Mozambique: los muertos olvidados

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Mozambique es un país físicamente extraño. La capital, Maputo, acapara demasiado poder y está demasiada alejada de todo. Al sur del sur, es la última esquina de un estado que tiene casi 3000 kilómetros de litoral en línea recta. Este es el gran problema de Mozambique, el poder nacional, gobierno, e internacional, que incluye diplomáticos y organizaciones internacionales, vive completamente distante del país del que tienen que tomar las decisiones. Lo leen o escuchan, pero no lo palpan por una inmensa lejanía física.

Maputo se convierte en una isla irreal en la que sus habitantes, locales e internacionales,  no son conscientes de que viven en una burbuja dentro de su propio estado

Entonces Maputo se convierte en una isla irreal en la que sus habitantes, locales e internacionales,  no son conscientes de que viven en una burbuja dentro de su propio estado.  Las carreteras de Mozambique son muy malas, el ferrocarril casi inexistente y los vuelos son escasos y salvajemente caros. Es un país en el que nadie sabe de primera mano lo que pasa más allá de su vecino más próximo. Se gobierna y opina de oídas.

El país vive de dos fuentes de ingresos: las donaciones internacionales, hasta hace poco era considerado el país modelo para la cooperación en África (de hecho se practica mayoritariamente el “budget support”, que significa que el dinero se entrega directamente al estado para que lo administre) y las ingentes bolsas de recursos naturales, especialmente carbón y gas, que en los próximos años dejarán billones de dólares en el país.

Daré sólo algunos de los últimos  datos ofrecidos por el Banco Mundial para contextualizar el país, pero de forma general la sensación es que el país crece mucho en su macroeconomía, se estanca con avances pequeños en educación y sanidad y decrece alarmantemente en seguridad, democracia  y libertades públicas.

Joseph Stiqlitz lo definió brillantemente tras una visita como “un país rico con gente pobre”

La esperanza de vida ha pasado de los 45 a los 49 años en las dos últimas décadas. El índice de pobreza, pese a los datos macroeconómicos, subió de 2003 a 2009 (última referencia) en seis décimas hasta el 54,7%. El acceso al suministro de agua de la población rural, cerca del 70% del total, ha pasado del 31% de 2007 al 33% de 2011. El PIB per capita ha mejorado de los 260 dólares de 2004 a los 510 de 2012. Un dato que se multiplicará mucho si como vaticina el BM las explotaciones de gas producen beneficios de más de 50.000 millones de euros. (Ya saben que el problema aquí es que si hay dos personas en una isla y uno gana 100 y otro cero, el PIB per capita dirá que ambos ganan 50). La escolarización primara oficial es del 105%.

Las recientes elecciones muncipales han sido tambien significativas. Renamo no acudió a los comicios, por denunciar amaños y Frelimo ha visto como sale y crece un nuevo joven adversario, el MDM, que ganó en tres capitales regionales de mucho peso del centro y norte del país: Beira, Quelimane y Nampula. Es un partido joven, montado por ex de Renamo, que puede ser una tercera vía a los dos viejos dinosaurios sino se modernizan.

En ese panorama, de un país que el economista Joseph Stiqlitz definió brillantemente tras una visita como “un país rico con gente pobre”, se lleva desarrollando desde hace un año un conflicto armado negado y olvidado. ¿Por qué?

Renamo, principal partido opositor y uno de los dos bandos que lucharon en la cruenta guerra civil, decidió hace más de un año volver a las armas. Lo hizo de forma paulatina, primero con amenazas y luego con acciones de guerrilla de baja o media intensidad que se han mantenido durante todo el año. Frelimo mientras, envuelto en una guerra interna por la sucesión del actual presidente, Armando Guebuza, que parece finalmente que se saldará en su congreso de finales de febrero, se ha limitado a garantizar el control de la mayor parte del país y a rebajar la exposición mediática del conflicto mostrándose como único garante de la paz.

Todos los ataques se circunscriben al área centro del país, a la zona que comprende los alrededores de la Sierra de Gorongosa

La razón de esa vaga respuesta gubernamental es que todos los ataques se circunscriben al área centro del país, a la zona que comprende los alrededores de la Sierra de Gorongosa. Ese histórico bastión de Renamo, donde la vegetación es muy densa y es muy complicado plantear batalla abierta a un enemigo oculto en la selva. Es decir, el conflicto se desarrolla en absoluta soledad, lejos de ese Maputo en el que siguen llenos sus basureros y restaurantes de postín de gente que come a la bolsa o a la carta.

Y en esa soledad se está mintiendo constantemente a la población. Renamo lo hace intoxicando y apelando a un escenario de guerra total que no existe y dando cifras de muertos infladas de sus ataques. Frelimo miente negando ataques reales con víctimas e informando sólo de los pocos éxitos de sus fuerzas militares. La realidad es que hay más ataques y más muertos de los que reconocen unos y menos de los que presumen los otros. Hay incluso deserciones dentro de la desmoralizada tropa gubernamental.

