Nueva Delhi: la ciudad que teme al aire

El año pasado, luego del festival hindú Diwali, el aire contaminado mezclado con el humo de los fuegos artificiales del festejo dejaron tanta concentración de partículas peligrosas que por motivos de salud pública se cerraron las escuelas de toda la ciudad por varios días.

Vas a sentir el choque cultural. Esa es la frase que todos los que viajamos alguna vez escuchamos antes de llegar de parte de algún amigo o viajero que ya conocía India. Pero cuando aterricé pensé que esas palabras habían sido exageradas. El aeropuerto Indira Gandhi relucía limpio, con los pisos blancos que brillaban gracias a los numerosos trabajadores  que fregaban sus suelos por todas partes y unos baños de primer nivel. Luego subí al metro que sale casi desde adentro y volví a pensar lo mismo: “quizá han exagerado”. Se veía nuevo, contaba con espacios para guardar las mochilas, aire acondicionado, carteles electrónicos con las estaciones, asientos de sobra y perfume.

Está claro que la verdadera India la conocí 15 minutos después, cuando el metro frenó en la Estación Central de Nueva Delhi. Subí una larga escalera y una ola de calor me sacudió la cara. Ahí la verdadera llegada a India, el shock al que se referían quienes me hablaron del choque cultural. Caminé por una atareada avenida buscando el barrio Paharganj, la zona de hospedajes económicos para viajeros. Todo me llamaba la atención. La cantidad de gente, los ruidos, la indiscutible diferencia de estar pisando Oriente y no Occidente. Y el aire. Siempre que hablo de Delhi dejo un párrafo aparte para el aire, viciado de olores extraños que duraron varios días en mis fosas nasales.

Generando una atmósfera asquerosa y difícil de respirar

Las cocinas de los restaurantes en plena calle hervían aceite quemado una y mil veces mezclado con condimentos multicolores. Nubes de humo negro se desprendían del caño de escape de los incontables autobuses, autos, taxis y moto-taxis, que se mezclaba con montículos de basura prendida fuego o amontonada en todas las direcciones hacia donde miraba. Los animales y la gente también dejaban lo suyo: el estiércol de las vacas sagradas en plena calle y los baños públicos sin puertas donde lo eliminado por la gente se degradaba sobre el asfalto, que ardía por los rayos del sol con sus 38 grados que fermentaban todo generando una atmósfera asquerosa y difícil de respirar.

Delhi fue declarada capital bajo el control del Imperio Británico en 1931. Quedaron lejos las épocas violentas de una ciudad escrita con sangre derramada por guerras entre hindúes y musulmanes. Hoy los problemas de la ciudad son otros.

Como muchas capitales del mundo Delhi recibe constantemente migrantes internos, pobladores de zonas rurales que van a la ciudad en busca de trabajo y una mejor calidad de vida. Y aunque es cierto que en las capitales muchos lo consiguen, también está claro que muchos otros no: en menos de cien metros vi cerca de una veintena de personas viviendo en la calle. Delhi se transformó en una mega ciudad, la más poblada del país después de Mumbai, con 18 millones de habitantes. Una masa humana que no ofrece las mismas posibilidades a todos.

En menos de cien metros vi cerca de una veintena de personas viviendo en la calle

Uno de los principales problemas es la contaminación. Caminaba y sentía cómo mis pulmones se llenaban de un aire espeso a cada paso y esto no era casualidad, porque esta ciudad ostenta el primer puesto de un ranking publicado el año pasado por la Organización Mundial de la Salud. La capital india es la urbe más contaminada del mundo, la que más PM 2,5 tiene en el aire, unas partículas pequeñísimas que al ser respiradas se asientan directamente en los pulmones.

Cuando eso sucede las posibilidades de sufrir enfermedades respiratorias aumentan considerablemente. El año pasado, luego del festival hindú Diwali, el aire contaminado mezclado con el humo de los fuegos artificiales del festejo dejaron tanta concentración de partículas peligrosas que por motivos de salud pública se cerraron las escuelas de toda la ciudad por varios días.

Circulan casi 10 millones de vehículos a motor

Lo que también era evidente es que había demasiado tránsito. Cruzar las calles conllevaba una dificultad inusual por lo alocado de las maniobras de todos los vehículos que circulaban despojados de cualquier ley de tránsito. Una parte grande de la contaminación se debe a que circulan casi 10 millones de vehículos a motor, aunque hay otros factores que afectan directamente a convertir en espeso el aire de la ciudad: el uso biocombustibles para cocinar, la quema de cultivos, las emisiones industriales y el uso excesivo del carbón para generar electricidad.

Finalmente, luego de caminar un largo rato encontré la calle comercial Main Bazar, en el barrio Paharganj, donde me hospedé en un hotel de 5 dólares la noche. Delhi es la puerta de entrada a India y conserva parte de la historia del país, ciudad capital en más de una ocasión en la historia, centro de guerras y episodios de gran importancia histórica a lo largo de muchos siglos. Es una obligación visitarla. Pero hoy es, además, modelo de ciudades insostenibles que se reproducen en varios países con economías emergentes, sobre todo en Asia, donde la población de desborda y donde el aire se hizo irrespirable.

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