México lindo

México lindo: Ricardo Coarasa

18 artículos

De Cuernavaca a Sevilla: el rastro de Hernán Cortés

En Cuernavaca huele a flor y a primavera y sus calles del centro histórico parecen dibujadas a pincel. Es una ciudad por la que duele pasar deprisa. Hernán Cortés sabía lo que se hacía cuando levantó aquí su residencia, el descanso del guerrero, otro espejismo al fin y al cabo, pues el conquistador de México sabía que era ya demasiado tarde para convertirse en un terrateniente sedentario.

Laguna de Catemaco: entre monos y chamanes

Catemaco es una bellísima laguna mexicana con dos distintivos pintorescos: presume de ser la capital mundial de la brujería y cobija a una colonia de macacos realojados desde Tailandia. Es decir, que uno nunca sabe si los turistas con los que se sube a la barca vienen hasta aquí para que los primates les coman en la mano o para hacerse una “limpia” de espíritus por 100 pesos.

Veracruz: el puerto de las leyendas

Veracruz es un lugar para quedarse despojado de obligaciones y horarios, disfrutando del placer de reconciliarse con el tiempo, con las conversaciones sin atropellos. Veracruz es una ciudad con puerto, o un puerto con ciudad, donde arriar la bandera del estrés y languidecer escuchando leyendas y sucesos terribles que todavía inquietan el cadencioso día a día de los jarochos.

La Antigua Veracruz: el Rubicón de Hernán Cortés

La Antigua es la trastienda de la moderna Veracruz. No está tocada por la varita de oro del turismo, pero el mestizaje del México actual empezó a fraguarse en sus costas, donde hace casi cinco siglos comenzó la gran aventura de Hernán Cortés, quien decidió hundir allí sus naves, que no quemarlas, para cerrar cualquier posibilidad de regresar y poner así rumbo a la Corte azteca del gran Moctezuma.
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