Playas de Cuba: los zarpazos del «todo incluido»

Por: Diego Cobo (texto y fotos)
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¿Quién no es capaz de admirar la belleza de un mar esmeralda y una arena blanca y fina como la harina? Fray Bartolomé de las Casas, quien transcribió el diario de a bordo de Cristóbal Colón de su primer viaje al nuevo mundo, definió así la llegada a Cuba del genovés el 27 de octubre de 1492: “Dice el Almirante que nunca tan hermosa cosa vio, lleno de árboles, todo cercado el río, hermosos y verdes y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto, cada uno de su manera. Aves muchas y pajaritos que cantaban muy dulcemente (…) Dice que es aquella isla la más hermosa que ojos hayan visto, llena de muy buenos puertos y ríos hondos, y la mar que parecía que nunca se debía de alzar porque la hierba de la playa llegaba hasta casi el agua, la cual no suele llegar donde la mar es brava”.

La descripción, que podría servir 500 años después como reclamo turístico de la isla, mantiene buena parte de verdad, aunque el paso de los años, especialmente de la última década, ha cargado de matices la afirmación. Cuba es uno de los principales destinos turísticos del Caribe, además del más seguro. Pero esto a veces es algo que no importa mucho, sobre todo cuando las vacaciones se basan en tostarse al sol en un recinto amurallado: el todo incluido.

¿Quién no es capaz de admirar la belleza de un mar esmeralda y una arena blanca y fina como la harina?

La perla de las Antillas posee varios núcleos basados en este turismo que atrae a miles de personas cada año. Varadero, los cayos del norte, Cayo Largo del Sur y Guardalavaca pertenecen a esa categoría que cuenta con aeródromos propios y en los que disfrutar durante una semana, vuelo incluido, tiene precios muy bajos. A cambio, el turista no saldrá del macrocomplejo en los diez días que disfrutará del sol, de la comida y del alcohol.

No me creía esto hasta que vi las pistas de aeropuerto puestas sobre el mar donde llegan vuelos directos desde Canadá y Argentina; anuncios de excursiones de un día a La Habana; a los canadienses cargando sus termos de litro con cerveza y ron para no tener que levantarse muchas veces de la tumbona y empecé a sospechar que había personas que no sabían que estaban en Cuba: uno no va de Vacaciones a Cuba, sino a Varadero; ni a México, sino a Cancún; tampoco a la República Dominicana, sino a Punta Cana. El destino específico como universo propio.

El turista no saldrá del macrocomplejo en los diez días que disfrutará del sol, de la comida y del alcohol. El destino específico como universo propio

Hasta aquí, nada más que no concierna a la inclinación de cada cual hacia este tipo de turismo del que he formado parte puntualmente (mea culpa)… si no fuera por las consecuencias que esta nueva fórmula acarrea, tanto en el aspecto medioambiental como social. Y esto lo comprobé hace unos meses en la presentación del libro La nueva fiebre del oro. Las otras ciudades del turismo en El Caribe (Varadero, Bávaro-Punta Cana) en la facultad de Geografía de la Universidad de La Habana, llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Baleares.

En el afán de lograr crecimiento económico, hay países que atraen inversión a cualquier coste social. El turismo de masas se asienta en bellos parajes vírgenes, por lo que el impacto del desarrollo de la actividad económica es inmenso en el entorno natural: expulsión de fauna, presión exagerada sobre recursos naturales o destrucción de la costa con la consiguiente desviación de corrientes y su futura destrucción de arenales. A esto se le suma el hecho de que las empresas que explotan el negocio son multinacionales, y que las construcciones, debido a las bondades del clima, son sencillas y malas. Con todo, un complejo de estas características tarda en amortizarse, atención, alrededor de ¡un año! Es decir, pasados unos años, cuando la empresa hotelera en cuestión ya haya hecho negocio, puede dejar el lugar con un reguero de beneficios inmenso tras de sí.

El turismo de masas se asienta en bellos parajes vírgenes, por lo que el impacto es inmenso en el entorno natural

También existen beneficios a nivel económico para la población local, que logran un empleo en los hoteles; y gastan ese dinero su población, por lo que mueven la economía local. Pero, a largo plazo, las consecuencias son catastróficas, dejando el paraje devastado, sin diversidad natural y sin opciones de recuperar el espacio, ni para actividades personales ni profesionales. Esto también se debatió en la presentación del estudio, puesto que ya está sucediendo en la República Dominicana, se dijo.

El caso de Cuba es algo especial, porque es en los últimos años cuando se está desarrollando más ese potencial turístico que parecía ajeno a un sistema político diferente. Al margen de Varadero, histórico destino turístico, los demás núcleos de sol y playa están siendo desarrollados desde el año 2000. Un ejemplo del impacto negativo de este sector es, por ejemplo, el Cayo Santa María, una isla conectada con la tierra a través de una carretera, “el pedraplén”, de 27 kilómetros sin apenas puentes. Adiós corrientes y flamencos, y bienvenidas aguas estancadas y asfixia de la vegetación.

Adiós corrientes y flamencos, y bienvenidas aguas estancadas y asfixia de la vegetación

Detrás de cada actuación aparentemente inocente, como es pasar unos días en una playa, están operando una serie de factores a menudo contraproducentes. Y es aquí donde entra en juego el concepto de turismo sostenible, basado en el respeto a la diversidad cultural y ambiental y a mantener el equilibrio de los ecosistemas a pesar de la zarpa del ser humano.

En Cuba aún quedan lugares poco explotados, y es allí donde apenas se asoman turistas. Para bien o para mal, el país está planeando más focos turísticos en la isla, con campos de golf incluidos: hay que atraer inversión. Pero hay que recordar que las ofertas turísticas de este país están extremadamente definidas, por lo que pierde sentido cualquier manifestación de espontaneidad. Nunca entenderé por qué los circuitos turísticos ofrecen mojitos a seis dólares en La Bodeguita del Medio, donde sirven los peores mojitos de la ciudad y ya nada mantiene de auténtico.

En Cuba aún quedan lugares poco explotados, y es allí donde apenas se asoman turistas

Otra de esas manifestaciones que alimentan la perversión del turismo lo simboliza un hecho reciente, cuando recibí una visita. Recomendé que fueran a la casa-museo de Hemingway, por lo que preguntaron en el hotel cómo llegar. La única solución que les dieron fue la de coger un taxi, que les cobraba 35 dólares. Cuando yo les dije por teléfono que se podía llegar hasta este municipio de La Habana en autobús o en taxi compartido, a precios irrisorios, la recepcionista del hotel dijo que era imposible. Pues bien: finalmente fueron por medio dólar cada una, cogiendo el taxi compartido a 200 metros del hotel. Ésta es la metáfora del turismo en Cuba.

No conozco a nadie que no venga de conocer el país sin lamentar esas rutas trilladísimas del turismo

No conozco a nadie que no venga de conocer el país sin lamentar esas rutas trilladísimas del turismo. A Cuba le vendría bien fomentar también la riqueza de sus valores, de su orgullo, de su generosidad, de su música más allá del son que se toca en los bares para turistas, de su variedad religiosa, de su historia, etc. Creo que hay pocos países donde una gran parte del turismo viva tan ajena a la realidad de un país… tan fértil en todos los ámbitos. Nunca me gustó el turismo enlatado. Un ejercicio a considerar: viajar también es un arte.

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Comentarios (1)

  • alex torres

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    Recomiendo visitar Cuba, un país maravilloso. Pero huyendo del todo incluido, por supuesto

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