La realidad es que hay más ataques y más muertos de los que reconocen unos y menos de los que presumen los otros

Pasé por la zona en conflicto varias veces este verano, una vez incluso guiando un viaje con turistas. Hay una grotesca columna militar que escolta durante 120 kilómetros a los coches. Columna que ahora es atacada con frecuencia. Casi nada pasa fuera de esos 150 kilómetros a la redonda. El problema es que es la única vía razonable para hacer norte-sur, incluso este oeste. Si se esquiva ese camino, el conflicto es casi inexistente por ahora en Mozambique. Sólo cerca de Nampula y ahora parece que de Maxixe, Homoine, ha habido algún reciente ataque fuera de ese área de influencia de Renamo.

En la última semana me han llegado dos veces informaciones secretas de ataques de Renamo que se habrían saldado con más de 60 muertos entre las filas del Ejército. Otras fuentes militares me reconocen que los ataques se han producido, que hubo víctimas, pero que la cifra está inflada. No hay ninguna declaración oficial. También me contaban esta misma mañana que hay cerca de 4000 desplazados de la Sierra de Gorongosa que huyen por miedo y se meten en escuelas comunitarias. “Los enfrentamientos son constantes”, me decía una fuente muy bien informada.

A la vez, los responsables del  bellísimo Parque Nacional de Gorongosa, en pleno proyecto de recuperación de fauna esquilmada en la guerra civil, me han contestado que prefieren no responder a mis preguntas para evitar la publicidad negativa que les supone reconocer que las instalaciones se han abandonado por un conflicto armado. No se sabe que está pasando allí dentro, si habrá vuelto a haber las matanzas de animales de antaño. El P. N. de Gorongosa es un termómetro casi perfecto del estado social del país. Tiene que volver a abrir en abril sus puertas, tras la temporada de lluvias, y en este momento nadie puede garantizar su apertura.

El P. N. de Gorongosa es un termómetro casi perfecto del estado social del país

Económicamente, el conflicto ha supuesto un mazazo para la economía de la zona centro, poco importante en términos porcentuales  para un país que vive de los recursos del norte y las finanzas del sur. Pondré un ejemplo, todo el sector hotelero de Vilanculos, principal destino turístico del país, ha estado casi en quiebra. En los picos altos del conflicto, cuando salé alguna contada información en medios sudafricanos, hay cancelaciones de reservas cercanas al 100%. La navidad, empujada por el turismo interno, ha pasado algo mejor que los terribles meses de octubre y noviembre, donde los cuartos de los hoteles estaban vacíos.

“Hace falta que venga la CNN o la BBC para que este conflicto se haga público”, me dicen algunos mozambiqueños que exigen que se cuente lo que está pasando. Una opinión que contrasta mucho con la de algunos extranjeros con los que hablo, que viven en Maputo, y que a mil kilómetros de distancia del problema, tienen una visión negacionista del conflicto.

Renamo busca internacionalizar el problema para sacar tajada de un tablero en el que no lleva fichas

Pero para que venga la BBC o la CNN hace falta un genocidio como el República Centroafricana, hacen falta miles de muertos, que se pongan en peligro las millonarias inversiones occidentales o que las bombas retumben en Maputo. Esta última opción es un rumor constante que siempre me han insinuado fuentes próximas a Renamo, que sugieren que el conflicto y el caos se trasladará a la capital sino hay solución política. Para ello llevan semanas de embajada en embajada solicitando la mediación internacional.  Renamo busca internacionalizar el problema para sacar tajada de un tablero en el que no lleva fichas.

Quizá sea más sencillo que se produzca la muerte de unos cuantos blancos para el ansiado, para algunos, desembarco de los grandes medios de comunicación. ¿A quién le importa en occidente las muertes de unas decenas o cientos de pobres negros en una zona limitada de un país desconocido africano? Da igual que la suma supere los cien o los mil mientras se produzca poco a poco, en silencio, sin testigos. Mientras afecte a pobres campesinos de las montañas de Gorongosa, a guerrilleros que llevan viviendo en la selva 20 años o a soldados que dudan si morir de un disparo de bala o de hambre.

Contaré un ejemplo de lo absurdo, en mi opinión, de la visión interna de los extranjeros en este conflicto. En una reciente fiesta me encontré a una expatriada que vive muy bien en la capital. “Se hace información muy sensacionalista del conflicto de Mozambique”, critica para luego continuar entre risas afirmando que “sin embargo, me parece increíble que no ha salido nada de la ola de secuestros que ha habido en la capital”.

