De Etosha a Costa Esqueletos, de Epupa al Namib, del Fish River Canyon a Cape Cross… Miren las fotos y contemplen el que para mí es el país más bello que contemplé en el mundo. Namibia es un inmenso desierto de colores ocres, sombras de alabastro y pieles de arcilla. En sus carreteras nunca hay nadie ni tampoco se le espera. Las dunas son altas y del color de la sangre. En sus parques lo salvaje es un descuido que adormece cuando se resignan las hienas. Namibia es el lugar al que seguro que volveré.
Cuando se muere por vivir
En ninguno de esos sitios busqué el riesgo, de hecho tengo por costumbre intentar evitarlo, pero es más fuerte la querencia de conocer el mundo y tratar de completar el puzzle inabarcable de la raza humana. Y eso no me convierte ni en un héroe ni en un gilipollas.