lluvia

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Kruger: la noche que se despedazó el cielo

De pronto, noté el viento sacudiéndome en la cara. Se levantó un olor a tierra mojada, a tierra por parir, a noches de cielo despedazado. Me fijé que a lo lejos se veían algunos rayos. Parecían perdidos, lejanos, inalcanzables. Pronto llegó también el sonido. Se escuchaban los truenos partir el horizonte. Lo lejano se hizo rápido cercano. La lluvia comenzó a descargar con fuerza. El aire era pesado con su olor a entrañas. Y de pronto, en medio de aquellas jornadas duras, difíciles, ocurrió lo sublime, la magia.

El niño que me salvó de la lluvia

El viaje por Etiopía en moto estaba siendo todo lo contrario de lo que yo me había imaginado. En vez de encontrar el desierto, los campos de refugiados, los niños con las tripitas hinchadas por el hambre y mucha pobreza, me encontré en un país de altas montañas y verde.
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