Julióbriga: el final de las tribus cántabras

Por: Eduardo De Winter
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Aún es otoño, pero el invierno anuncia su llegada. Las montañas se ocultan entre densa niebla escupiendo un aire gélido que golpea nuestros rostros apresurando el caminar por callejuelas que parecen vigilar a sus escasos visitantes. La localidad de Retortillo ejerce de protectora de los más importantes restos romanos que se conservan en Cantabria, la antigua ciudad de Julióbriga. Muros y columnas donde se alzaban hogares, vías donde se comerciaba, vestigios de un Foro que atestigua la importancia que alcanzó el lugar. Y allá donde la imaginación no alcanza para recrear semejante escenario, el museo, la Domus de Julióbriga hace el resto, ilustrándonos con recreaciones, datos y fechas que pudieran parecernos sepultadas por las centurias trascurridas. A escasos kilómetros del yacimiento de Julióbriga comienza la Calzada Romana que parte de Pesquera para morir en Barcena de Pie de Concha. Una jornada para soñar con la vida de hace dos milenios.

El primer alto en el camino queda a escasa distancia de Reinosa, al sur de Cantabria y vecino de tierras castellanas. En pleno valle campurriano el escenario es inmenso. Montañas y colinas, pueblos que adornan las laderas con sus casas de piedra, una ciudad que sufre el embate invernal de los vientos y nieves cada año, gentes acostumbradas a la dureza de una región que obligó a los antiguos cántabros a trabajar la propia supervivencia y otorgó el orgullo de quien la alcanza. Alrededor de año 29 A.C. las legiones romanas llegaron hasta aquí con la gloria de un imperio que se extendía. Encontraron un pueblo, el cántabro, instalado en ancestrales costumbres, que en la parte más dura del año sobrevivía a base de bellotas y otros frutos que hallaban en los bosques.

La lucha se libró por una libertad tan amada y soñada entonces como hoy. La orografía del terreno perjudicaba a las tropas romanas habituadas a la lucha en terrenos abiertos. El avance se enquistó durante tres años, de tal forma que el emperador Augusto decidió personarse en la ofensiva allá por el año 26 A.C. Su llegada con siete legiones al norte de Burgos, tres de ellas -formadas por 5.200 soldados cada una- dedicadas a lo que se conocerían como las Guerras Cántabras, acabó suponiendo la conquista de toda la zona en el 19 A.C.

Los restos romanos más importantes de Cantabria

Caminamos entre los restos de Julióbriga, la ciudad romana nacida en el año 15 A.C. al abrigo de la conquista y que acabó suponiendo un imán para las gentes de la zona, facilitando su integración en el imperio dominante. El yacimiento se encuentra diseminado en varios puntos del pueblo de Retortillo. A los ojos del inexperto apenas pueden suponerse viejos muros entre la maleza y restos donde antes existieron columnas. Es preciso recrear con la mente las casas señoriales que se alzaban sobre los cimientos hallados y las humildes viviendas de las que pueden distinguirse las estancias merced a las líneas que dibujan las piedras que conformaban paredes y muros. También se puede recrear el Foro, que en el centro del municipio recordaba su importancia y la presencia en cierto modo de la autoridad del emperador.

El paisaje es inmenso. Como antesala a las montañas de cumbres nevadas

Una fría brisa acompaña nuestro recorrido mientras una yegua pasta junto a lo que queda del centro público de Julióbriga, ajena al homenaje que el nombre realizaba a Julio Cesar, padre adoptivo del emperador Augusto. El paisaje es inmenso. Como antesala a las montañas de cumbres nevadas destacan llanuras de escasa vegetación que permiten disfrutar de la vista del embalse del Ebro. Las aguas quietas y el puente que atraviesa su parte angosta resultarían inimaginables hace dos mil años cuando a nuestro alrededor todo eran bosques que fueron deforestados y quemados para ganar tierras a la agricultura y la ganadería. Completamos la visita accediendo al Museo Domus, que recrea la vida en época romana a través de las estancias de una clásica vivienda, así como con los utensilios y otros restos hallados en el yacimiento. Las narraciones históricas resultan imprescindibles para comprender la importancia que alcanzó el lugar y que resulta imposible imaginar tan solo observando las ruinas que nos han llegado.

La calzada romana

El siguiente destino es Pesquera, localidad donde comienza la Calzada Romana. Originalmente alcanzaba Portus Blendium, la actual Suances, que servía de puerto para las mercancías transportadas por la vía. Se conservan tan solo unos 7 kilómetros que llegan hasta el municipio de Bárcena de Pie de Concha. Comenzamos a caminar sobre las mismas piedras que lo hicieran otros hace milenios, lo que produce una extraña sensación, quizá de respeto y admiración. En algunos tramos el paso de los tiempos ha modelado una calzada irregular, casi imperceptible en ocasiones. Las hojas caducas de robles y castaños han alfombrando la silenciosa e inmortal vía de un manto de espectaculares colores. Se admira uno ante el cuadro que regala la naturaleza. Las vistas entre colinas que se suceden, los olores de un estación húmeda, los bosques de bajas arboledas, las hojas de infinitos tonos pardos, verdes y marrones surgidos de una paleta maestra o la quietud de la soledad entre tanta belleza. Durante las escasas tres horas de recorrido caminamos sintiendo bajo nuestros pies las piedras colocadas por un imperio que surcó Europa y que a través del latín o del sentido de la justicia y la paz de Roma otorgó un nexo de unión entre pueblos y naciones que comparten vecindad.

Bárcena de Pie de Concha marca el final de nuestro paseo por la memoria y por una naturaleza que los cántabros entendían suya, y que defendieron hasta la muerte en muchos casos, prefiriendo el suicidio degollándose o envenenándose antes que la rendición. La tarde ha comenzado a decaer, el sol a retirarse y el termómetro pierde algún grado. Las chimeneas humean sobre los tejados de Bárcena, pasamos junto a la provisión de leña que cada casa acumula para encarar el invierno. Es domingo, algunas ventanas se iluminan y las gentes se recogen al calor del hogar. Hora de regresar con el recuerdo de los paisajes fascinantes de esta tierra y de su historia, tan lejana como cautivadora. Quizá sea el tiempo de soñar con las legiones romanas de Augusto, con las tribus cántabras, con Julióbriga, con los lugares visitados y aquellos que nos aguardan. Para recordar quienes fuimos y fabular sobre quienes seremos.

Eduardo De Winter
blog.infoviajero.es
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[tab:el camino]
En la autovía Santander – Palencia, hemos de tomar dirección Reinosa Sur, seguir las indicaciones hacia Bolmir y Julióbriga.

En la misma autovía tras coger la salida de Pesquera encontraremos fácilmente las indicaciones hacia la Calzada Romana.

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-Resulta muy interesante visitar el museo de Julióbriga la Domus. La entrada cuesta 3 Euros y da acceso además de al propio museo al Centro de Interpretación del Románico en la localidad cercana de Villacantid y a los restos arqueológicos de la villa romana y las termas de Camesa. Podemos visitar los museos hasta un mes después de comprar la entrada.

-En Pesquera encontraremos el Centro de Interpretación de la Calzada Romana que ilustra perfectamente como era originalmente la vía, su utilización y su recorrido completo.

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