Tráfico de niños entre Sudáfrica y Mozambique

Acaban siendo prostitutas, esclavos laborales o venden sus órganos para rituales mágicos por menos de 50 euros o varios sacos de patatas. Los trafican sus propios conocidos y familiares. Algunos escapan y consiguen narrar el horror vivido. Hay asociaciones que luchan entre amenazas por liberarlos. Menos del 10 por ciento volverá a su casa.
Niños rescatados con cuidadora

“Entonces” (se queda en silencio unos segundos hasta que consigue volver a hablar). “Entonces nació mi niño y”(se queda de nuevo en silencio unos segundos y comienza a llorar sin hacer ningún ruido). Doña María, que está a su lado, termina la frase por ella: “La mujer del hombre mató a su niño al nacer. No llores”, le dice a la joven mientras le toca el brazo. Beatriz Manhaca, de 19 años, es una de las innumerables víctimas del tráfico infantil que sufren Mozambique y Sudáfrica. Sólo lloró el momento en el que narró la muerte de su bebé pese a que toda la vida que narró parecía un jodido castigo.

La mujer del hombre mató a su niño al nacer. No llores

“Saliendo de la escuela un hombre se acercó y me dijo que subiera a su coche. Me trajo a vivir a Mozambique ilegalmente,  yo vivía en Sudáfrica. Tenía siete años”, explica Beatriz. “Al llegar a casa le dijo a su mujer que yo era una hija que había tenido en Sudáfrica y comencé a vivir con ellos. En 2007, con 12 años, el hombre me dijo que le acompañara al río. Lo hice y me pidió que me quitara la ropa. Comencé a llorar y me dijo que me callara y que si hablaba me mataba. Durmió conmigo”, relata.

Se quedó entonces embarazada por los constantes abusos y tras el asesinato narrado antes de su hijo recién nacido por la esposa de su amo, el abuelo de la casa, el padre del hombre que la había secuestrado seis años antes, decidió darle algo de dinero para que escapara. Lo hizo y tras una vida llena de increíbles dificultades (resumen) llegó finalmente al único centro de acogida que existe en Mozambique para “niños traficados” donde han localizado a sus padres en Sudáfrica, que la daban por muerta, y en unos días volverá 12 años después a su hogar.

Han localizado a sus padres en Sudáfrica, que la daban por muerta, y en unos días volverá 12 años después a su hogar

El centro de acogida de niños traficados está perdido en medio de la nada, “para que las mafias no puedan localizarnos”, explica Isidro, su joven director. “En 2010 algunos traficantes encontraron el lugar y vinieron a amenazar a los niños que habían traficado y escapado. Tenemos guardas, pero no están ni armados. Estamos siempre en contacto con la Policía”.

Por allí pasan todos los niños y chicos de entre 4 y 24 años que consiguen huir del infierno, de haber sido vendidos para convertirse en esclavos laborales, traficar con sus órganos o convertirse en prostitutas. Los casos son constantes, los que se conocen, que muchos desaparecen cruzando un río, abandonados en medio de la calle o sacrificados para cualquier rito. Muchos son vendidos por sus propias familias. Pero la historia, antes de llegar a esta casa de acogida donde hoy hay trece niños a la espera de volver a sus casas, comienza a unos cuantos kilómetros de allí, en un borde geográfico donde desagua la miseria humana.

Vendidos para convertirse en esclavos laborales, traficar con sus órganos o convertirse en prostitutas

Las hermanas scalabrinianas tienen en la misma frontera entre Mozambique y Sudáfrica, Ressano García, un pequeño puesto de vigilancia para detener el tráfico de niños. La hermana Lisette, brasileña, lidera a un grupo que cuenta con voluntarios jóvenes que denuncian y sensibilizan para parar esta lucrosa compraventa humana. Recientemente, en dos chapas (pequeños autobuses locales) se detuvo en la misma frontera la venta de 27 niños que intentaban las mafias ingresar ilegalmente en Sudáfrica.

Todos los jóvenes que ayudan en la labor de denuncia están amenazados por las mafias locales, especialmente por los conductores de las chapas, que se dedican a traer niños de todo el país, y los atravesadores, que se encargan de que los niños atraviesen de noche un río que divide la frontera entre ambos países.

