Sin noticias de Ítaca

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Batopilas, pueblo mágico

México se ha llenado de pueblos mágicos. Es cierto que de magia este país nunca ha debido de andar escaso, pero de un tiempo a esta parte a la Secretaría de Turismo la varita se le ha debido ir de las manos porque se le ha derramado a borbotones por toda su geografía.

Cancún: life is now

Porque lo siento, pero los que escribimos en Vap también hacemos estas cosas. Lo de la aventura y el polvo es todo una farsa y en realidad somos unos turistazos de playa. Pero en este maldito simulacro de ciudad-autopista tienen escondido el mar y no piensan soltarlo tan fácilmente hasta que aflojes unos pocos dólares como rescate.

Mister Tourist en el país de los persas. Crónicas de Irán (II)

Las rinoplastias están causando furor en el país desde hace un par de años, en especial entre la clase media alta. Por apenas mil euros, eliges una nariz a la carta que en el caso de la mayoría de chicas suele ser la misma, larga y rectísima para realzar las facciones. “En Irán las chicas no podemos mostrar mucho de nosotras, así que lo que puede verse, queremos que esté perfecto”, confiesa Neda.

Mister Tourist en el país de los persas. Crónicas de Irán (I)

Disparan unos contra otros, madres, tíos, sobrinos… incluso a sus propios hijos. Disparan abuelitos con bastón, y mujeres ataviadas con hiyab, negrísimas como cuervos. Desenfundan sus móviles y pasean entusiasmados con sus palos selfies al hombro. Si no tienes cuidado los iraníes disparan contra ti, mientras te abrazan sonrientes y te piden que mires al pajarito. La revolución selfie ha llegado al país para quedarse y entre las ruinas de Persépolis arrecia una balacera de flashes.

Paraguay: los crucificados del país más feliz del mundo

Así que más de veinte trabajadores junto a sus familias cogieron madera y clavos y en vez de subir al Gólgota se instalaron en un cuarto junto al Ministerio de Trabajo con las muñecas atravesadas y dispuestos a mantener la protesta hasta ser readmitidos. Desde entonces la zona vive en un estado de romería constante; medios de comunicación, policías, médicos, sacerdotes y ciudadanos que se pasan por allí por si acaso sucede algún milagro.

La ciudad perdida de los Tayrona

El francés por ejemplo recuerda que hace poco leyó en algún sitio una teoría basada en que la presencia española aumentó de forma decisiva el nivel de agresividad en el continente, se extendió como un virus y provocó aún más atrocidades entre los indígenas. Los dos suizos parecen encantados con esta explicación y relatan su visita recienta a las minas del Potosí y lo mucho que les impresionó la crueldad que se respiraba en aquel sitio. El belga que inexplicablemente parece haber olvidado la existencia de un tal Leopoldo

Charlie Hebdó y las buganvillas

Internet decía que estaban bien y fuera de peligro, que algunos vecinos de la ciudad consiguieron alertarlas, a tiempo de que se refugiasen con otros cristianos en el cuartel militar de la ciudad, que lo peor había pasado y en unos días podrían tomar algún avión con destino a Togo, a Burkina o a Benin. Durante los días siguientes la gente de la ciudad se dedicó a llevarles comida y a salvar algunos enseres de la Misión.

Una casa en La Paz

Las bragas y sujetadores florecían en las lámparas como champiñones, mientras las plantas se adueñaban del piso de arriba, trepaban por las paredes y se desparramaban por las escaleras en un rumor sordo como de sinfonía amazónica. Espantada, cobraba y salía disparada, antes de que saliese un jaguar de debajo del sofá.

A mí sí me gusta París

París no es una ciudad fría, cara y sin alma, etcétera. Pasear por sus calles y atrapar un síndrome de Stendhal como quien agarra un catarro sale absolutamente gratis. Parte del encanto de esta ciudad radica en esas dentelladas frías y miserables que te regala febrero mientras te relames al mirar dentro de las brasseries para luego irte a comer patatas fritas grasientas en cualquier kebab.

Tres historias africanas

Me cuenta sus viajes por África desde el Congo hasta Angola. Martin es un excelente conversador y salta de un tema a otro con la agilidad y la decisión de un funambulista, te pone un manjar entre los labios para rápidamente arrebatártelo y sacar otro conejo de la chistera aún más gordo y suculento.
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