérica, si te animas no te arrepentirás.

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  • Isabel

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    Como siempre saben a poco tus escritos , siempre se desea algo más e invitan a visitar estos lugares tan desconocidos

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