Gozo: la isla de la ninfa Calipso
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¿Quién puede resistirse a la llamada de Ulises? En su accidentado regreso a la patria tras la guerra de Troya, el astuto Odiseo de los pies ligeros recaló, muy a su pesar, en la isla Oggigia. Siete largos años lo retuvo allí la ninfa Calipso, la “terrible diosa” de lindas trenzas. La cartografía de la literatura guía la brújula de la curiosidad hacia lugares insospechados. Hace unos años, en un recorrido por el sur de Túnez lamenté no disponer de tiempo para acercarme a la isla de Djerba, que reclama para sí la paternidad de la tierra de los lotófagos que intentaron hace desistir a Ulises de regresar a Ítaca ofreciéndoles sus manjares. Ahora, no quería experimentar de nuevo esa desazón en Malta. Tenía que acercarme a la isla de Gozo, a la conocida como cueva de Calipso, que los malteses identifican con el lugar del cautiverio de Ulises.
Viajamos hacia el norte de Malta, la principal isla del archipiélago, entre las características torres defensivas ordenadas construir por la Orden de Malta como defensa frente al Gran Turco (sobre el gran asedio de 1565 y la participación española en la defensa de la isla publicamos un extenso reportaje en VaP). Hacemos un alto en la bahía de San Pablo, el hocico de un gran caimán husmeando en la costa, donde la tradición cuenta que naufragó el apóstol camino de Roma, donde debía ser juzgado por profanar el templo de Jerusalén y por su magisterio contrario a la ley judía. Que el apóstol de los gentiles naufragara aquí o no y pasara tres meses en la isla es cuestión de fe, pero desde luego el cristianismo está firmemente asentado en Malta, baluarte católico donde a día de hoy no se permite el divorcio, ni el aborto, ni las bodas homosexuales.
Hacemos un alto en la bahía de San Pablo, el hocico de un gran caimán husmeando en la costa, donde la tradición cuenta que naufragó el apóstol
Un poco antes de llegar a Cirkewwa, el puerto de donde zarpan los ferries a Gozo (4,65 euros ida y vuelta el billete), un poblado inmaculado, acantilado abajo, llama la atención. Parece recién pintado en la viñeta de un comic. Es el Popeye Village, donde se rodó la película del marinero de las espinacas vigorizantes. La réplica se construyó con madera importada de los bosques canadieneses. Ahora es una simple atracción turística en la bahía de Anchor, donde unos pescadores ejercitan sobre un malecón, una mañana más, la infinita disciplina de la paciencia.
A bordo del ferry, Javier coquetea con el mareo durante los veinte minutos de travesía sin llegar a consumar, por esta vez, el temido idilio. Pasamos junto a la pequeña isla de Comino (la tercera en discordia) y su Torre de Santa María, donde se grabó una de las versiones de “El Conde de Montecristo”. El barco está lleno de moteros, porque por aquí se estila darse una vuelta en moto los domingos por Gozo.
En el puerto de Mgarr el Mediterráneo mece a las barcas como acunaría una madre a su recién nacido en el regazo
La llegada al puerto de Mgarr es pura esencia mediterránea. La rada está salpicada de pequeñas embarcaciones marineras con el ojo de Osiris dibujado en la popa, una costumbre fenicia que protegía de las adversidades a los hombres de la mar. El Mediterráneo mece a las barcas como acunaría una madre a su recién nacido en el regazo.
Antes de dirigirnos a la Cueva de Calipso, al norte de la isla, deambulamos en la capital, Victoria (también conocida como Rabat), por el interior de la impresionante ciudadela. En pocos sitios las fortificaciones dicen tanto de la historia del lugar como en Malta, un enclave estratégico obligado a extremar las precauciones defensivas a lo largo de los siglos. En las paredes de la catedral de Santa María está la huella de la devoción religiosa de los malteses: embarcaciones cinceladas en los muros para implorar a Dios protección en el mar.
Aquí el tiempo parece un aliado, no un enemigo, quizá por que las prisas parecen proscritas y las horas sólo las marca el vaivén de las olas sobre la costa
Aquí la vida se recrea en sus pausas, en el silencio de unas pisadas por el laberinto de callejuelas que abrazan la ciudadela. El tiempo parece un aliado, no un enemigo, quizá porque las prisas parecen proscritas y las horas sólo las marca el vaivén de las olas sobre la costa. Silvia Quiroga, nuestra excelente guía, nos comenta la rivalidad entre los habitantes de Malta y Gozo. “Cuando le dices a alguien que parece gozitano le reprochas que se toma la vida con demasiada calma”. Las vistas desde aquí son excelentes, con la cúpula carmesí de la iglesia de San Jorge emergiendo de las casas como una atalaya de la moralidad. Acérquese a la principal plaza de Victoria, It-Tokk, y comprobará que la hospitalidad de los gozitanos no tiene límites: no se sorprenda si ve la puerta de una vivienda con las llaves metidas en la cerradura despreocupadamente, invitando a pasar al forastero.
