Ayer Al Shabaab cometió el mayor atentado terrorista en Kenia desde 1998. Entraron en la universidad de Garissa y mataron a 147 estudiantes. La cifra de heridos se eleva a 70 aunque aún hoy, antes del toque de queda,seguían apareciendo jóvenes con signos de hipoglucemia que se habían escondido en el tejado de la universidad.
La semana pasada Alshabaab amenazó a los cristianos de Kenia, y advirtió al gobierno de que si no se retiraban las tropas de Somalia, la venganza sería inevitable.Hemos estado en el hospital de Garissa, donde sólo se recibieron heridos. Los cuerpos de las víctimas mortales han ido llegando poco a poco hoy a Nairobi donde se han llevado a cabo las tareas de identificación. Los heridos presentaban en su mayoría heridas de bala, aunque también cortes en el cuello. Ahora mismo permanecen en un campamento vigilado por militares donde están siendo atendidos por profesionales.
La población de Garissa es de mayoría somalí. Me cuentan que el atentado traerá consigo odio y represalias. Algunos vecinos me hablan del odio que sufren por ser somalíes viviendo en Kenia, hablan incluso de vejaciones y amenazas.
Ha sido llamativa la falta de repercusión que este atentado ha tenido en los medios. Recordamos que en el atentado de Westgate, donde murieron personas de varias nacionalidades, los medios se volcaron y la noticia fue portada de los principales diarios durante varios días. ¿Por qué a este atentado se le está dando tan poca importancia? ¿Es porque entre las víctimas no se encontraba ningún Europeo/Americano/Chino? ¿Es que acaso una madre del norte sufre más que una madre del sur?
Estoy en un hotel en Garissa y soy una de las pocas extranjeras sobre el terreno. 147 muertos en Kenia y qué. 147 muertos en Kenia y nuestra dignidad por los suelos, amigos. 147 muertos y el miedo que queda. Y los habitantes de Garissa corriendo por la carretera para llegar a sus casas antes de toque de queda. Y el terror. Y la amenaza constante. Y nosotros hoy durmiendo tranquilos porque hoy, esta vez, a nosotros no nos han hecho pupa. Y total, Garissa está lejos, muy lejos. No es un monstruo debajo de nuestras camas.
Hoy he estado en el hospital de Garissa, he conocido a gente que estuvo ayer en la universidad y sobrevivió, he tenido que parar de trabajar después del toque de queda, y he hablado con familias que han perdido a sus seres queridos. La herida es real, amigos, la he tocado.