Cabo Norte: caviar y champagne en el punto más al norte de Europa

Por: Alfonso Polvorinos (texto y fotos)
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Seguramente el nombre de Francesco Neri, aparte de su innegable origen italiano, no os diga nada. He de confesar que cuando llegué aquí por vez primera éste personaje tampoco era conocido para mí, pero ahora tenemos algo en común…

Algo más –poco- conocía sobre Richard Chancellor, quien rodeó el Cabo Norte en 1553 en su intento de encontrar el Paso del Noreste, una ruta marítima muy a colación del fabuloso último título de Javier Reverte “En mares salvajes”; pero no fue este célebre explorador inglés el que ligó su nombre a este saliente terrestre como visitante sino el científico italiano que lo pisó por primera vez. Francesco Neri fue el primer turista en llegar al Cabo Norte. Lo hizo desde el mar, en un verano de 1664, y muy probablemente aprovechando la mayor cantidad de luz solar que en esa época del año proporciona el sol de medianoche. Una vez en la base de este acantilado de 307 metros de altura, remontó la ladera abriéndose paso por el escarpe rocoso en el que hoy está tallado un empinado sendero y coronó el promontorio. Estaba en el Cabo Norte.

En el Cabo Norte (Nordkapp) todo impone. Impone ahora y me impuso hace diez años, cuando lo pisé por primera vez. Es un lugar sobrecogedor en verano pero mucho más en invierno, cuando la naturaleza ártica se manifiesta con toda su fuerza y crudeza. Es tiempo de ventiscas, de duras nevadas y temperaturas que rompen termómetros, pero también de las danzas espectaculares de las auroras boreales. En el invierno de 2001 llegué hasta aquí abriendo huella con mis raquetas de nieve tras cuatro días de intenso temporal que cortó los accesos a las inmediaciones del cabo durante todo ese tiempo;  pero no quiero aburriros con mis aventuras sino compartir con vosotros la extraña sensación que se siente al pisar por primera vez –y segunda, y tercera…-, el punto más septentrional del continente europeo, la sensación de poner un pie en los 71º 10’ 21’’ de latitud norte. Sensación, por otra parte, compleja de explicar. Se agolpan en el alma soledad, satisfacción, triunfo y la irremediable y relativa sensación de hollar lo inhóspito ignorando (o no) que las afirmaciones sobre este lugar son una verdad a medias. En realidad no se trata de tierra firme continental, sino el extremo de la isla de Mageroya y lo que es peor, ni siquiera es el punto más septentrional del viejo continente. Le ocurre como al Cabo de Buena Esperanza, que se lleva la fama y las medallas cuando en realidad el punto más austral del continente africano es el vecino Cabo Agulhas. En el caso del Cabo Norte el verdadero extremo de Europa está a tiro de piedra, a golpe de vista desde el globo terráqueo que preside el promontorio y que se ha convertido en el símbolo de la zona. Se trata de Knivskjellodden, un cabo que se proyecta 1.500 metros más mar adentro. Este lugar de nombre impronunciable es menos fotogénico y no cuenta con el aspecto inexpugnable que ofrece el Nordkapp. Si queréis conocerlo se llega caminando en un par de horas (9 km.) desde un cabo a otro y es una de las rutas más populares para los visitantes que en época estival se acercan hasta este rincón de la provincia noruega de Finnmark. 200.000 turistas visitan cada año el Cabo Norte, la inmensa mayoría en verano.

Es un lugar sobrecogedor en verano pero mucho más en invierno, cuando la naturaleza ártica se manifiesta con toda su fuerza y crudeza.

¿Qué se encuentra el viajero cuando llega al Cabo Norte? Pues recibe al visitante el Nordkapphallen (North Cape Hall). Una mezcla entre centro turístico y hall de la fama. Un edificio subterráneo, inmenso por cierto (5.000 metros cuadrados), en el que el visitante encuentra todos los servicios “necesarios” en uno de los confines del mundo. Esto es: restaurante, cafetería, tienda, servicios, capilla, lugar de eventos, exposiciones, centro de interpretación y la sede del Royal North Cape Club. Como manda la tradición, al pisar el Cabo Norte, se debe brindar con champagne y caviar ártico, algo que saben bien todos aquellos que tras llegar hasta aquí se inscriben como miembros en tan selecto club.

Durante la época estival las formas de acceder al Cabo Norte son básicamente dos: bien en bote desde Honningsvag –principal población de la zona-, Kamoyvaer o Skarsvag hasta el pequeño puerto de Hornvika y desde allí subir caminando los citados 307 metros, o bien por carretera desde Honninsvag. Una vez aquí sólo resta asomarse al abismo del mar del Norte y levantar la vista hacia el horizonte infinito en el que la próxima porción de tierra dista casi 2.000 kilómetros. Es el Polo Norte. Tan magna visión merece ser celebrada, ¿qué tal un poco de champagne con caviar?

Más información: Paraísos del Mundo. http://ecoparaisos.blogspot.com/

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Comentarios (6)

  • Paulus

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    ¿Cuántos días necesito para hacer un viaje de España hasta allí?

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  • Juancho

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    Acabo de leer en un libro, aún no publicado, de otro viajero como tu, su paso por el Cabo Norte, y las sensaciones que relatáis resultan bien parecidas. Qué experiencia… Lástima que tu prudencia nos haya privado del relato de la aventura… No aburrís, los buenos contadores de historias no aburrís nunca!! Un abrazo, Alfonso

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  • Alfonso Polvorinos

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    Hola Paulus, medio día es suficiente. De España a Oslo y luego un vuelo doméstico (varias opciones). Continuación por carretera. Sin problema y bien comunicado. Saludos.

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  • Alfonso Polvorinos

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    Hola Juancho, gracias. En realidad con aburrir quiero referirime a que el protagonista de esta historia es Francesco Neri. En mi blog http://grandesrutas.blogspot.com/ te doy más detalles de mi historia… Espero te guste si tienes ocasión de leerlo. Un saludo y gracias de nuevo por tu comentario.

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