El proceso de venta es el siguiente: “Generalmente hay un familiar o conocido que regresa de vacaciones a Mozambique y explica que puede llevarse a los niños a una escuela o a que realicen un trabajo”, cuenta Arsenio, uno de los jóvenes involucrados en el  proyecto liderado por las scalabrinianas. Los pobres familiares aceptan, pagan un dinero para que el niño vaya de chapa, a veces desde muy lejos, a la que promete ser una vida mejor.

Las mafias les obligan a trabajar 18 horas seguidas y sólo recibirán comida si consiguen ingresar con las ventas una cantidad mínima

Cuando llegan a Ressano García los niños esperan hasta cruzar, en muchos casos trabajando ya como esclavos laborales. “Usted puede ver muchos niños ahora en la calle vendiendo cualquier cosa. Las mafias les obligan a trabajar 18 horas seguidas y sólo recibirán comida si consiguen ingresar con las ventas una cantidad mínima, sino ni siquiera comen”, explica Arsenio. “A veces el niño se queda sin comer porque rompió alguna de las cosas que debía de vender”, especifica Joaquina, otra de las integrantes del grupo. Un castigo que pueden recibir niños de hasta cinco años. Están allí, los ve cualquiera.

El coste de ese desplazamiento es variado, al igual que el de la venta, sin que nadie sepa decirnos una cantidad fija pero sí aproximada. “Por ejemplo, el transporte de los niños suele ser de 200 rands (unos 16 euros) por llegar hasta Ressano García y luego se pagarían otros 300 rands (24 euros) por llegar hasta Johannesburgo. Hay otras ocasiones donde hemos sabido que se paga en especie con sacos de arroz o patatas. Paga el comprador”, explica la hermana Lisette.

El mercado infantil es además a la carta en muchas ocasiones. “Se recibe un pedido de una niña menor de 10 años y se busca y se lleva”, cuentan. Generalmente son tres motivos los que provocan la compra o toma: prostitución o abuso sexual (el mayor caso de venta de niñas es para este objetivo), esclavitud laboral y tráfico de órganos y uso de partes del cuerpo infantil para magia negra.

Se llegó a detener en la frontera un camión que llevaba en cajas de comida órganos infantiles ocultos

“Se llegó a detener en la frontera un camión que llevaba en cajas de comida órganos infantiles ocultos”, nos cuentan. Este es un ejemplo muy específico de peticiones a la carta. “Los curanderos sudafricanos piden a algún niño o trozo de niño para hacer algún tipo de brebaje”. Hablan del famoso muti, una bebida hecha por sangomas (curanderas) y hechiceros que en su parte de magia negra necesita partes del cuerpo humano para conseguir sus mágicos resultados.

Pero si los niños, que por supuesto carecen de papeles porque eso forma parte de las amenazas que sufrirán en su destino, la de tener que callar porque son ilegales a los que sus dueños amenazan también con entregar a la policía, no pasan de chapa, algo más arriesgado para el traficante, esperan a que un atravesador les cruce por el monte y el río. “Los atravesadores cobran 150 rands por persona”, nos dicen en la asociación religiosa.

“Hablamos mucho con ellos y entregamos panfletos  y sensibilizamos a la gente  para evitar que pasen niños. Hemos recibido amenazas e intentos  de agresiones  cuando hacemos mucho ruido, pero también hemos conseguido que algunos atravesadores se comprometan a no cruzar menores. Claro que a veces pasamos miedo, las amenazas son a veces de nuestros propios vecinos”, cuentan Joaquina, Ercilia, Maria, Lisette, Sabano y Arsenio, los seis jóvenes que trabajan junto a  la hermanas en detener esta sangría humana.

De pronto pueden comenzar a llorar y narran las barbaridades que han sufrido

Luego, cuando recuperamos a algunos niños que nos entregan las autoridades sudafricanas o que han conseguido huir, los tenemos aquí algunos días para luego mandarlos al centro de acogida de la zona de Moamba. ¿Cómo vienen? “Muchos tardan mucho en hablar o no cuentan nada. De pronto pueden comenzar a llorar y narran las barbaridades que han sufrido. La mayoría está en estado de shock”.

