Esa es mi ciudad, Madrid, la ciudad en la que no existen los otros. La ciudad que nunca me espera. No hace falta, siempre está abierta. Nunca entendí mejor mi ciudad que ahora que me he ido. Nunca sentí que corría tanto de su sangre en mis venas. Lo entiendo ahora que sé que me gustas porque lo último que pretendes es ser perfecta. No lo eres. Eres vieja, nueva, cabrona, divertida, bella y fea.