La nostalgia del viajero (I parte)

Por: Javier Brandoli (texto y fotos)
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¿Cómo deja uno de vivir en un lugar en el que uno es un extraño y es tu casa a la vez? ¿Por qué? ¿Cuesta? Es evidente que no tengo una respuesta clara para los demás, tengo la sensación de que la vida en mi caso tiene mucho de caminos sin cargas, de huidas, de errores y aciertos, y de mapas por colorear para luego perder. Llevo un año y medio por estas tierras y una tarde cualquiera, que podría haber sido otra, abrí mi ordenador y compré un inimaginable billete que decía que mi siguiente vuelo aterrizaba en España.

Qué raro se me hizo. Da vértigo, casi hay un cierto pánico a aceptar el regreso a ninguna parte, es como si huyera de mí mismo. Te quedas mirando un rato la pantalla y tienes la esperanza de que aquella máquina que devora sueños te mande un email en el que diga: “Acceso denegado de retorno. Debe usted quedarse allí y deje de dar por saco”. Son unos minutos eternos de dudas, aunque en realidad en el sólo movimiento ya hay una razón evidente. “Las cosas cuando cambian es por algo importante, lo más natural es asentarse y no romper con las cosas”, me dijo una vez Juancho, un amigo que se deja ver alguna vez por estas páginas. Otro descerebrado como yo que se aplica lo natural por gotero. Es cierto, ese es el problema, que siempre soñé con volverme sin quererme volver. Sin embargo, Ciudad del Cabo se me ha deshecho ya en los pies. Lo malo, España no es mi lugar ahora.

Entonces uno cierra su pequeña computadora, sale a la calle, anda por lugares que formaban parte de su vida y empieza a entender que cruza por la lavandería en la que ya nunca volverá a lavar la ropa; el bar en el que nunca más se quejará de que el vino blanco no está frío; contempla aquella mujer de cuerpo de banano que duerme en la calle y lleva 18 meses mirando desde el balcón… Ves pasar tu vida, porque Ciudad del Cabo era mi vida, difuminándose. Cosas de nostálgicos que un práctico resuelve con un “y a ti que pelotas te importa, todo eso ya es pasado”. El argumento es tan racional y positivo que no pierdo ni un segundo en rebatirlo y tampoco pierdo ni un segundo en hacerle a un lado e irme a despedirme hasta de las focas que nadan junto al malecón.

Ahí está justo la clave de la nostalgia, en el arte de convertir en aceptable lo que detestas, en sublime lo aceptable y en deidad lo sublime. Es un mal como otro cualquiera que se sufre en silencio y que da beneficios en la larga distancia, cuando recuerdas con mucho cariño el primer taxi que tomaste en la ciudad obviando que la vistes casi completa y por duplicado (empiezas a dudar de la honestidad del conductor la cuarta vez que pasas por la misma plaza). A la corta, produce una incómoda tortícolis de tanto girar la cabeza para despedirte por penúltima vez de cada lugar del que te llevas un bocado en las tripas. (Una cualidad indispensable de los nostálgicos es nuestra memoria, tan capaz de retener recuerdos de hace 60 años como de olvidarnos de lo que tenemos que hacer dentro de 60 segundos). Los prácticos sólo cometen un error de juicio con los notálgicos, el de creer que viven del pasado. La pasión por generar recuerdos, podría haber dicho por disfrutar, te hace siempre avanzar, aunque a veces sea de espaldas. Los nostálgicos, generalmente inquietos, necesitamos un montón de cosas nuevas que añorar (disfrutar), que como dijo Joaquín Sabina “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.

Los nostálgicos, generalmente inquietos, necesitamos un montón de cosas nuevas que añorar (disfrutar), que como dijo Joaquín Sabina “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”

Así llegó mi última cena (la frase impone) con mis amigos del sur del sur. Quedé con Gustavo, Avelino, Rodrigo, Borja, Rafa, Elena, Julián y David (colonia spanish); antes ya me había despedido de Ariane y Miguel; o de Cheryl y Douglas o de… (siento que se me olvide algún nombre) y cenamos en Wakame, en Mouille Point, restaurante de sushi exquisito. Fue una noche bonita, en la que me asaltaron tantas dudas de mi decisión como veces supe que “toca volver”. Doce horas después estaba en el aeropuerto, mirando por la ventanilla de un avión y pensando que “África fue…”. (Continuará).

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Comentarios (13)

  • Cristóbal

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    Amigo, tu patria son tus zapatos…

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  • Noeli

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    Ayyyyy (dan ganas de pagarte un billete para que vuelvas!!) y ahora que ya no estás en Africa….¿sientes la misma nostalgia o esta sensación que nos cuentas en el post ha cambiado?.
    Conozco a una persona que de tanto viajar y no estar en su ciudad natal más que de vez en cuando….cuando vuelve no sabe ni por donde tirar, siente desarraigo y le cuesta mucho adaptarse (la mayor parte de las ocasiones no lo consigue y vuelve a hacer las maletas).
    Un beso

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  • Kawil

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    La nostalgia bien entendida: «el arte de convertir en aceptable lo que detestas, en sublime lo aceptable y en deidad lo sublime». Me identifico con esa sensación, porque detrás de la nostalgia hay un punto de optimismo, no de pena. Mi patria en mis zapatos (que dice Cristóbla) «mis manos son mi ejército», que remata un tal García. Genial este artículo, esta reflexión, este Viajes al Pasado que nos hace mirara a un futro lleno de mapas con cruces por descubrir.

