Gran Zimbabue: las ruinas de la África negra

Por: Javier Brandoli (texto y fotos)
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Piedras que significan orgullo, revolución, pasado. Cargadas una a una para acercar la tierra y el cielo, para defenderse, para enseñar que la África negra tuvo también su glorioso pasado. Llegamos al Gran Zimbabue, o las casas de piedra que es su significado en la lengua local. Estamos frente a las ruinas arqueológicas más importantes del África subsahariana, símbolo de una poderosa civilización, la Monomotapa, que abarcaba hasta Mozambique. Hoy es destino turístico en goteo e icono de un país que encontró en estos restos una identidad en la que sostenerse su orgullo pre-colonial. Siempre la mítica para construir y destruir, historia del hombre. De hecho, el escudo nacional tiene una torre de los palacios de abajo y el águila sagrada, una escultura tallada y encontrada en estas tierras. “El águila comunicaba a los hombres con los dioses”, me explica un guía mientras contemplamos desde el complejo de la colina todo el valle.

Más curioso es el árbol genealógico de la Casa Real que se expone en el museo. Conecta al último gran rey con el dictadorcillo revolucionario que manda en el país, el gran libertador que ha dejado tantos muertos a machete como los dejará por el hambre, que decidió inventarse un linaje real que salta varios siglos en el tiempo. Robert Mugabe, presiente de Zimbabue, se ha hecho nombrar descendiente directo del gran orgullo africano. De creador a creador, debió pensar. ¿No sabía que Mugabe era descendiente del último rey? “Sí, su familia es de aquí”, me responde el guía sonriendo. ¿Y dónde viven?, le replico. “No lo sé, nunca les he visto”, contesta él con picardía y sonriendo más.

Para África del sur éste es un lugar importante, una demostración de que ellos también levantaron ciudades y no eran un grupo de salvajes hasta que llegaron los occidentales incapaces de levantar una ciudad que no fuera de madera. El primer europeo en llegar hasta aquí fue el portugués Vicente Pegado, en 1531. Luego, a finales del siglo XIX, fueron redescubiertas las ruinas, que datan de entre el siglo XI y XV y se convirtieron en objeto de discusión. Los primeros intelectuales europeos aseveraron sin temblarles el pulso que aquella gran ciudad era obra de árabes o fenicios, descartando que los primitivos negros pudieran levantar semejante complejo. Pronto, ya arqueólogos, aseguraron que eran de origen africano. Opinión frente a certeza.

Por momentos se anda por un laberinto de calles estrechas y muros de piedras pequeñas colocadas una a una. Cansa sólo mirarlas

El complejo se visita desde abajo hasta arriba. Yo lo hago sólo con Fernando, un sevillano enamorado de los viajes con el que hice una rápida conexión basada en los mapas, algunas cervezas y respeto por el espacio de cada uno. Nos perdemos por las ruinas del valle, que terminan en una especie de gran cercado en el que sobresale la torre que es símbolo del país. Por momentos se anda por un laberinto de calles estrechas y muros de piedras pequeñas colocadas una a una. Cansa sólo mirarlas.

Pasamos por un poblado en el que se venden souvenirs y se danza al dólar cualquier canción que satisfaga al turista ansioso de demostrar que él sí estuvo con locales. No nos detenemos y comenzamos la caminata al palacio de la colina. La escalinata tiene la estrechez de las pirámides mayas. Empinada, de paso corto, se llega hasta el gran palacio del rey que se hizo para rozar el cielo. Desde ahí se domina todo el valle en muchos kilómetros a la redonda, Allí está también un gran banco de piedra natural que era una especie de senado. Los muros están salpicados por chimeneas de piedra construidas para enseñar al enemigo que tenían munición para algo más que los muros. Vemos también la casa del rey, una choza desde la que cada día hacía llamar a una de sus 25 mujeres. Ellas vivían abajo y debían subir el empinado terreno para dormir con su esposo. Supongo que no llegaban tan agotadas porque el sistema se mantuvo.

Gran Zimbabue tiene un halo mágico, histórico, contundente. Al atardecer me pierdo con Fernando en el único hotel cercano donde compartimos algunas cervezas. Empieza a refrescar y hoy toca noche de tienda de campaña. No refrescó, heló, y prácticamente ninguno del grupo pudimos dormir aquella noche en la que sólo nos abrigaban las piedras de la gran ciudad que nos daba sombra. Bueno, ya saben que esto de los fríos y sensaciones es de carácter personal. Mientras yo tiritaba de frío metido en mi saco sábana y echándome por encima hasta la espuma de afeitar, veo a Fernando levantarse en calzoncillos y sin camiseta, salir de la tienda, orinar sin prisas y volver a entrar como si nada para volverse a dormir. Yo la escena la contemplé y escuché en silencio, atónito. Me dejó con el mismo frío que antes y con la sensación de que todo es relativo. Puede que Mugabe sea heredero legítimo  del Gran Zimbabue y puede que lo fuera Fernando. Todo es posible en el reino de piedra donde las aguilas susurran a los dioses.

Este viaje forma parte de la ruta de la agencia Kananga por Zimbabue.

Ruta Kananga: http://www.pasaporte3.com/kananga.php

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