Grytviken: un brindis sobre la tumba de Shackleton (I)

Por: Raúl García (texto y fotos)
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“Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario bajo, frío agudo, largos meses en la más completa oscuridad, peligro constante, y escasas posibilidades de regresar con vida. Honores y reconocimiento en caso de éxito”. Con este anuncio publicado en la prensa de la época, Ernest Shackleton, de origen irlandés y uno de los exploradores polares más famosos del siglo XX, logró reunir a los 55 hombres que le acompañarían por las gélidas tierras de Georgia del Sur.

Partimos del puerto de Ushuaia, la ciudad argentina más austral, con destino a esas mismas gélidas tierras y al encuentro de la tumba de Shackleton en Grytviken, una estación ballenera donde los noruegos despedazaban a estos cetáceos para extraer el codiciado aceite.

Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario bajo, frío agudo, largos meses en la más completa oscuridad, peligro constante, y escasas posibilidades de regresar con vida. Honores y reconocimiento en caso de éxito

Cuando el barco entró en la bahía se podía ver el color característico del metal oxidado en la línea de la costa. A medida que avanzábamos, observaba con más claridad las enormes estancias donde las ballenas eran descuartizadas. Además de estos almacenes, hay unas gigantescas cubas de metal oxidado que era donde se guardaba todo el aceite extraído de estos animales. Y una pequeña iglesia y dos barcos varados y abandonados. Nada más.

Las exploraciones polares, a principios del pasado siglo, tenían que lidiar con feroces animales e indígenas recelosos de los extranjeros, además de enfermedades que pudieran bloquear el descubrimiento de tierras soñadas. Sin embargo, estas expediciones tenían un riesgo añadido: la naturaleza en estado puro. Temperaturas de -45º C y vientos polares de hasta 150 km/h eran dos de sus mayores riesgos, sin contar con los posibles naufragios por encontronazos con icebergs y enfermedades como el escorbuto.

Partimos del puerto de Ushuaia con destino a las gélidas tierras de Grytviken, la estación ballenera donde se encuentra la tumba del legendario Shackleton

Su primer contacto con el frío polar fue en la expedición del Discovery, que entre 1901 y 1902 intentó llegar al Polo Sur sin éxito, quedándose a más de 850 km de su destino. Lo volvería a intentar cinco años más tarde, con la Nimrod Expedition, sin lograr tampoco llegar pero dejando esta vez la huella del hombre a 175km de la meta. Pronto se vio obligado a cambiar de objetivo, cuando en 1911 Roald Amundsen alcanzó finalmente el Polo Sur, dejando a Shackleton fuera de juego. Pero no se rindió y el explorador irlandés consiguió financiar y organizar una nueva expedición a bordo del Endurance ( la llamada Expedición Imperial Transantártica), que planeaba cruzar por primera vez la Antártida.

El barco que me ha traído hasta este magnífico lugar es el Endeavour, de 79 metros de eslora y fletado por Limdblat expeditions, bien adaptado a estas aguas donde a menudo ves icebergs a la deriva esperando fusionarse con el mar. Para llegar hasta la costa tenemos que subirnos a unas zodiacs negras. Visité la zona viendo los restos de la estación ballenera e incluso me acerqué hasta los barcos varados, unas moles oxidadas que esperan su final lentamente. En esta isla no vive absolutamente nadie, solo la pisan los turistas que vienen en barco o los navegantes que solicitan permiso para adentrarse en estas aguas.

Para llegar hasta la costa tenemos que subirnos a unas zodiacs. En esta isla no vive absolutamente nadie

El 8 de agosto de 1914 el Endurance partió hacia su última aventura. El 5 de noviembre, la tripulación llegó a la isla de San Pedro, isla principal de Georgia del Sur. Casi un mes, más tarde partió de la bahía de Cumberland, en Grytviken, continuando su camino hacia el sur. En menos de dos meses, el Endurance quedó atrapado en la banquisa de hielo, donde terminaría posando sus restos en el oscuro y frío mar del Scotia.

En febrero, la tripulación, y en especial el hombre que velaría por su seguridad durante toda la odisea, vieron frustradas sus posibilidades de llegar al lugar donde pretendían desembarcar. Se habían quedado a un día de navegación. El verano se estaba acabando y Shackleton decidió convertir el Endurance en refugio invernal, entendiendo que pasarían allí como mínimo otro año hasta que la banquisa se descongelara y pudieran liberar el navío. Se alimentaban de carne de foca y de pingüino. Por mucho que intentó evitarlo, muchos perros perecieron durante el viaje debido a lombrices intestinales.

