El deporte en las «township» sudafricanas

Por: Javier Brandoli (texto y fotos)
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El Cape Town United no es un club más de fútbol, es un club de negros. Ellos se llaman asimismo africanos y se diferencian de mestizos y blancos. Ese es su sentido, el de acoger a los que no acogen los otros. Xolile Mateza, su presidente, me decía: “Si eres negro tienes que ser una estrella para que te den una oportunidad en los equipos profesionales de Ciudad del Cabo”. (la misma queja, a la inversa, tienen blancos y mestizos en otras regiones y en otros ámbitos). Su entrenador, Monwabisi Allen, iba más lejos y explicaba que “no quieren africanos que mejoren y se hagan ricos”. La frase, así escuchada, parece que podría ser pronunciada por un equipo de inmigrantes africanos que juega al fútbol en Berlín, no en el último país de África. Aún es más complicado de entender cuando denuncian que “sí fichan africanos de otros lugares”. ¿Dura realidad de la dividida sociedad sudafricana o un victimismo rentable?

Langa es una de esas barriadas donde las ensaladas se aderezan con aceite del coche, pero en la que también cuelgan los plasmas de las paredes de ladrillo y barro.

El equipo entrena en un campo decente, municipal, que les cuesta seis euros por sesión. “No tenemos dinero para pagarlo”, me dicen. Sólo algunos condones usados junto a la banda, en el césped, recuerdan que estamos en territorio jodido. El resto es una instalación de primera enclavada en una zona de tercera. Langa es una de esas barriadas donde las ensaladas se aderezan con aceite del coche, pero en la que también cuelgan los plasmas de las paredes de ladrillo y barro. El campo que al equipo/escuela le corresponde sí refleja más el entorno. Vallado, alambrado y hasta con algún arbusto en medio de un terreno por el que cuesta andar; lo de correr debe ser un milagro.

Piden, piden ayudas para mantener el generoso proyecto del equipo sénior y de la escuela. Cada proyecto que se visita en este país tiene una larga lista de necesidades que casi comienza con el papel en el que las apuntamos. No es mentira, es una realidad visible que se entiende con los ojos, pero hay también una cierta queja productiva de quién se ha acostumbrado a que sean los otros los que pongan las soluciones.
Pasó una cosa que me pareció sorprendente en mi visita al Cape Town United. Durante el reportaje veo junto al campo de fútbol a unos chicos del barrio perfectamente equipados jugando al aristocrático cricket. Cualquiera hubiera podido pensar que en vez de Langa estábamos en Camps Bay (zona rica de blancos). “Eso es lo que nosotros necesitamos, que venga otro John Pasmorre y nos equipe”, me dice el entrenador. Pasmorre es un británico que apareció hace ocho años por el barrio con un camión de material que regaló para que los chicos jugaran a un deporte de tetera y punta en blanco. ¿Qué pasará cuando la equipación se rompa por el uso en los próximos años? Que probablemente el equipo se irá al carajo y habrá que esperar que pase otro Pasmorre.

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Comentarios (2)

  • www.cultourama.es

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    Me ha gustado mucho este articulo, difícil dicotomía la del fútbol en diferentes países…….aquí se gana tanto………..y allí cuesta tan poco y sin embargo no hay con que…

    Este tipo de artículos deberían abundar en la red, para que tomemos conciencia de lo que es el fútbol en esencia (como cualquier otro deporte) y de lo que es (capaz como deporte) para cualquier sociedad.

    Un saludo!

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  • javier

    |

    El fútbol es en este caso un reflejo de la sociedad sudafricana: juntos pero no unidos; con medios pero sin medios; sueños y realidad…
    Gracias por tu comentario Cultourama.
    Un saludo!

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