¿Quién quiere salir a dar una vuelta? Hoy quiero volver a compartir este vídeo, una idea para ventilar el verano con encuadres remotos, con destinos al alcance de un mapa.
Cada 8 minutos caía una bomba en Laos. Así durante 9 años. Lanzaron 270 millones de bombas racimos, dos toneladas de munición por cada laosiano. Y Laos ni siquiera estaba en guerra. Entre 1964 y 1973, Estados Unidos lanzó más bombas en Laos que en toda la Segunda Guerra Mundial.
Luang Prabang es de esos lugares cuya paz te llega a inquietar. Uno no sabe por dónde empezar a encuadrar los tejados que acaban en punta, los monjes pelados o los budas de oro.
En las selvas de Vietnam hay tan pocos animales como en las de Laos. Los hombres, según nos dijo Juan, se lo comen todo. Con la sensación de dirigirnos a un lugar un tanto saqueado, nos adentramos en las carreteras del norte de Laos.
Fuimos recibidos con la brusquedad de una venta de artesanías, sin mediar saludo ni sonrisa. Las calles parecían un escaparate indígena y los turistas fotografiaban el colorido de vestidos y la alegría forzada sobre las aceras.
No hay modo de abstraerse del estrépito de motocicletas. Las calles son un avispero tan frenético que uno es incapaz de explicarse como es posible que no colisionen las motos. Los cruces y los semáforos son, como mucho, una mera forma de orientar al conductor.
Las casas encaladas eran amplias. Las puertas estaban decoradas con dibujos de colores. Una anciana daba vueltas a un cilindro enorme, forjado para la oración en la cultura budista tibetana.