Un lugar en el Mundo

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Venecia: la ciudad vacía y el extraño carnaval

En Venecia, la noche del 5 de junio, se escuchaban los lamentos del agua mientras caminábamos, descalzos, por la plaza anegada del agua alta de junio, extraño mensaje de una urbe que no oye. Era esa jornada el reestreno de una ciudad que se creó, en el siglo V, para huir de las conquistas de los bárbaros, y que se cerró hace tres meses por el miedo al virus y sus sombras

Otro cordón umbilical por el globo

¿Cómo no divertirte en un país que le inventó a Disney una película para niños que versa sobre la muerte? ¿Cómo no querer descifrar un país que tiene volcanes de nombre impronunciable que son amantes? ¿Cómo no sorprenderte de un pueblo que paga a los músicos ambulantes para que alegren sus comidas picantes porque les gusta llorar y reír a la vez? ¿Cómo no admirar un lugar que cuando tiemblan sus entrañas ves más manos que escombros?

En un tren que escalaba Los Andes

Escalaba una planicie entre los 3000 y 4000 metros. ¿Pueden creerlo? Como si el mundo pudiera ponerse boca abajo sin que cayera nada. El tren soltaba humo y nosotros vida. Desde nuestra ventana contemplábamos Los Andes y su estepa de hierbas de lluvia y gentes de piel curtida por el sol frío.

Los refugiados abandonados de las montañas de Chiapas

Este reportaje lo realicé en febrero de 2018, antes de dejar voluntariamente la corresponsalía de El Mundo en México el pasado mes de abril. El periódico no lo ha publicado aún y sigo recibiendo mensajes semanales del conflicto, vídeos de desplazados, declaraciones de más violencia y la petición expresa de los colectivos de víctimas para que por favor lo publique y así se conozca un conflicto del que apenas hay información sobre el terreno.

Hanami: ruta por el parto de los cerezos en Japón

Pasó de repente por las urgencias del calor. Este año se adelantó el "parto" y allí estábamos nosotros intentando entender aquel nacer. Casi lo más interesante era observar como lo observaban ellos. El culto a esa armonía; el delicado movimiento de miles de personas capaces de caminar mirando al cielo sin tropezarse; el silencio imposible cuando hay tantos, muchos, deambulando en tu entorno; el cuidado con el que tocaban las flores; los cientos de personas que encontramos en diversas ciudades arreglados con sus vestidos tradicionales para su cita con un árbol. Así, tan simple, un árbol.

El camino más corto: cuando el mundo se contaba de otra forma

El libro de Leguineche tiene una virtud inmensa, la de un maestro, muy complicada de conseguir: es a partes iguales el texto de un periodista y de un viajero. Manu se sienta en un coche y se va con tres periodistas estadounidenses y un suizo a cruzar el planeta, e, imaginen hoy la herejía, se atreve a narrarlo tal como lo siente, tal como lo vive, y tal como lo entiende

Campeche: el mejor secreto de México

Empecemos por el mensaje básico: si hay un estado mexicano sorprendente que yo recomiendo visitar es Campeche. En el periodismo de viajes sucede que en ocasiones encabezan los epítetos y se retardan las conclusiones. En este texto ya está todo dicho. Si ya no quieren leer más, puede ser hasta recomendable hacerlo para los que tengan comida en el horno o llevan a medias un buen libro, limítense a comprar un billete de avión y vayan a visitar Campeche. Seguro que me lo agradecen.

Dominica: el manantial de los kalinago

Dominica fue toda esa naturaleza desbocada en una montaña hecha isla. Los españoles la ignoraron en sus primeros viajes por su orografía complicada. Los franceses e ingleses, que la colonizaron, la apreciaron por sus manantiales. El bíblico edén debe ser algo muy parecido a aquellas laderas verdes, con cascadas violentas, entre las que crecen flores extrañas de colores inciertos. El mundo puede ser distinto, Dominica lo es.

Terremoto de Oaxaca: ayudas y robos tras la castátrofe

¿Qué tipo de ser humano hay que ser para robar lo que queda de unos escombros? ¿Para adueñarse de la ayuda que entregan millones de personas generosamente? También hay de los otros. Muchos más. Mucha más gente dispuesta a ayudar, a dar la mitad de lo que tenga aunque sea muy poco. Todo eso se veía en Juchitán. Lo muy bueno y lo muy malo. Todo eso es capaz de hacer el hombre.

Antigua y Barbuda: una semana en la isla de M

En la puerta del aeropuerto de Antigua y Barbuda nos espera M. Se me olvidó su nombre, así que la llamaré M. Esta vez no fue mi culpa, M hablaba poco, lo justo, no hubiera sido fácil recordarla aunque hubiéramos pasado juntos seis años. M era una mujer de mediana edad, arisca, que economizaba sus palabras y sus gestos. Ahora que lo recuerdo, no estoy seguro de que M me dijera su nombre. Afinando algo más la memoria, no estoy seguro de que M dijera algo.

El coñazo de Miami

Decir abiertamente que no te gusta EEUU puede ser cool. Te coloca en este egocéntrico mundo viajero de las redes sociales, donde se presume de barro, en el pelotón de los viajeros interesantes. A pocos se le ocurriría criticar un viaje a un poblado africano, un aldea del Nepal o una de esas villas centroamericanas en las que las rotondas son la mejor atracción turística. Da igual, aunque apenas hayas salido del hotelucho en el que dormías y candaras la puerta cuando se ponía el sol (mucho mejor si dormías en una tienda de campaña) todo fue fascinante.

El cementerio de calaveras y el chocolate de los muertos

El moribundo era cuidado por sus familiares en la casa. Cuando fallecía eran los más cercanos los que en el velatorio realizaban el P'O'Keban. Con mucho cuidado hacían una limpieza del cuerpo sin tocar las zonas sexuales con un trapo húmedo. Con ese agua, según los medios económicos de la familia, se realizaba un chocolate, los más pudientes, y los que tenían menos recursos un pozo
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