Ruta por Sarajevo

Por la noche Sarajevo es aún más atractiva: los bares están llenos y por todo lado se huele el perfume dulce del narguile y se bebe el Bosanka Kafa (café bosnio) en las fidzani, las tazas de origen turco. El café es la bebida nacional en Bosnia: en 1571, cien años antes que Londres o Paris, Sarajevo fue una de las primeras ciudades en Europa con locales destinados a la compra y el consumo de café.

Las “ciudades heridas” desde siempre emiten una fascinación misteriosa, casi ancestral. Una de estas es Sarajevo: marcada por una historia milenaria, disputada entre tres imperios, influenciada por pueblos, religiones y etnias diferentes y mutilada por una guerra cuyas cicatrices son todavía muy visibles en las fachadas de los edificios y en las caras de las personas. Inevitablemente, una ciudad que no puede dejar indiferente.

Lo primero que me llama la atención de la Sarajevo de hoy es su vivacidad: los jovenes en los bares cerca de la fuente Sebilj dan indicaciones a los turistas perdidos que intentan reconocer las estrechas calles del casco antiguo. El corazón de la capital bosnia es un enrejado de plazas, calles y paseos que se desarrollan alrededor de bajitas casas de muros blancos. Cruzando estos lugares, se revive la historia de la ciudad donde Occidente y Oriente se encuentran y, desgraciadamente, se chocan: restos de la era romana, eslava, medieval, otomana y de los Hasburgo confluyen en el grande polvorín balcánico hasta los trágicos acontecimientos de los años 1992-95.

Empiezo mi visita en la zona alta de la ciudad. Aquì surge el cementerio musulmán Alifakovac, cuyas tumbas están orientadas hacia La Meca, como la tradición islámica lo indica y donde se disfruta de un panorama cuya bellezza es suntuosa. Pero, toda la unicidad de Sarajevo se expresa en su diversidad: en sólo cinco kilómetros encuentro la Sinagoga Ashkenazi, la tercera más grande de Europa; la Catedral del Corazón de Jesús, construida en 1889 en estilo gotico; y la maravillosa Catedral de la Natividad de la Madre de Dios, de 1868. Y además: la Mezquita del Emperador, edificada en 1457 en honor del sultán Mehmed; la Iglesia de San Antonio de Padua en estilo neo-gotico; y el puente latino, famoso por el atentado de Sarajevo de 1914.

Caminar por calles angostas, bazares y cafès, puede dar una idea de como era la vida en la Sarajevo otomana

La Baščaršija (mercado principal) es el corazón de la ciudad vieja: hoy en día, del antiguo y grande mercado sólo queda una parte pequeña. Sin embargo, caminar por calles angostas, bazares y cafès, puede dar una idea de como era la vida en la Sarajevo otomana. Justo en el centro de la Baščaršija, al lado de la torre del reloj, la escena está dominada por la Mezquita de Gazi-Husrev Bey, obra maestra de la tradición islámica de 1531.

Almuerzo con los clásicos Sarajevski Sahan, unos rollos de verduras con carne y salsas picantes, servidos con puré de patatas y somun, el pan de derivación turca y acompañados con la Serajevska Pivara, la cerveza que se produce en la ciudad. Luego, voy andando por la Ferhadija, la calle comercial que termina con la llama eterna, encendida en memoria de los caídos durante la segunda guerra mundial. La Ferhadija se une con la Ulica Marsala Tita, la calle intitulada al Mariscal Tito y cuyo fin coincide con el Mali Park. A la entrada del parque, en unos cilindros de hierro forjado están incididos los nombres de los ñiños muertos durante el asedio de Sarajevo.

Pasando al lado de la hermosa Academia de Bellas Artes, a la orilla derecha del río Miljacka, se llega a uno de los edificios símbolos de la ciudad: la Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina. Una incisíon en el marmól a la entrada dice: “En este lugar los criminales serbios durante la noche entre el 25 y el 26 de agosto de 1992 quemaron más de dos milliones de libros, periódicos y documentos. Para no olvidar”. Entre 1997 y 2004 la Vijećnica fue reconstruida y hoy es posible admirar sus maravillosas salas, el techo de cristal y las columnas de piedras.

