Los volcanes son demasiado caprichosos y no los entiendo. Yo me he acercado a volcanes tropicales, en zonas polares, los he visto enormes y minúsculos, de lava encendida o de barro, tapizados en verde o pelados, hay cráteres donde ha prosperado un vergel que bien podría ser el paraíso y otros que parecen la boca del mismísimo infierno. Los hay activos, dormidos, tranquilos o a punto de despertar. Hoy selecciono 7 volcanes, más que por su belleza o por su furia, por su desconcertante variedad.
1.- Abacha (Kamchatka)
La Península de Kamchatka empieza a convertirse en un clásico de los Top 7. Tal vez porque todo aquí es exagerado. Su capital impronunciable, Petropavlovsk-Kamchatski, está rodeada de volcanes y de entre ellos destaca el cono perfecto del Abacha, con su humo eterno brotando sobre la nieve. Es un gigante que vigila la ciudad, una especie de dios malhumorado que amenaza con desatar su cólera sobre los últimos rusos de Rusia.
2.-Paricutín (México)
Un volcán extraño junto a los restos de otra ciudad de nombre impronunciable: San Juan de Parangaricutiro. Su historia es inquietante. Brotó de la nada, de una páramo de forma casi súbita y en pocos años, la lava arrasó todo a su paso. Hoy es posible caminar por campos de lava sólida que sepultaron los pueblos de alrededor. Sólo la torre de la iglesia resistió el tsunami incandescente del Paricutín. Será porque en México, la fe lo aguanta todo.
3.-Masaya (Nicaragua)
Cerca de la ciudad de Granada el terreno parece abrirse con una imagen abisal. Un cráter sin fondo se adueña del paisaje y nada se ve ahí abajo porque el humo lo envuelve todo. Huele a azufre, a gas, como si el diablo habitara en el Masaya. Alrededor del volcán el terreno se muestra abrasado, yermo, porque a los volcanes encendidos no les gusta la compañía de los vivos.
Cuando ascendimos al Pacaya creímos estar alcanzando las Tierras de Mordor. Era como si allí se acabara todo, el ocaso del paisaje verde tropical.
4.-Arenal (Costa Rica)
Tiene un perfil altivo, de adolescente inquieto. Nada habita en sus laderas, porque las rocas de lava no dejan de rodar hasta la selva y sus vergeles. Es joven y por lo tanto activo, un volcán impetuoso que por la noche se enciende para los turistas. Vimos muchas explosiones nocturnas, juegos de artificio, vomitonas de fuego, que se han llevado por delante a más de un intrépido con exceso de curiosidad.
5.-Ngorongoro (Tanzania)
En nada se parece este gigante a los anteriores. El cráter del Ngorongoro es la vida, un mundo salvaje por donde pastan los ñúes y retozan los leones. Tiene 260 kilómetros cuadrados de lagos, flamencos, cebras, elefantes… Es hermoso desde todos los puntos de vista. Sus laderas forman bosques nubosos y selvas, su interior una llanura inmensa, un delirio para los amantes de la naturaleza africana.
6.-Pacaya (Guatemala)
El volcán Pacaya es el más violento que yo haya visto nunca, tal vez porque lo vi muy de cerca. Guatemala es un país vivo y hasta sus volcanes fluyen líquidos, sin detenerse nunca. Cuando ascendimos al Pacaya creímos estar alcanzando las Tierras de Mordor. Era como si allí se acabara todo, el ocaso del paisaje verde tropical. Nos acercamos a los ríos de lava, escuchamos las explosiones, asistimos en primera fila a un espectáculo que une las entrañas del planeta con el mundo de los mayas.
7.-Totumo (Colombia)
Quiero acabar esta selección con un volcán que más bien parece una broma. El Totumo es diminuto, un grano imperceptible en la superficie. Se puede acceder a él por una pequeña escalera preparada para los visitantes. Una vez arriba, es difícil resistirse a un baño de barro y ceniza en el interior del cráter. Es como bañarse en una gran taza de chocolate, igualito que en el Pacaya. Estos volcanes caprichosos…
¿Qué nos hemos dejado…?
Todos los volcanes imaginables. El Erta Ale me parece un volcán espectacular en Etiopía, pero ¿qué le voy a hacer? aún no lo conozco. Los volcanes hawaianos, los volcanes de Nicaragua en la isla de Ometepe, el Monte Kilimanjaro, por supuesto, el Fuji de Japón y el Vesubio. Todos ellos míticos.