Viaje a «Las Galápagos» de la Patagonia

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Frente a aquella extraña piedra triangular el grupo comía animadamente en el campamento mientras el sol se ponía, lo hace muy tarde en esa época del año en el sur de la Patagonia. Cada uno contaba anécdotas de su largo viaje. Un muchacho de cabello claro relataba su travesía por la pampa con gauchos. Contaba como estos habían cazado un avestruz americano, un ñandú, con sus extrañas boleadoras para comerlo por la noche. “Los gauchos me contaron que en la Patagonia había otro tipo de avestruz, uno más chico. ¿Vieron ustedes alguno?”. Uno de los oficiales respondió: “¡Claro! Es lo que estamos comiendo.” Inmediatamente el muchacho de cabello claro se puso de pie y empezó a sacarle a todos los huesos del plato. Mientras el resto del grupo lo miraba atónito, el muchacho fue a la basura y recuperó la cabeza del animal y la mayoría de sus plumas grandes. “¡Eureka!”, gritó con satisfacción.

Eso le disparó la idea de la Biogeografía, clave por la que el naturalista desentrañó el misterio de los misterios: el origen de las especies por la Evolución

Así, imagino yo, ocurrió el gracioso evento del descubrimiento del choique, como se llama actualmente al avestruz patagónico, cuyo primer nombre científico fue Rhea darwinii en honor a Charles Darwin, ese joven de cabello castaño que, en aquella víspera de Navidad en Puerto Deseado, determinó que se trataba de una especie distinta del ñandú pampeano. El descubrimiento tuvo mucha más importancia que la simple clasificación de una nueva especie. El avestruz patagónico, muy parecido al pampeano, despertó al joven Charles la inquietud de por qué especies parecidas viven en territorios contiguos. Eso le disparó la idea de la Biogeografía, clave por la que el naturalista desentrañó el misterio de los misterios: el origen de las especies por la Evolución.

Desde las alturas de los acantilados ría adentro del Deseado observábamos esa extraña piedra triangular que indicaba el lugar donde la tripulación del Beagle acampó en aquella tarde de 1834. La vista era absolutamente sobrecogedora. El hilo de agua, el ampulosamente llamado Río Deseado, corría entre blanquísima arena encajonado en un profundo valle de piedras coloradas. A pesar de estar a más treinta kilómetros del mar un par de ocasiones al año la máxima pleamar trae agua marina hasta allí. Uno de esos raros alineamientos lunar-solares se dan cerca de la Navidad y fue entonces que la tripulación del Beagle pudo navegar tierra adentro, en sus botes en procura de agua potable que la marea entrante les alejaba más y más. En aquel lugar, que hoy se llama “Miradores Darwin”, el artista del Beagle (Conrad Martens) dibujó el lugar del campamento incluyendo la extraña piedra triangular, por eso estaba yo tan seguro de estar viendo el lugar exacto. “No creo haber visto nunca un lugar más apartado del mundo que esta grieta rocosa en la extensa llanura”, escribe Darwin en su diario y hoy esto sigue siendo cierto.

Nosotros seguimos a bordo de nuestra camioneta rumbo al pueblo de Puerto Deseado, donde la ría es ancha y profunda. Frente a nuestra habitación del hotel teníamos otra extraña piedra, esta con forma de Y. “Britanny Rock” la llamó Fitz Roy en un ataque de patriotismo, hoy se la llama Piedra Toba. En otro dibujo de Conrad Martens aparece parte de la tripulación cazando al pie de esta piedra. En el dibujo se aprecian maras, o liebres patagónica, hoy difíciles de hallar ya que fueron desplazadas por las libres europeas introducidas a principios del siglo XX.

Nosotros seguimos a bordo de nuestra camioneta rumbo al pueblo de Puerto Deseado, donde la ría es ancha y profunda

Mientras la tripulación del Beagle relevaba y mapeaba este puerto natural, nuestro joven naturalista recolectaba especímenes de la riquísima fauna de la zona. Tal es así que muchos la conocen como “La Galápagos de la Patagonia”. Unos jóvenes amigos míos crearon Darwin Expeditions, un emprendimiento turístico que lleva a los entusiastas turistas a conocer la bellezas que el naturalista supo apreciar hace ciento ochenta años. Una de la perlas es “el muro de los cormoranes”. Se trata de una pared de piedra donde tres especies de cormoranes anidan a salvo de cualquier predador terrestre. De diciembre a febrero se encuentran alimentando a sus crías, quienes rápidamente alcanzan el tamaño de sus progenitores. Cuando nos acercábamos, lo más silenciosamente que podíamos, los cormoranes se paraban frente a sus crías en señal de protección. No me cansé de sacarles fotos que realzaran los colores de sus ojos y plumaje. Cerca de allí nadaban algunos lobos marinos y también pasaron algunos delfines conocidos localmente como toninas overas.

La clave de la abundancia de especies es que grandes cardúmenes de peces eligen el abrigo de la ría para crecer y multiplicarse. Allí son presa de los mamíferos marinos y de los cormoranes dende les fácil obtener el alimento que demandan sus crías.

Tres días nos quedamos en el lugar, pero es tanto lo que hay para ver que decidimos dejar las ruinas del antiguo y malogrado asentamiento español para otra oportunidad.

Volveremos a Puerto Deseado en busca de más historias.

Contacto@GerardoBartolome.com
Gerardo Bartolomé es viajero y escritor. Para conocer más de él y su trabajo ingrese a www.GerardoBartolome.com

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Comentarios (3)

  • Blas Cuevas

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    Estupendas fotos de animales, especialmente las de los cormoranes. Las fotos de aves son una de mis pasiones como aficionado, muy aficionado, a la fotografía.

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  • Lorena

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    Estupendo reportaje y magnificas fotos sr. BArtolome. Leyendole me entran todavia más ganas de visitar la Patagonia. ¿Es seguro viajar por tu cuenta por alli?

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  • Gerardo Bartolome

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    Lorena, Blas.Gracias por sus comentarios. Me encanta fotografiar aves, ya tengo 250 especies argentinas fotografiadas.
    Respecto de viajar en Patagonia, es absolutamente seguro hacerlo. Las distancias son grandes y los costos tambien pueden serlo, por lo que conviene planearlo bien.
    Siempre pienso en organizar tour para que los turistas conozcan «mi» Patagonia. Quizas lo haga en el 2012.
    Saludos desde Argentina

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