Aquí no estamos solo para hacernos el Indiana Jones, también hacemos cosas de guiris como todo el mundo. Después de todo las vacaciones se acaban, estamos cansados y nostálgicos y ya todo nos da lo mismo. Al viaje hay que darle lo que es del viaje y a Instagram lo que es de Instagram...
México se ha llenado de pueblos mágicos. Es cierto que de magia este país nunca ha debido de andar escaso, pero de un tiempo a esta parte a la Secretaría de Turismo la varita se le ha debido ir de las manos porque se le ha derramado a borbotones por toda su geografía.
Porque lo siento, pero los que escribimos en Vap también hacemos estas cosas. Lo de la aventura y el polvo es todo una farsa y en realidad somos unos turistazos de playa. Pero en este maldito simulacro de ciudad-autopista tienen escondido el mar y no piensan soltarlo tan fácilmente hasta que aflojes unos pocos dólares como rescate.
Las rinoplastias están causando furor en el país desde hace un par de años, en especial entre la clase media alta. Por apenas mil euros, eliges una nariz a la carta que en el caso de la mayoría de chicas suele ser la misma, larga y rectísima para realzar las facciones. “En Irán las chicas no podemos mostrar mucho de nosotras, así que lo que puede verse, queremos que esté perfecto”, confiesa Neda.
Disparan unos contra otros, madres, tíos, sobrinos… incluso a sus propios hijos. Disparan abuelitos con bastón, y mujeres ataviadas con hiyab, negrísimas como cuervos. Desenfundan sus móviles y pasean entusiasmados con sus palos selfies al hombro. Si no tienes cuidado los iraníes disparan contra ti, mientras te abrazan sonrientes y te piden que mires al pajarito. La revolución selfie ha llegado al país para quedarse y entre las ruinas de Persépolis arrecia una balacera de flashes.
Así que más de veinte trabajadores junto a sus familias cogieron madera y clavos y en vez de subir al Gólgota se instalaron en un cuarto junto al Ministerio de Trabajo con las muñecas atravesadas y dispuestos a mantener la protesta hasta ser readmitidos. Desde entonces la zona vive en un estado de romería constante; medios de comunicación, policías, médicos, sacerdotes y ciudadanos que se pasan por allí por si acaso sucede algún milagro.
“Más, muchos más, aunque la mayoría están enfermos. Los chamanes les prohibieron comer carne de venado y ahora sólo se alimentan de miel, también de algún oso hormiguero, son lentos y fáciles de atrapar dice” mientras se frota sonriente la barriga.
El francés por ejemplo recuerda que hace poco leyó en algún sitio una teoría basada en que la presencia española aumentó de forma decisiva el nivel de agresividad en el continente, se extendió como un virus y provocó aún más atrocidades entre los indígenas. Los dos suizos parecen encantados con esta explicación y relatan su visita recienta a las minas del Potosí y lo mucho que les impresionó la crueldad que se respiraba en aquel sitio. El belga que inexplicablemente parece haber olvidado la existencia de un tal Leopoldo
El maldito sello de Guinea Bissau vuelve a causar pavor entre el personal y esta vez además han descubierto en la página de atrás el de Mali. De nuevo se reúne un conciliábulo que parece la Sociedad Geográfica Española, intentan determinar si son países que puedan atentar contra la seguridad nacional.
Internet decía que estaban bien y fuera de peligro, que algunos vecinos de la ciudad consiguieron alertarlas, a tiempo de que se refugiasen con otros cristianos en el cuartel militar de la ciudad, que lo peor había pasado y en unos días podrían tomar algún avión con destino a Togo, a Burkina o a Benin. Durante los días siguientes la gente de la ciudad se dedicó a llevarles comida y a salvar algunos enseres de la Misión.
¿Español?, ¿Como el otro chico?, ¿El que desapareció ? No tiene por qué pasar nada, es un sitio tranquilo si no buscas problemas, pero español…esos indios son rencorosos.
Las bragas y sujetadores florecían en las lámparas como champiñones, mientras las plantas se adueñaban del piso de arriba, trepaban por las paredes y se desparramaban por las escaleras en un rumor sordo como de sinfonía amazónica. Espantada, cobraba y salía disparada, antes de que saliese un jaguar de debajo del sofá.
Cuando estaba considerando una salida digna, o sea la posibilidad de llamar a la ofi para decir que estaba enfermo ya en mi segundo día, un par de sombras me asaltaron de improviso por la espalda y me cogieron por las axilas. – “¡Vaya, lo que faltaba, resaca y secuestro express para desayunar!
París no es una ciudad fría, cara y sin alma, etcétera. Pasear por sus calles y atrapar un síndrome de Stendhal como quien agarra un catarro sale absolutamente gratis. Parte del encanto de esta ciudad radica en esas dentelladas frías y miserables que te regala febrero mientras te relames al mirar dentro de las brasseries para luego irte a comer patatas fritas grasientas en cualquier kebab.
El taxista frena bruscamente, todos los sentidos alerta. ¡Toque de queda, toque de queda!, grita mientras da media vuelta. ¿Pero qué hace? El rumor suena ahora peligrosamente cerca y puedo identificar el ruido ¡Disparos!
Un día Malam y Gado el padre y el tío de Riskoi decidieron abrir el primer proyecto de escuela nómada en Sallaga, entre los escasos recursos de los diferentes clanes lograron reunir cuatro meses de sueldo de un profesor y levantaron una techumbre bajo la que guarecer a los alumnos los diez días de lluvia al año que el Sahel concede en Níger.
En ocasiones buscar eso te aboca a rastrear sombras, en una persecución imposible al pasado, en cada lugar donde aterrizo busco una realidad que desapareció cincuenta años antes. Sin embargo estoy convencido que jamás ningún lugar podrá provocarme la misma impresión que sufrí en aquellas primeras horas de Tanout espoleado por la paranoia y el miedo.
Me cuenta sus viajes por África desde el Congo hasta Angola. Martin es un excelente conversador y salta de un tema a otro con la agilidad y la decisión de un funambulista, te pone un manjar entre los labios para rápidamente arrebatártelo y sacar otro conejo de la chistera aún más gordo y suculento.
Y el banquete continúa; estofada, frita o a la brasa, la carne de perro y caballo se cotizan como delicatessens. Issoufou un anciano forgeron me cuenta que si tienes la suerte de comer la pata de un perro negro, adquieres el poder de ser invisible para tus enemigos durante la noche. Me regala un amuleto para proseguir el viaje de forma segura.
Y aquí estamos, me he gastado una pasta, la que llevaba acumulando las semanas anteriores, con minúsculas raciones de pollo a la brasa y durmiendo en los autobuses para no coger hoteles. Me lo juego a un golpe de ruleta, todo al rojo, el parque de Waza espera.