Argusino: el pueblo que reclama sus ánimas

Me hablaba de que su tierra fue anegada por las aguas de una presa hace algunas décadas por mandato de las autoridades y que en le memoria de todos los exiliados se quedó una brecha y que ahora, con ayuda de los medios, pretendían cerrarla. Algunos ancianos murieron voluntariamente o de tristeza, no les dieron opción ni de sacar a sus muertos del cementerio y les entregaron un dinero que decidió unilateralmente la empresa expropiadora.

Me escribió un email hace unas semanas una amiga a México desde la Comarca del Sayago, Zamora, España. Me pedía que le ayudara a dar a conocer una historia. Me hablaba de que su tierra fue anegada por las aguas de una presa hace algunas décadas por mandato de las autoridades y que en le memoria de todos los exiliados se quedó una brecha y que ahora, con ayuda de los medios, pretendían cerrarla. Algunos ancianos murieron voluntariamente o de tristeza, no les dieron opción ni de sacar a sus muertos del cementerio y les entregaron un dinero que decidió unilateralmente la empresa expropiadora.

Y yo, aquí en México, me acordé de cuando hace 15 años fui allí, a los Arribes del Duero, a hacer un reportaje para la revista Turismo Rural con la que colaboraba. Y recordé que después de una primera visita volví meses después, y que vi bodegas debajo de las casas, y una ermita callada, y un río fronterizo en el que se contrabandeaba con tabaco y uvas…

Y recordé a Rocío Carrascal que con la generosidad de quién ofrece todo por devoción nos dejó quedarnos unos días en su casa mientras nos narraba su boda que debía hacerse en la finca de su padre. Y olía a roble y alcornoque y en el cielo las cigüeñas se esforzaban en descolocar los tejados de las iglesias. Era campo, vacío, luchando por no caer en la trampa de las ciudades. “Me alegra que nos intentes dar esta oportunidad”, me dijo cuando le dije que publicaría su callada historia. Lo que aquí cuento no es mío, es la memoria de una comarca ahogada en sus propias palabras. Este es su relato:

Argusino, el pueblo de las ánimas

“Al igual  que otros pueblos de la región de León, el progreso los hizo desaparecer por decreto. Este pueblo se hallaba situado en la comarca de Sayago, distaba de la capital 50 km  y su extensión era de 2.384 Hectáreas. La población era en 1950 de 477 habitantes.

Al igual que la mayoría de los pueblos de Sayago su gente se dedicaba a la labranza de la tierra combinando con la pequeña ganadería. Era muy abundante en caza menor, debido a esto era  muy visitado por cazadores de Vascongadas, Asturias y de León. La vida en el pueblo discurría pacífica y ordenada con su administración en el ayuntamiento, dos escuelas con más de 70 alumnos entre niños y niñas de 6 a 14  años. Había dos tiendas de ultramarinos y coloniales que vendían de todo además de ser taberna y fonda. Los oficios estaban representados por dos fraguas – carpinterías – zapatero – molineros y un batan que trabajaba para la comarca de Sayago y también para la de Ledesma y Lumbrales de Salamanca”.

Así empieza el email que me mandaron que narra la historia de un pueblo más de esa España rural hasta que de pronto todo cambió:

“En los años 50 ya vemos en Argusino trabajando un equipo de topógrafos de Iberduero con el objetivo de medir terrenos y marcar la cota de nivel del nuevo proyecto: una presa de 202 metros de altura.

Argusino iba a ser anegado y esta noticia se hizo oficial en el año 1954

Argusino iba a ser anegado y esta noticia se hizo oficial en el año 1954. A partir de este año el pueblo deja parado todo proyecto de mejora y la población empieza a diezmarse. Después de 1961 y  hasta 1967en que Argusino dejó de existir como pueblo. 72 personas habían emigrado a Alemania, Francia, Suiza, Madrid, Barcelona y Bilbao. En algunos casos dejaban a los pequeños con los abuelos en el pueblo. En 1967 Iberduero tenía calificado y valorado los terrenos y demás propiedades de cada vecino.

Se pone fecha tope de 31 de diciembre de 1967 para abandonar el pueblo forzosamente. Para hacer menos dramática esta situación Iberduero se había reservado una clausula. Se trataba de entregar 40.000 ptas. Por cada miembro de cada familia si esta abandonaba el pueblo antes del 30 de septiembre de 1967. A excepción de un vecino todos accedieron a la oferta de Iberduero y automáticamente al ir saliendo de las casas estas eran derribadas.

Eran sobre 108 vecinos  los últimos moradores de Argusino. Su nuevo hábitat estaría para la mayoría en pueblos de Sayago. No obstante el mayor grupo de 14 vecinos se instalaron en Cascon de Nava Palencia , 12 en Villar del Buey, 13 en Villamor de Cadozos , 10 en Almeida, 4 en Cibanal, 3 en Trabanca, 4 en Torrefrades, 3 en Bermillo, y así hasta en 29 poblaciones distintas.

Las indemnizaciones de las propiedades de estos vecinos fueron las que marcó Iberduero

Las indemnizaciones de las propiedades de estos vecinos fueron las que marcó Iberduero. Nadie hubiese abandonado el pueblo voluntariamente por lo que recibieron. La mayoría de la gente de cierta edad vivió hasta el final de su vida en depresión y algunos adelantaron voluntariamente este final”.

 

No se salvó ni el cementerio

Los vecinos der Argusino recuerdan que cuando las aguas anegaron todo no pudieron ni rescatar a sus muertos: “Cuando el 30 de septiembre de 1967 salen los últimos vecinos de Argusino, solo tengo conocimiento de la familia Molinero de Inés que hubiera trasladado los restos de sus padres al cementerio de Villamor de Cadozos”. El resto quedó bajó el agua y 50 centímetros de hormigón que la empresa Iberduero colocó sobra cada tumba.

Hoy esas mismas aguas del embalse de Almendra han bajado y han destapado una historia que se guardaba sólo en la memoria de los mayores. Y las gentes, jóvenes y ancianos de esta comarca fronteriza con Portugal, se han unido en la Asociación Argusino Vive y pretenden en este 50 aniversario de aquel chaparrón de olvido que les cayó sobre sus casas recuperar la memoria perdida: “Queremos mantener el contacto entre nativos y descendientes y organizar un homenaje con motivo del 50 aniversario”, dicen. “Más adelante reivindicaremos que el embalse se llame de Argusino. ¿Por qué embalse de Almendra? Quizá para que Argusino se borrara para siempre y cuanto antes?”.

Por último, las gentes de la Asociación piden un último esfuerzo a las administraciones y empresas implicadas: “Queremos que sacar el cementerio de las aguas y poner los restos al lado de la nueva ermita”.

50 años después quizá haya llegado el momento de hacerlo.

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