Pero el espectáculo natural más sorprendente de Gozo es el Azure Windows, una gran ventana de piedra elevada veinte metros sobre el mar que parece la travesura de un dios artista. En la laguna natural de Inland Sea se puede alquilar una barca para acercarse a este arco rocoso a través de un túnel que atraviesa el acantilado y permite navegar en mar abierto. La travesía es relajante.
El espectáculo natural más sorprendente de Gozo es el Azure Windows, una gran ventana de piedra sobre el mar que parece la travesura de un dios artista
De camino a la cueva donde padeció Ulises su cautiverio hay que que echar pie a tierra en las salinas de Qbajjar de la antigua Gaudes romana. De aquí se extraía la sal con la que se pagaba el sueldo (salario) a los soldados del imperio. Nos dirigimos ahora hacia el este. Nadie puede irse de Gozo sin visitar los templos de Ggantija, los más antiguos del mundo (levantados 3.600 años antes de Cristo). Muy cerca de aquí se sitúa el acantilado de Ramla Bay, una de las principales playas de Gozo. Pero en esta bahía de tierra roja no buscamos darnos un chapuzón, sino acceder a la cueva de Calipso, la hija de Atlante que mantuvo prisionero al héroe de Troya. Ulises lo cuenta en “La Odisea”:
“Me llevó a su hogar algun numen después que Zeus hundió con el ardiente rayo mi veloz nave en medio del vinoso ponto”
Sus compañeros habían perecido en el naufragio y él sobrevivió agarrado a la quilla del bajel durante nueve días. “Y en la décima y oscura noche lleváronme los dioses a la isla Ogigia”, donde Calipso ejerció de amable anfitriona: “Me recogió, me trató solícita y amorosamente”. Pero no estaba dispuesta a dejarle marchar e intentó seducirle con ensalmos. “Díjome a menudo que me haría inmortal y exento de la senectud para siempre”, confiesa Ulises, quien explica que “allí estuve detenido siete años y regué incesantemente con lágrimas las divinales vestiduras que me dio Calipso”.
A la cueva se accede por un agujero en el suelo que ahora está acordonado con advertencia de que no se puede pasar. Unas escaleras de piedra descienden hacia el interior
A la cueva se accede por un agujero en el suelo que ahora está acordonado con advertencia de que no se puede pasar. Unas escaleras de piedra descienden hacia el interior y un pasamanos en muy mal estado complica la operación. No hemos venido hasta aquí para contentarnos con asomarnos a la cueva, así que tras echar un vistazo alrededor sorteamos la cinta y bajamos al interior de la cavidad, desde donde se ve otra abertura en el acantilado rebosante del azul infinito del Mare Nostrum.
Ulises tardó siete años en poder huir de aquí. “Cuando vino el año octavo, me exhortó y me invitó a partir”. Calipso le proporcionó entonces una balsa, “abundante pan y dulce vino”, vestidos divinales y le regaló “favorable y plácido viento” para la travesía. Nosotros no aguantamos ni siete minutos. Satisfecha la curiosidad literaria, salimos de la cueva de Calipso con cuidado para no partirnos la crisma.
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-La mejor opción para alojarse en Gozo es alquilar una casa de campo y disfrutar de la apacible rutina de la isla. Más información en www.visitmalta.com.
-Un buen lugar para comer es la terraza de Il-Kartell, en Marsalforn (algo así como “cala caliente” en maltés). El antipasto gozitano (salchichas maltesas de cerdo aderezadas con semillas de cilantro, olivas, alcaparra, queso de cabra, tomate seco y berenjenas) y el guiso de conejo merecen la pena. Los vinos son de su propia bodega. La comida sale a unos 25 euros por persona.
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Comentarios (2)
Mayte
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Super interesante Ricardo. Otro lugar al que me gustaría mucho ir! Es que no da tiempo en una vida….
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ricardo
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Pues no sé si el de arriba estará por la labor de regalarnos otra, asi que habrá que aprovechar ésta. Muchas gracias Mayte
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