Tarangire: la vereda de los gigantes

Por: J. Brandoli / F. Blasone
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“Soy meru y vivo en aquellas montañas”, señala  a la derecha Wilson, nuestro conductor, al comenzar la ruta por los parques del norte Tanzania. ¿Puede haber mejor tarjeta de presentación? Antes, Anita Warren, directora de Loveliveafrica, empresa que nos organizó este fabuloso viaje de trabajo, nos había dado en Arusha las cosas necesarias para disfrutar de la ruta: dos gorros, una bolsa de café tanzano y un marco de fotos que tendría que haber medido 200 metros para encuadrar todas las impactantes imágenes que se sucedieron en siete días. El trabajo de esta compañía lo puedo calificar de perfecto. Vayan por delante las gracias y el reconocimiento a su excelente trabajo.

Wilson habla un español sorprendentemente bueno aprendido a bocados en los viajes con otros turistas

Dejamos rápido Arusha y nos dirigimos a Tarangire, el primero de los parques nacionales que ver y fotografiar. Wilson habla un español sorprendentemente bueno aprendido a bocados en los viajes con otros turistas. No tardamos mucho en congeniar y comenzar a hablar de todo. Yo le pregunto por Tanzania y él me pregunta por Mozambique. El intercambio de ideas es constante y así lo será durante siete días en el que me enseñó a entender mejor su país.

A los lados de la carretera comienzo a ver masais. Haré un post especial de ellos, ya que es una de las historias que vine buscando, pero es indudable que sus mantas de colores rojos y azules les confieren una mítica visual. (Un pantalón vaquero que no porte un AK-47 queda fatal en las fotos de las vacaciones africanas). Pasé horas hablando de ellos con Wilson. Él, me pareció, tenía un sentimiento doble hacia ellos: el rechazo al viejo enemigo y el respeto por el viejo enemigo.

Hacerme soñar durante kilómetros en cambiar todo el programa e irnos al lago Eyasi a buscar a una tribu, emparentada con los bosquimanos

Pero Wilson comete un “gran error”: me habla a bocajarro de la tribu Hadza. Comete el error de meterme el viaje en vena, de hacerme soñar durante kilómetros en cambiar todo el programa e irnos al lago Eyasi a buscar a una tribu, emparentada con los bosquimanos, que caza con arco y que vive como ya no se vive en este siglo XXI en casi ningún rincón del planeta. “Podemos coger unas tiendas y en dos días de marcha dejamos atrás las zonas de los hoteles y llegamos hasta donde ellos viven. Luego nos acercamos, acampamos junto a su poblado y seguro que nos dejan salir con ellos a cazar”, me dice Wilson. Yo comienzo a hablar con Francesca, mi compañera de viaje, de  mudarlo todo, de quedarnos unos días más, de fotos, de textos, de rutas… Estamos de acuerdo, pero Wilson pone un poco de cabeza y nos explica que una ruta como esa precisa prepararse bien: “Vuelves en unos meses y la hacemos”, me propone. Y yo ya sólo pienso en volver para hacerla.

Mientras, llegamos hasta el portón de Tarangire. Es un parque pequeño, de 2850 kilómetros cuadrados, con un paisaje  sereno, bello, alejado del rugir turístico de los dos grandes colosos: Ngorongoro y Serengeti. La carretera de tierra que lleva al Oliver´s Camp, donde la empresa Asilia nos ha invitado a pasar la noche, reluce de verde. La temporada de lluvias está acabando y todo el paisaje parece recién pintado a mano con  un pincel fino. Este me parece un parque para personas que buscan calma, que ya han viajado por este continente y no necesitan la maravillosa evidencia de los grandes parques.

El parque tiene tres reyes en esta temporada: los elefantes, las jirafas y los baobabs

El parque tiene tres reyes en esta temporada: los elefantes, las jirafas y los baobabs. Aparecen por dúos, tríos, en solitario, pareciendo que de aquella selva puede emerger siempre uno de esos gigantes que representan el África natural mejor que nadie. “Los grandes grupos de ñus y cebras se han ido ahora a la gran llanura donde hay agua. En temporada seca vuelven aquí también a beber del río Tarangire”, nos cuenta Wilson.

El camino es largo, el Oliver´s es el último de los campamentos del Tarangire, y el atardecer primero y la noche después se nos cae irremediablemente encima. Lo hace mientras observo de pie cada esquina por la que asoman avestruces, impalas, chacales o aves de todo tipo  (la suerte nos es esquiva aquí con los felinos). Me entretengo fotografiando decenas de miles de pequeños pájaros vuelan de rama en rama en una enloquecida danza que pone sonido al aire.

Oliver´s, un campamento abierto de lujo donde te duchas al aire libre, bajo las estrellas, y duermes mirando enormes acacias que amanecen envueltas en bruma

Llegamos por fin al campamento, donde nos recibe Tanya., una sudafricana que lleva años viviendo en parques de África. Dirige ahora el Oliver´s, un campamento abierto de lujo donde te duchas al aire libre, bajo las estrellas, y duermes mirando enormes acacias que amanecen envueltas en bruma desde la cama de tu confortable tienda de campaña. No hay vallas, ni defensas. Hay sólo un fuego donde beber un vino tras los safaris y un salón lleno de encanto en el que cenar y conversar escuchando el sonido nocturno de la selva.

¿Qué decir? “El sitio es fantástico, cuidado, un lujo que aunque parezca evidente no siempre se da en África, donde hay hoteles que cobran cifras astronómicas por servicios vulgares. “El lujo es hoy la experiencia más que el confort”, hablábamos aquella noche en una agradable cena en la que nos acompañó un simpático keniano que se dedica a montar lodges por este continente. Una pena que a la mañana siguiente tenemos que partir camino del P. N. Manyara y la puerta del Ngorongoro. Dejamos atrás Tarangire contemplando peleas de elefantes, sorprendidos por la carga de un enorme macho solitario que salió de la nada, con una mueca en la cara, felices, porque este es uno de esos lugares en los que sientes la esencia de cualquier viaje: sorprenderte.

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Comentarios (6)

  • Ana

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    Ay, Javier.. jajajajaa Me has dado pena, es verdad. Me obligas a empezar el día compungida. Ya te vale: «Una pena que a la mañana siguiente tenemos que partir camino del P. N. Manyara y la puerta del Ngorongoro»

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  • Nacho de La Moneda

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    Yo a cazar con los primos de los bosquimanos me apunto de buena gana. Pocas oportunidades quedan de poder disfrutar del africa de Stanley, Briden o del gran J.Hunter.¡Claro!, siempre que Anita Linares se apunte también.

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  • Ana

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    Anita Linares se apunta…

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  • Lydia

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    Las fotos me han encantado, especialmente la de los pájaros. Y el relato, como tantas otras veces, es una invitación a hacer ese viaje.

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  • Javier Brandoli

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    Gracias Lydia por tu apoyo siempre a este proyecto. Lo mejor que se puede decir de una revista de viajes es que te anima a viajar.

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