Capilla Narbona: la casa más antigua de Uruguay

Por: Gerardo Bartolomé (texto y fotos)
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El gerente del hotel se interesó en la historia que le contaba. Era norteamericano. Me contó que cuando cursó la secundaria hubo un gran debate en su clase sobre si la Teoría de la Evolución era cierta o no. Él estaba del lado de los que sí la creían. Cuando la cadena hotelera lo mandó a Carmelo (Uruguay) en seguida se enteró que Darwin había pasado por allí mucho tiempo atrás. Me indicó cómo llegar a Punta Gorda, donde se unen los ríos Uruguay y Paraná para formar el Río de la Plata. “Darwin estuvo allí. Encontrarás una placa que lo recuerda.”

El hotel en cuestión consiste en una serie de casas diseminadas en un bosque a la vera del río. Dejamos nuestras cosas en la tranquila casa que nos correspondía y caminamos hacia la playa de blanca arena de la costa del río Uruguay. Llevamos nuestras cámaras, y mientras mi mujer sacaba fotos yo repasaba el diario de Darwin y constataba los lugares. Una cosa llamó mi atención: el naturalista inglés afirmaba haber dormido en una importante casa que ya tenía unos cien años cuando él pasó por el lugar. Rarísimo, porque para principios del siglo XVIII casi no había población en Uruguay y los ranchos de la época eran de adobe.

El naturalista inglés afirmaba haber dormido en una importante casa que ya tenía unos cien años cuando él pasó por Punta Gorda

Por la tarde salimos con la camioneta, pero antes pasé por el lobby y le comenté al gerente lo de la vieja casa donde había dormido Darwin. Quedó intrigado e interesado en hallar el lugar. Salimos y manejé hacia Punta Gorda. Llegamos sin dificultad. Se trataba de una barranca que balconea sobre el río Uruguay desde la que hay una excelente visibilidad. Enfrente, las islas selváticas de la Argentina, entre cuyos canales el río Paraná suma sus aguas barrosas a las del límpido Uruguay. Una boya aguas adentro marcaba el kilómetro 0 del Río de la Plata. Debajo de nosotros, una densa vegetación en la que el inglés había encontrado marcas de presencia del peligroso yaguareté, desaparecido de la zona desde hace más de cien años.

En el lugar filmé un corto vídeo con el objetivo de incluirlo en un futuro trabajo sobre el “Camino de Darwin” (pueden ver este corto fragmento en http://www.youtube.com/watch?v=KMlZYDGzHJk). Un caminito que descendía por la barranca estaba indicado con un cartel que decía “Rincón de Darwin”. Lo bajé y verifiqué, con la descripción de su diario, que allí había encontrado algunos fósiles de la extinta megafauna del Pleistoceno. Sobre aquella masiva extinción Darwin supuso que su causa podría haber sido la llegada del Hombre a Sudamérica. Hoy la mayoría de los científicos apoya esta tesis.

En el desayuno del día siguiente se nos apareció el gerente del hotel: “Creo que sé donde durmió Darwin”

Volvimos al hotel y me di cuenta de que ya no tenía el libro del diario de Darwin. “¿Dónde lo dejé?”, me dije haciendo memoria. En el video yo tenía el libro en la mano… luego, al guardar la filmadora, lo apoyé por un segundo en el techo de la camioneta y… ¡Allí quedó! Salí otra vez rumbo a Punta Gorda y, milagrosamente, lo encontré no muy lejos de donde había estacionado. Mi mujer me hizo reír al decir que Darwin había querido quedarse en Punta Gorda porque extrañaba el lugar después de casi 180 años.

En el desayuno del día siguiente se nos apareció el gerente. “Creo que sé donde durmió Darwin”. Se sentó y me dijo que muy cerca de allí hay una antigua finca que se conoce como Capilla Narbona. Se la declaró patrimonio histórico nacional, pero está casi abandonada. “Una pareja mayor vive a pocos metros y la muestran a quienes estén interesados.”

