Tortuguero es Pura Vida

Cuando nos adentramos en el río Tortuguero sentí al instante miles de ojos observándonos. Era la mirada de la selva, callada, oculta, salvaje. Costa Rica se vende al mundo con un eslogan elocuente: “Pura Vida” y en las aguas de este río, esas palabras cobran todo el sentido.

Cuando nos adentramos en el río Tortuguero sentí al instante miles de ojos observándonos. Era la mirada de la selva, callada, oculta, salvaje. Costa Rica se vende al mundo con un eslogan elocuente: “Pura Vida” y en las aguas de este río, esas palabras cobran todo el sentido.

Me gustan los parques sin alambradas, supongo que como a todo el mundo, pero en el caso de Tortuguero, la vida te rodea por todas partes: bajo la barca nadan los cocodrilos, en las orillas se arrastran sin prisas las iguanas y se secan al sol los cormoranes y en las copas de los árboles te miran los perezosos, que no saben hacer otra cosa que mirar y dormir, pasividad e indiferencia allá en lo alto, cual diputados habitando los manglares.

Resulta estimulante parar la barca en una orilla, casi al azar y pisar un terreno que comparten las arañas y los monos. Sentirse fuera de lugar es una de las experiencias más puras de un viaje. El mundo no es un escaparate, hay que vivirlo desde dentro, palpar el pulso de sus ríos, tocar la maleza y sus hormigas, ver de cerca, oler la tierra, desempolvarse el miedo .

El mundo no es un escaparate, hay que vivirlo desde dentro, palpar el pulso de sus ríos, tocar la maleza y sus hormigas, ver de cerca, oler la tierra, desempolvarse el miedo.

Tal vez invadido por esa necesidad de sentir la naturaleza en primera fila, salí de la barca y caminé por una playa oscura, de río. Allí sesteaba una manada de búfalos. Calculé una distancia de seguridad, ellos se pusieron en pie, por si acaso. E hicimos lo que hacen todos aquí: nos observamos.

Quien llega al Parque Nacional de Tortuguero suele ir armado de prismáticos, mapas y una fe inquebrantable para avistar todo tipo de especies. Pero en este escenario de agua, son ellos quienes llevan el control, ellos los que te vigilan a ti. Lo más emocionante es imaginar lo que uno se está perdiendo a sólo unos metros en las orillas, porque lo que nadie duda es que ahí, ahí mismo, siempre hay algo. Algo vivo.

El cauce avanza en paralelo a la costa, allí donde se rinden las últimas olas del Caribe, en playas que carecen de la magia turquesa de otros destinos caribeños. El Parque de Tortuguero no se puede encuadrar en una postal. Aquí pasan cosas. Las tortugas desovan en la arena, los cocodrilos cazan tortugas, los hombres fotografían a los cocodrilos, las garzas vigilan a los hombres, los búfalos espantan a las garzas, los insectos sobrevuelan el lomo de los búfalos y la tortugas persiguen a los insectos. Es el juego del caos, un laberinto donde cada uno busca sus sitio, donde todos se miran, aquí, donde fluye la vida en estado puro. La Pura Vida.

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