Top 7 / Belleza fría

El frío siempre me ha resultado elegante, sin el canto de los pájaros ni el murmullo de las selvas. El frío no suele decir nada. Tiene algo de hipnótico ese azul del hielo, la bruma en los amaneceres, la nieve. He escogido siete paisajes blancos, siete rincones apartados donde al menos yo me sentí tan al margen que pensé que me iba a salir del mapa.
Vídeo de siete paisajes blancos Vídeo de siete paisajes blancos

El frío siempre me ha resultado elegante, sin el canto de los pájaros ni el murmullo de las selvas. El frío no suele decir nada. Tiene algo de hipnótico ese azul del hielo, la bruma en los amaneceres, la nieve. He escogido siete paisajes blancos, siete rincones apartados donde al menos yo me sentí tan al margen que pensé que me iba a salir del mapa. Y es en esos rincones donde uno se siente más viajero, sin la presencia de otros hombres, entumecido por el clima y una belleza rara, que aún hoy me sigue fascinando.

1.- Glaciar de Mendenhall (Alaska)

Es necesario atravesar un lago congelado para alcanzar los primeros témpanos de uno de los glaciares más hermosos de Norteamérica. Tiene el color azul del hielo sometido a demasiada presión. El glaciar cruje soportando el peso de los años como si fuera a derrumbarse y a su alrededor los ríos descienden en cascada para rematar uno de los cuadros fríos más espectaculares de Alaska.

2.-Cabo Norte (Noruega)

No hay nada más al norte de Europa. Cuando el viajero alcanza Cabo Norte sólo puede volver. Es un destino mítico, un sueño de moteros, es el final de una aventura. La bola del mundo se aparece al viajero con un guiño, recordándole que hasta allí le ha llevado la fe y la carretera. El sol de medianoche, los atardeceres eternos y el mar por todas partes son la recompensa a un camino largo, solitario, hermoso.

3.-Lago Baikal (Siberia) 

Llegamos al Baikal cuando amenazaba el invierno, con los primeros hielos asomando en las orillas del lago más profundo del planeta. En la isla de Oljon, disfrutamos del misticismo de un lugar tan apartado que hasta los propios rusos castigaban a quí a los deportados del régimen soviético. Aquí se pueden encontrar símbolos budistas, una iglesia ortodoxa y algunos descendientes de los primeros prisioneros enviados al corazón de Siberia.

El frío no suele decir nada. Tiene algo de hipnótico ese azul del hielo, la bruma en los amaneceres, la nieve.

4.-Parque Nacional de las Secuoyas (California)

Mientras las olas rompen en las playas más cotizadas de California, la nieve arrecia sobre los árboles gigantes del Parque Nacional de las Secuoyas, al otro lado del estado. Aquí los troncos tienen un tamaño prehistórico, sin proporción. Uno se siente un gnomo o un bufón, porque el bosque tiene algo de grotesco en su belleza, tan grande, tan vertical, que uno no es capaz de aguantar mucho tiempo el porte de las secuoyas.

5.-Glaciar Perito Moreno (Patagonia) 

Otro paisaje sin mesura. La ciudad entera de Buenos Aires cabría en la superficie del Perito Moreno, pero aquí no hay nadie, no se puede pasear más que el borde de las morrenas. Lo demás es un laberinto de hielo, una masa gélida inabarcable. Este es tal vez el glaciar más accesible del mundo, un espectáculo salvaje al alcance del turista.

6.-Valle de los Géiseres (Península de Kamchatka)

Merece un Requiem este valle. Pocos meses después de pasear por los campos blancos de esta parte de Kamchatka, un temblor de tierra sepultó el valle. Nos queda el consuelo de unas imágenes robadas a las fumarolas volcánicas, a esa hilera de humo surgiendo de la nieve. Era un paisaje poético, con ríos de azufre congelados, agujeros incandescentes y una temperatura exterior de -28ºC.

7.-Villa de las Estrellas (Antártida)

Hasta el nombre tiene algo de fantasía. Es la población más austral del mundo, mucho más al sur que Ushuahia. En la Antártida viven varias familias, entre glaciares y elefantes marinos. Vimo incluso una iglesia ortodoxa, pues los rusos son implacables con su fe. La Isla del Rey Jorge es otro de los vértices habitados del mundo y en sus playas, los pingüinos no se plantean su destino.

 ¿Qué nos hemos dejado..?

Hay otras latitudes extremas con volcanes y maravillas: Islandia sería un buen ejemplo. Groenlandia por inhóspito también merecería entrar en la lista, con sus confines refugiando a los últimos esquimales. Y en las montañas heladas, la belleza es siempre hermosa. El Parque Denali de Alaska, el Himalaya entero, los paisajes del sur de Nueva Zelanda. El calentamiento global, al fin y al cabo, no es tan global.

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