El centro de la zona de Moamba es ese  centro que narrábamos antes en el que Beatriz nos contaba su trágica historia. El director, Isidro, abre las puertas de un lugar que realiza una gran labor en medio de muchas adversidades. Principalmente les falta dinero, como a todo lo público en este país, aunque el centro del Gobierno cuenta con unas instalaciones aceptables para recibir y reencaminar a niños que vienen de sufrir actos inimaginables. De alguna manera es aquí donde los niños vomitan todo el horror.

Cuando los rescató la Policía a uno de los chicos le faltaba ya un dedo

“El año pasado tuvimos un grupo de cinco niños que salvó la policía sudafricana. Los agentes se dieron cuenta de que en una semana estaban muriendo muchas mujeres cuyos cadáveres aparecían sin alguna parte del cuerpo. Comenzaron a investigar y descubrieron que había una curandera que estaba usando órganos humanos. Había solicitado también órganos infantiles. Las mafias entonces vinieron a Mozambique y  se llevaron a cinco niños de entre 14 y 17 años que vivían en la calle. Les convencieron que iban a Sudáfrica a vender agua. La encomienda especificaba que debían llegar vivos. Cuando los rescató la Policía a uno de los chicos le faltaba ya un dedo. Estaban a la espera de ser utilizados, cada órgano de ellos se vendía por un precio”, cuenta Isidro que se sienta junto a Doña María, una mujer mayor que es una referencia para los niños que allí llegan.

“Hace poco pasaron por aquí dos niñas menores de 12 años que se encontraron en Malelane (una ciudad sudafricana cerca de la frontera). La hermana de las crías, que residía allí, se llevó a ambas de Mozambique para que su marido  disfrutara sexualmente de ellas. Luego nos percatamos que los padres estaban al tanto de todo”, explican.

Se llevó a ambas de Mozambique para que su marido  disfrutara sexualmente de ellas

Y es que los padres en muchos casos por desconocimiento e inocencia y en otros voluntariamente son en ocasiones los que venden a los niños, aunque es más común que sean niños huérfanos y la venta sea de los familiares que se quedan al cargo. “La policía interceptó recientemente una chapa que llevaba nueve pequeños que iban a ser vendidos. Se supo que eran los padres los que los habían mandado tras ser engañados y pensar que iban a una escuela. En otras ocasiones, tras nuestra investigación, descubrimos que no podemos devolver al niño a sus padres porque fueron ellos los que vendieron conscientemente al menor”, dice isidro.

La concienciación de los cuerpos policiales de ambos países, que tienen mesas de trabajo conjuntas,  es clave. Hace poco un señor que había vendido a sus dos sobrinas de 15 y 10 años consiguió ser detenido y ha sido condenado a 17 años cárcel tras una larga pesquisa de ambos cuerpos. En otros casos son vecinos los que ayudan a las jóvenes víctimas, como el caso de una joven de 20 años que está ahora en el centro y que se fugó a Sudáfrica siendo adolescente con su novio, que luego allí la abandonó. “Ella pidió ayuda a una amiga cuyos padres la acogieron en casa a cambio de que se prostituyera. Fueron los vecinos los que la ayudaron a huir”.

Pidió ayuda a una amiga cuyos padres la acogieron en casa a cambio de que se prostituyera

Las historias son decenas y se renovarán mañana y pasado mañana  con alguna nueva. En 2013 han pasado por este centro 79 niños, de los cuales 65 retornaron con sus familias. Ellos se pueden considerar afortunados, de alguna manera han conseguido salir del horror de haber sido previamente una simple mercancía que alguien compró o tomó. Muchos, la mayoría, no regresan nunca. Cada año desaparecen oficialmente unos mil niños en Mozambique. Resten de esa cifra los únicos 79 que consiguieron huir y sumen todos los que ni siquiera se conoce que desaparecieron  para hacerse una idea de la mercancía que mueve este cruel mercado.

P.D. Parte de este artículo se publicó en el suplemento dominical Crónica de El Mundo. Esta es la versión completa de la historia.

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