Se hace información muy sensacionalista del conflicto de Mozambique

Bien, la ola de secuestros de la que habla sacudió todo Maputo. Durante semanas se secuestraron a varias personas, incluso niños, de algunos de  los mejores colegios de la ciudad. En principio afectaba sólo a musulmanes, pero luego se extendió a los occidentales y se generó una alarma en la que hubo hasta reuniones urgentes con el Gobierno. Fue un asunto grave y serio que en total afectó a cerca  de tres decenas de personas oficialmente, aunque aquí también parece que se rebajó la cifra real de afectados. Entre la troupe internacional se convirtió en una obsesión que hizo que muchas familias de trabajadores muy bien pagados volvieran a sus casas. A ella, la mujer de la fiesta,  le parecía que ese tema debía darse en grande, ese era un conflicto serio que ocultaba la prensa. La razón es que le era próximo, podía temerlo, no estaba a mil kilómetros.

¿Por qué existe el conflicto? Aquí haré un resumen rápido, disculpen. Por dinero. Renamo quiere poder y dinero, quiere trozo de la nueva inmensa tarta y sabe que Frelimo no está dispuesta a repartir. Guebuza ha practicado una política centralista, salpicada de casos de corrupción por esclarecer, que ha generado fracturas políticas y sociales.

Ya no hay guerra, hay votos y una democracia débil en la que el poder se gana en unas urnas dudosas

Se acabó el tiempo en el que las decisiones se dividían por dos tras la firma de los acuerdos de paz de Roma. Ya no hay guerra total, hay votos y una democracia débil en la que el poder se gana en unas urnas dudosas. No por el proceso, por las condiciones. Los secretarios de barrio de Frelimo tienen mucho poder, los medios de comunicación están siendo presionados y el voto carece en la mayoría de los casos de información y sí de muchas presiones, pero todo es razonablemente aceptable como juego democrático. Es decir, se mira para otro lado y se tapa la nariz que lo importante ahora es consolidar la paz, lo que parece hasta injustamente lógico. Una mujer que conozco, excelente cocinera, no acabó trabajando en el Palacio de Punta Vermelha, residencia oficial del presidente, porque tras pasar todas las pruebas no tenía el carnet de Frelimo. Es sólo un ejemplo, hay miles.

La locura del sistema ha llegado a tal punto que Renamo llega a dar ruedas de prensa en las que se hace responsable de ataques a las legítimas fuerzas de seguridad del estado y el presidente del consejo electoral da ruedas de prensa con una camiseta de Frelimo.

Contaré otro ejemplo sobre esta visión del uso del poder. Hace poco volaba de Johannesburgo a Maputo. En el avión venía un simpático grupo de delegados de Frelimo que habían participado en diversos encuentros de carácter político en diferentes países hispanoamericanos. Cuando el avión tomó tierra todos comenzaron a cantar a voz en grito canciones del partido. “Samora, Samora, Chissano, Chissano, Guebuza, Guebuza, el mismo ideal”. Un pasajero se levantó entonces y les dijo “no me parece que Samora y Guebuza tengan el mismo ideal”. Entonces la que ejercía de líder le recrimina sus palabras y le contesta de pie, a gritos: “¿Qué estás a decir? A ti te gusta comer, ¿ no? Deja también que coma yo”, levantando el ferviente aplauso de sus compañeros que quizá no entendieron  la aberración que acababa de soltar su líder: a ella la votaron para que comieran los demás, no ella.

No entendieron  la aberración que acababa de soltar su líder: a ella la votaron para que comieran los demás, no ella

Técnicamente no se puede decir que hay una guerra, porque no hay un conflicto abierto con dos bandos y dos ejércitos, y técnicamente se puede afirmar que hay un estado pre bélico que se ha llevado por delante unas decenas de vidas, sin que nadie pueda dar un número exacto y sin que nadie puede afirmar si son 20 o 200. Lo protagonizan, de hecho, los dos mismos bandos que tuvieron a este país en guerra durante 16 años y dejaron un millón de muertos. No parece conveniente subestimarlo.

El problema debe atajarse, hacerse público y solucionarse, no esconderse. No es una cuestión de imagen e inversiones, es una cuestión de muertos que están siendo enterrados. Supongo que a ellos, a los parece que inevitables  próximos fallecidos, les gustaría que así hubiera sido. No hay guerra ni conflicto en los restaurantes y tiendas de Maputo. No hay guerra sino un conflicto guerrillero relativamente cercano en Chimoio y Beira que les produce algunos perjuicios económicos a zonas ya castigadas. Hay una guerra abierta en Muxungue, Gorongosa, Satungira…donde muere gente, se cierran comercios, escuelas, se pasa miedo, pánico. Pasa allí, en el centro, demasiado lejos del carbón, el gas y Maputo. Pasa allí sin que nadie lo hable más allá de algunos medios locales, como A Verdade, Canal Mozambique u O Pais, que con pocos medios hacen una información fantástica. Pasa en el peor de los escenarios posibles para las víctimas, el olvido.

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Comentarios (1)

  • Monica de Cossio

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    Javier como siempre una vision clara acertada y objetiva de lo q ocurre en Mozambique

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