 La tarde en la Baščaršija está marcada por las tazas de té turco servido con la baklava

La tarde en la Baščaršija está marcada por las tazas de té turco servido con la baklava, una tarta de pasta filo, avellanas y agda, uno jarabe particularmente dulce. Visito el mercado cubierto de Markale, donde se vende de todo: desde los clásicos souvenirs hasta las obras de los artistas locales, los tejidos y las especias orientales. En una de las típicas Ćevabdžinicas, se comen los tradicionales ćevapčići, un plato a base de carne picada de vaca, sal, especias y aromas, servido con pan somun, cebolla blanca y ajvar, una salsa de pimientos rojos.

Por la noche Sarajevo es aún más atractiva: los bares están llenos y por todo lado se huele el perfume dulce del narguile y se bebe el Bosanka Kafa (café bosnio) en las fidzani, las tazas de origen turco. El café es la bebida nacional en Bosnia: en 1571, cien años antes que Londres o Paris, Sarajevo fue una de las primeras ciudades en Europa con locales destinados a la compra y el consumo de café.

La mañana siguiente veo la Casa Svrzo, una clásica vivienda otomana del siglo XVIII, que representa el último ejemplo de arquitectura tradicional bosnia perfectamente conservada (el comedor, el dormitorio, el cuarto de invitados, etc.). Pero la etapa más emocionante es la Galeria 11/07/1995, una exposición fotográfica y audiovisual dedicada a la masacre de Srebrenica y al asedio de Sarajevo. Las fotos de Ron Haviv y Tarik Samarah cuentan aquellos largos días de terror y desesperación, dejando el visitatante particularmente tocado por la crudeza de las imágenes y los testimonios de los supervivientes.

Las fotos de Ron Haviv y Tarik Samarah cuentan aquellos largos días de terror y desesperación

Otro lugar significativo es el “túnel de la esperanza”, en las afueras de Sarajevo. Durante el asedio, a través del túnel, los bosnios conseguiron hacer llegar comida, medicamentos y armas a la población civil, superando el área ocupada por las milicias serbias y evitando que la ciudad fuera completamente aislada del mundo. A los pies de la Mezquita de la Baščaršija, cuando las luces de los bazares y de las tiendas se iluminan, pruebo la Bosanski Lonac, una sopa a base de carne, patatas, cebollas, zanahorias, pimienta y sal.

Pienso en la frase escrita en el suelo de la calle Ferhadija: “Sarajevo meeting of cultures”. Aquí está el aspecto más emocionante y a la vez trágico de una ciudad de la cual te sientes parte inmediatamente. Me vienen a la mente las imágenes de los ancianos que jugan al ajedrez con las grandes piezas en la plaza de la catedral ortodoxa, de los muecines que desde los minaretes llaman los fieles a la oración, de los gestos lentos de las personas por la calle, de las fachadas desentrañadas de los edificios.

Sarajevo es una ciudad que te absorbe completamente con sus perfumes, sus colores – a veces oscuros y sombríos – su historia, su diversidad. Ciudad atormentada, encantadora, misteriosa, dolorosa… cuyos generosos habitantes están intentando recuperar el elemento que los ha caracterizados durante siglos: la armonía entre las diferencias. El leitmotiv de un viaje a la capital bosnia es sin duda “Sarajevo, mon amour”, parafraseando el título de un famoso libro de Jovan Divjak. Y si lo dice un Serbio…

 

Información Práctica

Moneda: Marco Bosnio (1 € = 2 BAM)

Idiomas oficiales: Bosnio, Serbio, Croata

Religiones: Islam, Cristianismo Serbio-Ortodoxo, Cristianismo Católico, Judaísmo

Cuando ir: Primavera/verano

Donde dormir: “Accommodation Magaza” en Tahčićasokak, 7

Donde comer: “Nanina Kuhinja” en Kundurđiluk 35; “Dveri” en Prote Bakovica 12

Que comer: Sarajevski Sahan, Baklava, Cevapčići, Pita, Bosanski Lonac

Museos: Museo de la ciudad de Sarajevo (Zelenih beretki 1); Casa Svrzo (Glođina 8); Galeria 11/07/1995 (Trg fra Grge Martica 2); Túnel de la esperana (Tuneli 1 Ilidža)

Películas: “No man’s land” de Danis Tanović; “Welcome to Sarajevo” de Micheal Winterbottom

Libros: “Sarajevo, mon amour” de Jovan Divjak; “Sarajevo Marlboro” de Miljenko Jergović

 

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