Hacia allí salimos. En el camino cruzamos el Arroyo de las Víboras que aparece en el diario del naturalista; su puente es uno de los más antiguos en funcionamiento del Uruguay. Estábamos cerca. Un cartel nos ayudó a encontrar la entrada. Al estacionar la camioneta apareció la señora que de buen grado aceptó darnos una recorrida por el sitio.

Si bien en general todo estaba en un estado de abandono, se intuía qué aspecto habría tenido en sus días de esplendor. Sin duda se trató de una vivienda de lujo

El lugar consistía en una capilla, un oratorio, el celdario de esclavos y una torre inaccesible por la inestabilidad de la vieja escalera. Las paredes eran de ladrillo revocado, muy anchas, lo que las hacía resistentes al paso del tiempo. Si bien en general todo estaba en un estado de abandono, se intuía qué aspecto habría tenido en sus días de esplendor. Sin duda se trataba de una vivienda de lujo para los estándares de la región 300 años atrás. La mayoría de los azulejos y cerámicos de piso habían sido retirados muchos años antes para ser guardados y protegidos, pero la buena señora tenía sus dudas de que así fuera. Las tejas musleras merecen un comentario aparte. Su nombre se deriva de que la forma se la daba, con su propio muslo, el albañil, en este caso esclavos de origen africano.

La capilla, consagrada a la Virgen de la Candelaria, guardaba aún restos de la pintura original. En el piso se veían las lápidas familiares y, según la señora, en algún lugar había un túnel pensado para escapar hacia el arroyo en caso de ataque de indios. Ella nos contó que casi tres siglos atrás todo lo construyó un aragonés llamado Juan de Narbona, que estableció allí una calera para abastecer a construcciones de Buenos Aires. Como pasaba en esa zona gran parte de su tiempo, Narbona decidió construirse esa “lujosa” vivienda.
El lugar era estratégico no sólo por la presencia de la materia prima de una calera sino también por la abundancia de madera, tan necesaria para producir cal; pero el factor principal por el cual Narbona eligió ese lugar era que la desembocadura del cercano Arroyo de las Víboras le servía de perfecto puerto para embarcar su producción hacia Buenos Aires. La cal de Narbona fue muy utilizada para obras muy importantes, entre ellas en la construcción de la Iglesia del Pilar de la Recoleta.

Casi tres siglos atrás todo lo construyó un aragonés, Juan de Narbona, que estableció allí una calera para abastecer a Buenos Aires. Con esa cal se construyó la Iglesia del Pilar de la Recoleta

 

Luego de un comienzo muy promisorio la muerte sorprendió a Narbona. Su yerno, de apellido Camacho, no supo llevar adelante el emprendimiento y todo fracasó. Cuando Darwin llegó al lugar la calera era explotada por un norteamericano que había abandonado la capilla y demás construcciones. Según el inglés, una señora mayor que cuidaba el lugar le contó la historia… ¿Cuanta semejanza con lo actual, no? La cosa es que, seguramente, Darwin pasó la noche en el dormitorio que perteneció a Juan de Narbona.

Si bien Montevideo y Colonia habían sido fundadas antes que Capilla Narbona, en ninguna de estas ciudades sobreviven casas de la época de su fundación, lo que convierte a Capilla Narbona en la casa más antigua del Uruguay.

Seguramente, Darwin pasó la noche en el dormitorio que perteneció a Juan de Narbona

Salimos muy contentos del hallazgo histórico y nos dirigimos a sacar fotos a la desembocadura del cercano Arroyo de las Víboras, donde recientemente se construyó un pintoresco puerto con aspecto antiguo. Se lo llama Puerto Camacho, el nombre que el lugar tenía desde los tiempos del yerno de Narbona. Después comimos algo en un restaurante que funciona en un viejo almacén llamado Estancia Narbona. Todo recuerda al viejo aragonés…

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Comentarios (1)

  • nory

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    el 18 de abril de 2014 pase por la capilla con intencion de visitarla pero me recibio un perro, pastos altos a la altura de la rodilla y mucha suciedad , unas horas antes pase por la calera y quede facinada por la hermosura del lugar y el cariño y el respeto de la gente q la cuida !!!! es una pena q la capilla quede sepultada entre los yuyos, muchas gracias

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