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  • Nayara Menezes

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    Hola amigo querido! Que lindo texto! Yo me emocioné con tus palabras tan sensibles. Cuantos buenos recuerdos… Yo estoy acá a pensar se habrá algún lugar en el mundo todo en que tu sientas la misma nostalgia que de Africa. Difícil no? Es un lugar encantado, que solamente los que vivieron allá pueden comprender las marcas que se quedan en nuestras almas. Quizá no es allá tu lugar en el mundo? Si fueres, pienso yo, que deberías regresar… No es todo día que conseguimos nos identificar tan bien con un lugar, una ciudad… Pero, antes, espero que conozca el Brasil. No sé se le encantará tanto cuanto Africa. Pienso que no… Mas estoy segura que el le traerá también buenas nostalgias… besos en tu corazón, querido… Que tu continué a nos brindar con textos tan bellos. I miss you!

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  • javier

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    Hola Nayara!!! Como bien sabes, tu eres parte muy importante de todos los grandes momentos que pasé en Ciudad del Cabo. África es mi lugar, pero lo fue por compartirlo también con gente como tu. En todo caso, el mundo es maravilloso y hay cientos de lugares en los que ser feliz. A África volveré en 2012, aunque será viajando (preparo volver a Mozambique, Zambia y Sudáfrica, donde si hay suerte pasaré el próximo fin de año). Quizá nos veamos en Brasil, España o cualquier lugar de globo. I miss you amiga!!! Seguro que volvemos a vernos y beberemos un buen vino recordando grandes momentos. Besos, I love you.
    Noeli, sí hay un cierto desarraigo en mi vuelta, pero no porque Madrid no me guste, que aquí tengo mi familia y mis amigos a los que quiero mucho, sino porque hay otras cosas que me ilusionan más que tener aquí una rutina. El desarraigo de la vuelta es normal, le pasa a todo el mundo, cuando no te apetece volver. Para mi viajar es disfrutar y viajando disfruto mucho, vamos que me lo paso genial. Por tanto, intento repetir lo que más sonrisas me provoca. Besos y se agradece la contribución para el ticket de vuelta.
    Kawil, desde luego que la nostalgia tiene un punto positivo y que te ayuda a avanzar, aunque a muchos les parezca lo contrario. Abrazo y gracias.
    Cristóbal, buena frase has elegido que me recuerda a un gran canción. Gracias

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  • Mere

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    Javier, yo lo veo así: En Madrid no hay forasteros, todos andamos por aquí un poco por casualidad y nuestra vida se reescribe cada mañana. Cierras puertas, abres otras y el destino lo cambias tú a tu antojo sin que nadie te juzgue ni interfieran. Anda, dale una oportunidad a esta gran ciudad donde no existen prejuicios y el pasado no deja mella porque por suerte o por desgracia a nadie le importa. En todo caso y decidas lo que decidas, buena suerte en tu nuevo rumbo. Seguro que acertarás, lo verás claro antes de lo que imaginas Bss

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  • Eduardo

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    Un texto fascinante. La forma de describir los sentimientos, las sensaciones o la nostalgia del viajero, sublime. Enganchado al relato y esperando la 2ª parte.

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  • Juancho

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    «Los nostálgicos, generalmente inquietos, necesitamos un montón de cosas nuevas que añorar». Qué gran frase, alaba «otro descerebrado que se pone lo natural por gotero». Entrar en Viajes al Pasado es como ponerle pilas al pepito grillo que todos llevamos junto a la oreja, preparado para decirnos vete, abandona la comodidad y asómate a lo que hay fuera… Hasta cuando habláis de la nostalgia de casa entran ganas de viajar! Enhorabuena, Javier

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  • DL

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    Be búfalo, my friend.

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  • javier

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    Mere, Madrid es mi ciudad, un lugar que quiero, sin duda. Es el sitio en el que no quedarme para siempre volver. A Eduardo y Juancho, gracias. A Dani, búfalo forever, en la pradera me siento bien.

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  • Julián

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    Muy lindas palabras campeón! Y por más que en facebook digas ‘Último día de mi vida en Ciudad del Cabo’ no lo creo, con tantas puertas abiertas, no lo creo. Abrazo grande amigazo!

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  • Inés

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    No se donde andarán tus pasos ahora, los míos se dirijen a la montaña.La Gran Montaña. Himalaya y después todo un Sudeste asiatico por descubrir, siguiendo un consejo que una vez me diste.
    Veremos que nos depara la tierra del Sol Naciente y si realmente tengo alma de viajera.
    Una costri de África….

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  • Javier Brandoli

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    Hola Costri,
    vas a Nepal? Es un país brutal que te encantará. Me alegro de ver que cumples con tus sueños. La última vez que te vi estábamos en Cataratas Victoria, quizá la próxima sea en otro rincón del mundo. Cuéntame de vez en cuando cómo te va. Besos

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