Un barco yanqui en La Habana
La tarde anterior a su llegada había familias mirando el horizonte. ¿Saben si llega hoy el barco yanquí?, le pregunté a dos parejas que me fijé que no hacían nada desde hace unos minutos que no fuera mirar el ir y venir de las olas. "Eso estamos esperando, que llegue", me respondieron ellos con una media sonrisa. Y yo contemplé a su lado, durante algunos minutos, ese mar de La Habana desde el que la alegría cubana se cierne en algo de tristeza, en marcha apresurada y en cuerpos que se hunden tratando de encontrar algo de libertad.