La emoción del nómada

“Cada vez que despierto en una cama nueva, en una ciudad diferente, cada vez que escucho distintos sonidos a los de ayer, pienso por un instante que aún tengo que despertar, que no puede ser cierto”.

Un libro de viajes es un desnudo o no es. Es exponerse a los demás sin coraza alguna. En un relato tan largo el autor siempre deja flancos abiertos. No se puede esconder siempre la verdad de lo que uno es. Si se es pedante, se te verá pedante. Si se es falso, se verá la falsedad. Si la emoción es postiza, todo resultará ortopédico. Es lo maravilloso de los libros, que lo dicen todo de ti. Y yo soy un adicto a esa sensación, a desnudarme, a arrancarme piel a tiras para que se vea el entramado de músculos, huesos, tendones y sentimientos. Si no es así, qué le den por saco a los libros porque al final de la partida solo quedaremos el tipo del espejo y yo y los libros que entre los dos hayamos escrito. Y si no son verdaderos, entonces nada habrá tenido sentido.

Si no es así, qué le den por saco a los libros

La emoción del nómada es mi cuarto libro de viajes pero de algún modo es el primero. Mi libro de aventuras africanas Un millón de piedras, con sus siete ediciones y sus miles de ejemplares vendidos, es en realidad consecuencia de éste. El haberme convertido en aventurero profesional, el ser colaborador de TVE y embajador de prestigiosas marcas, en el fondo trae causa de esta historia La historia que cuento en La emoción del nómada sobre mi viaje por Asia y Oriente Medio cuando yo no tenía un solo reportaje publicado es el origen de todo. Por eso era necesario publicarlo el último, para entender qué demonios ha pasado desde entonces porque todo ha sucedido en tan poco tiempo que aún hoy me parece un sueño.

“Cada vez que despierto en una cama nueva, en una ciudad diferente, cada vez que escucho distintos sonidos a los de ayer, pienso por un instante que aún tengo que despertar, que no puede ser cierto”.

No hace tanto tiempo fui un hombre sedentario de despacho y oficio gris

Pero lo es. Soy un nómada. Aunque no siempre fue así. Una vez, no hace tanto tiempo fui un hombre sedentario de despacho y oficio gris. Me gustaría saber contar mi historia con fidelidad pero me resulta muy difícil. Rebusco entre mis escasas posesiones y saco un par de diarios garabateados con letra menuda, apretada y casi indescifrable. Viajan conmigo desde hace año y medio. Todavía no he sabido dar a estas nerviosas notas cogidas a vuela pluma forma de libro.”

Estas letras aparecen en la primera página de La emoción del nómada, luego al final he sabido darle forma, y al terminarlo sé que hay mucho más entre las tapas que un diario más o menos detallado de los hechos que me acontecieron durante el 2009 en un recorrido overland por Francia, Italia, Eslovenia, Hungría, Ucrania, Rusia Kazajistán, Uzbekistán, Azerbaiján, Georgia, Turquía, Siria, Jordania, Líbano, Israel y los Territorios Palestinos.

Lo que he conseguido es desnudarme como nunca antes lo había hecho para explicar por qué un tipo cínico, motero y borrachín que lo tiene todo en lo material decide abandonar las cosas caras que lo esclavizan en la estepa asiática, creer en el Dios de los pobres y los pastores y hacerse peregrino sin fecha de regreso. Ahora yo también lo entiendo. Lo escribí en mi puntilloso diario del 2009. Solo he tenido que atreverme a releerlo.

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