Un amanecer sobre la gran pirámide de Tikal
Por:
Javier Brandoli (texto y fotos)

Una vez que entras al parque no se ve absolutamente nada. Ofrecen un café en una sala débilmente iluminada y con la luz de los móviles comienzas a andar por medio de la espesa vegetación. La naturaleza cuando no se ve se escucha y es allí cuando es casi más fascinante. Tras un sendero largo llegamos a la escalinata del llamado Templo IV.