Shackleton sabía que, tarde o temprano, debería tomar la decisión de abandonar la nave y buscar una solución para evitar la muerte de los que formaban ahora, su familia

A finales de abril de 1915 vio como el último rayo de sol les dejaba para no volverlos a visitar hasta octubre. Durante todo el tiempo que permanecieron atrapados con base en el Endurance, el capitán intentó mantener a toda la tripulación entretenida, haciendo que sus mentes no pensaran más allá de sus tareas diarias. Pasear a los perros, hacer carreras por equipos, construir unos iglús para los animales, hacer excursiones por la nieve o unos nuevos camarotes para ellos eran algunas de las nuevas tareas para el equipo. Pero Shackleton sabía que, tarde o temprano, debería tomar la decisión de abandonar la nave y buscar una solución para evitar la muerte de los que formaban ahora, su familia.

Cuando te diriges hacia el cementerio donde descansa el ilustre explorador y miras a tu alrededor, puedes hacerte una pequeña idea de las duras condiciones que tuvieron que soportar

Lo más destacable de Grytviken es, sin duda alguna, la tumba de Ernest Shackleton. Se encuentra a menos de cinco minutos andando de la antigua estación ballenera. Cuando te diriges hacia el cementerio donde descansa el ilustre explorador y miras a tu alrededor, puedes hacerte una pequeña idea de las duras condiciones que tuvieron que soportar los 26 valerosos hombres que le acompañaron. Voy embutido en una maya larga, un pantalón de cordura y un cubre pantalón de Gore-Tex para las piernas. Para el pecho, una camiseta térmica fina, un shoftshell con membrana Wind Stopped y chaqueta de Gore-Tex. En los pies llevo un calcetín gordo de algodón y las botas son de caña alta y de goma con interior de neopreno. Para las manos y la cabeza llevo guantes finos y unas manoplas de pluma y un gorro Windstopper. Con todo esto, si hace sol no tengo frío, pero en cuanto se levanta viento o el sol desaparece, el frío empieza a calar en mis huesos sin remedio. No puedo imaginar lo que tuvieron que pasar esos hombres.

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Comentarios (7)

  • Viajes de Primera

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    Si hay exploraciones casi increíbles y que a nosotros nos ponen los pelos como escarpias (por el frío pero también por el reto físico y psicológico que supusieron) ésas son las de las tierras heladas. Sobre todo, cuando, como se comentar en el artículo, uno siente la congelación avanzando por los dedos de los pies y de las manos y piensa… «Si esto me pasa a mí, ¿cómo se las apañaban con calcectines de lana, por muy gorda que fuera?». Algo parecido nos pasa cuando pensamos en Hillary y su ascensión al Everest… La expedición de Shackleton con el Endurance se toma ahora como ejemplo en cursos de liderazgo y trabajo en equipo y no es para menos… También es interesante leer la evolución que hubo en este tipo de viajes y el estudio de los pueblos locales que realizaron muchos aventureros, a los que se tildó de locos por vestir y comer como, por ejemplo, los inuits.

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  • Raúl

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    Totalmente de acuerdo, con ambos. Había días que me enfundaba un jersey de plumas y aún así, el frío calaba. Por supuesto pensaba que yo usando lo casi último en ropa térmica, transpirable e impermeable, «sufría» ellos, sin nada de esto…¿como lo hacían?
    Es verdad que el tiempo y las comodidades nos alejan de aquellos valerosos hombres.

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  • Ricardo

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    Ley el libro de atrapados en el hielo……y lo vives que no veas….IMPRESIONANTE….. el espiritu aventurero de esa epoca…. Shackleton es uno de mis heroes….ya me contaras cositas…..un saludo

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  • Raúl

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    Por supuesto Ricardo!! 🙂

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  • Carlos Cosmi

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    Hola Raul, me parece estar viviendo las cosas que estás comentando, todo me parece un sueño, me gustaría conocer GRYTVIKEN, tengo 67 años y es uno de mis sueños ¿Cómo tengo que hacer para conocer esos lugares?

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  • Raúl García

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    Hola Carlos!
    Perdona mi retraso, mañana hará un año de tu pregunta. No me llegan avisos de contestaciones.

    Si todavía sigues interesado, ponte en contacto conmigo y te daré toda la información de la que disponga, a ver si puedes cumplir ese sueño.

    Un saludo!

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